He sido osada.
Lo suficiente para decir mi nombre con fuerza; presente.
Sé guardar silencio en momentos de crisis esperando con paciencia mi turno al bate.
He sido dama soñadora. He mirado a muchos a los ojos para que entiendan la seriedad de mis convicciones.
Tengo claro mi propósito. Persigo mis metas, hablo de ellas sin temor a quien escuche.
No le temo al movimiento de mi cintura, ni al nudo que se me hace en la garganta cuando mi corazón siente fuerte.
No pertenezco a ningún grupo que busque el control de mis acciones y pensamientos.
Soy libre y del mundo, de los continentes, de los mares y las tierras.
Soy indomable. Siento el golpe de las congas y la pasión de las cuerdas tan profundo hasta sentir el latido de mis venas que impulsan sangre al corazón. Me gusta estar descalza y pintarme los labios.
Los rizos de mis cabellos no son asunto de discusión. Soy hembra, digna y fuerte.
Ayer estuve en tus brazos. Ayer me dejé amar. Hoy puedo recordar mi desnudes sin sentirme menospreciada. Miro el reflejo de mi espejo y siento que soy encantadora. El cuerpo es solo cuerpo, no me define, yo soy hermosa.
Nadie decide lo que siento, mucho menos lo que pienso. Hoy soy coquí, soy moriviví. Soy llano y montaña. Me enredo en los cuatro elementos para ser más, para ser todo.
Quiero cantar y llorar por mis riquezas y pobrezas. No soy dinero, soy ambición de algo mejor. Hoy estoy hablándole a la vida. Junto a mi está la guitarra y el cuatro, el güiro y la pandereta, todos somos orquesta. La musa me enamora cuando hay sol, habla de mi cuando la luna está llena. Todo es poesía. El mundo es de las palabras y de los hechos. Tus acciones y las mías se juntan tejiendo una realidad distinta para cada uno de nosotros.
Cruzando, trenzando, hilando.
La muerte es necesaria, mas no es el final de mi existencia, es la transición, así como los besos invitan al hacer el amor. Caliente y frio a la vez, brillante como los astros que parecen inalcanzables. Hoy me pongo la falda que me regaló la abuela, la flor en el cabello para declamar estas palabras dedicadas a la jíbara de mi tierra. Yo puedo ser todo, menos tuya. Solo puedo ser mía, hasta que el último suspiro llegue a mis pulmones anunciando lo desconocido. El tiempo no se acaba, no termina.
Somos infinito, yerba buena que renace en todas las tierras.