JM Arceu
Observando
Cristales de sal en dunas inmensas. Gotas de lluvia que calan entrañas. Valvas ancladas en el fondo del mar. Segundos de temor en momentos traumáticos. Recuerdos punzantes en sentencias de muerte. Lo eterno es relativo en la inmensidad del tiempo.
El reloj aúlla ahí fuera, cuando la noche oculta lo bello. Pero le tienen miedo. Y yo, pavor escénico a la vida; fina y blanca, como el almidón. Saborea las vistas. Endulza las experiencias. Mastica cada maldito momento como si fuera el último, te indican las letras que bailan sobre pantallas luminosas. Basura virtual que carbura en mentes vacuas. Pedantería infernal. Puedo seguir y no sigo. Puedo insistir e insisto. Dejadme tranquilo. Solo quiero disfrutar de un albor discreto.
Respiro. Me asfixio. Demasiado aire consumido. Suena absurdo. Entiendo el secreto. Es el ritmo y el manejo. Es la pausa y el temple. Es el feroz grito que hiere pero desahoga. Y sumerjo la galleta en el fondo, hasta que se deshace y cae desvanecida. Torpe y ligera caída. Bebo el trago, espeso. Persisto. Como en la vida misma. Y me encuentro bien. Está mal que lo diga, porque el sentido no es coherente en su proceso de huida. No trates de alcanzarlo. Es inútil. No va de actitud, ni de ganas. Acabas perdiendo, en vano. No aprendes, por mucho que digan. Levántate y lucha, no lo hagas. Parece que estás hasta obligado a esperanzarte. A que la motivación recorra tu plasma en cada araña vascular que se refleja en tu piel. Tu piel rasgada e insensible. Arrugada del húmedo cansancio. Dejadme en paz. Solo quiero disfrutar de un dócil ocaso.
Nunca es el fin de los tiempos, ni el principio de ellos. Somos un simple continuar de una línea recta o un círculo indefinido. Somos una lata más de la cadena de producción de una marca de comida para gatos. Continua y exacta. Monótona y constante. Autómata, pero vulnerable al error.
Esclavo del minutero. La aguja me mantiene embobado y las mariposas huyen de mi interior. No, no es amor, es una obsesión incesante. Mal diablo se apiade de mí. En esta condena inocente. En este vivir observando. Esposas en manos, y la llave al frente cayendo sobre la inmensidad del océano.
Somos presos del tiempo, tras un eterno descanso.