Iago López Roel
¿Caminamos hacia la soledad?
El ser humano es un ser social y por ello nuestro cerebro está diseñado para interactuar presencialmente con otras personas o animales. Sin embargo, la tendencia de la sociedad está encaminada a pasar cada vez más tiempo con nuestros dispositivos tecnológicos y hacia el asentamiento de una cultura cada vez más individualista. Esto me lleva a preguntarme: ¿y si nos estamos equivocando?
Cada año va en aumento el tiempo que pasamos conectados a internet (6 horas y 54 minutos diarios en 2020 según el estudio realizado por Hootsuite y We Are Social), llegamos incluso a dormir con nuestros móviles lo que nos genera tal dependencia que nuestra vida gira en torno a los mismos. El contexto que estamos creando hace que desarrollemos creencias como que a mayor número de seguidores en Instagram o a mayor número de conversaciones que tengamos por whatsapp, más queridos seremos y eso es un drama social. ¿Cuántas veces te has quedado pegado al teléfono esperando el mensaje de una persona que te importa? ¿Ese tipo de situaciones generan ansiedad? Rotundamente sí.
Luego está la cultura individualista, potenciamos el “tú sola te sobras y te bastas”, “viaja solo”, “vive solo” y un largo etc. Cada vez estamos más conectados globalmente y tenemos más seguidores en redes sociales, sin embargo va en aumento la sensación de soledad en las personas y con ello los casos de estrés y ansiedad en el mundo.
El cerebro busca que sobrevivamos atendiendo a dos aspectos fundamentales: nuestro bienestar físico y siendo aceptados en nuestro grupo. En el momento que una persona se sienta sola, entra en estado de alerta lo que nos lleva a estar más irascibles con nuestro entorno y eso compromete nuestras relaciones personales ¿Les suena?.
Permítanme que utilice la siguiente metáfora: si un animal no come, con el tiempo se vuelve agresivo y se desespera por conseguir alimento. El cerebro es como un animal hambriento, o le das de comer o se desespera, se siente solo y se enfada. Bien, pues la comida del cerebro son las experiencias que vive, pero experiencias de calidad y no la “comida basura” como pasar muchas horas en las redes sociales, mirar solo para tu ombligo sin ayudar a los demás o pasar mucho tiempo solo. Con el contexto que estamos creando sobrevivimos, no vivimos y por ello es necesario volver a recuperar la esencia de la naturaleza humana.
Existen investigaciones sólidas que dicen que compartir hace que nuestra vida tenga sentido y por tanto mejora nuestro bienestar y nuestra autoestima, no sólo compartir cosas materiales, sino experiencias presenciales con otras personas. Les lanzo una pregunta ¿En qué momentos se sienten plenamente satisfechas? les doy alguna pista: cuando estamos pasando tiempo de calidad con otras personas, cuando ayudamos a los demás y pensamos que nuestra vida tiene sentido, cuando realizamos actividades que nos llenen en compañía, pasamos tiempo en la naturaleza y la respetamos, etc.
El contexto nos lleva a tener hábitos tóxicos y estamos en modo “piloto automático”. Sobrevivimos pero no vivimos y nos hemos olvidado de alimentar nuestras necesidades emocionales de forma correcta. La historia nos ha demostrado que el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación en contextos de crisis. ¿Estamos a tiempo de cambiar?.