José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Cuaderno de un paseo
A Coruña, agosto 2021, segundos después de volver en mí, el cerebro y la espalda me piden un paso más largo y mayor distancia a recorrer para empezar el día. Desayuno, un bizcocho delicioso, de fondo el mar. Empiezo mi camino en el barrio de Adormideras, donde unos instantes después ya puedo contemplar, la majestuosa Torre de Hércules. Antes, visualizo a mi izquierda las esculturas de los menhires, y casi oculto detrás del menhir pentacefálico, observo a una mujer meditando, sentado sobre sus piernas, con las palmas de la mano unidas, aparentando un gesto de oración.
Continuo el "viaje", mientras la brisa marina me acaricia, la ensenada al fondo, y un silencio que agradece mi espíritu. Ya estoy, en el saliente costero, pegadito a la caracola (una obra de arte en homenaje al cuero de la abundancia, y al instrumento que hacían sonar los marineros cuando la niebla aparecía). En un banco, una pareja sentada mirando al mar, hoy en calma, la mirada eterna entre uno y la otra, definen su amor.
Llego a la Torre de Hércules, en el inicio de las largas colas para la visita, en el lugar más concurrido de la ciudad. Más adelante ya diviso la prisión de la Torre, abandonada, sin que las administraciones se pongan de acuerdo para declararla bien de interés cultural, y proceder a la reforma, de un edificio simbólico en un lugar privilegiado.
Ya al lado del Domus, me adelanta un trabajador migrante, vestido con un chándal de trabajo. Mochila roja, bocadillo envuelto en papel de aluminio, se dirige a ganar el sustento del día. Sus manos, con múltiples arrugas y marcas, simbolizan las huellas físicas de su trabajo.
Más adelante, un grupo de personas mayores se bañan en la playa de Riazor. Bajo las escaleras que conducen a la arena y me sorprende que a estas horas de la mañana, 17 grados, temperatura del agua 16, sean capaces de hacerse unos largos.
Al mismo tiempo, una familia "guapa" con sus dos hijos pequeños, acompañados de una fotógrafa, realizan un book fotográfico, desde todos los ángulos, todos juntos, los niños con flores en las orejas, los padres achuchando a los niños sentados en la arena, los niños saltando. Una pasarela en primera línea de playa. Espero que no, pero semejan aquellos padres que quieren hacerse famosos ellos y a sus hijos, cueste lo que cueste.
Ya, decido dar fin al paseo en el imponente obelisco Millenium, mientras me sulibeyo con el amanecer. Feliz final de verano, amigas y amigos.