Carlos Regojo Solla
Un tiempo nuevo
De cualquier forma, pese al errático comportamiento del mal que nos afecta, vamos llenando los ceros de aquel dos mil tomado como inicio del nuevo milenio al que vemos pasar unidad por unidad y decenio a decenio entre esperanzados y temerosos.
¡Que barbaridad!, 2022; ¿os dais cuenta?. Si esto no es un sueño ( a lo mejor, lo es) nos hemos metido de lleno en un tiempo "julioverniano", " isaacasimoviano" como lo que somos: la parte física racional y pensante de un tiempo que parecía, hace nada, un lejanísimo futuro de conquistas en todas las ramas de la ciencia, de coches voladores, conquistas espaciales, encuentros en quinta fase, ubicuidad, cibernética, comunicación telemática, transmisión de pensamiento, resistencia a la enfermedad, dominio de la longevidad...; un poco como seres inocentes que van rompiendo con tesón y esfuerzo el castigo aplicado a una pareja a la que un dios todopoderoso había quitado unos dones deliciosos por culpa de una miserable manzana; dones que estamos en trámite de recuperación con el tesón científico que nos quedó escondido quién sabe si por olvido de aquel dios o como gérmen a desarrollar dejado por propia magnanimidad divina.
Dicen que los primeros humanos que comenzarán el disfrute de romper las ataduras que han sembrado los siglos y siglos de miedo y dolor, ya han nacido, y uno lamenta no haber pillado, por poco, esa era, al tiempo que se pregunta por el destino de tantas almas pasadas que han sembrado la historia de restos para que otros disfruten holgadamente de este paraiso al que llamamos Tierra, si acaso este experimento de vivir no remata en cualquier momento a nivel planetario.