José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: ¡Estoy aquí!
Cuando suena el despertador, empieza el terror, Pablo lo arrastra de un manotazo fuera de la mesilla de noche para no escuchar. Sólo es capaz de incorporarse, cuando sus padres le recuerdan que es la hora de ir al Instituto. Es su segundo mes en 1º de la ESO.
— ¡No quiero ir!, ¡No quiero ir!, ¡Nooooooo!
— ¿Pero qué te pasa Pablo?, ¿Por qué no quieres ir?
No es capaz de articular palabra, desayuna lo imprescindible, poco a poco, con suma lentitud. Coge su mochila y minutos después de camino al instituto, su barriga empieza a rugir, nota como si tuviera un cinturón muy apretado alrededor del estómago, surgen las ganas de vomitar, la ansiedad le devora.
Un poco antes de la puerta de entrada al insti, le están esperando los “dos muñecos diabólicos”, así le llaman los compañeros de clase. Se acercan a Pablo, lo insultan: ¡cara de rata! ¡mierdas!..., lo empujan, le quitan la gorra y el bocadillo, y le dan dos bofetadas como saludo de bienvenida.
Sentado en su pupitre, le tiemblan las piernas, su mirada está fijada en un punto de la pared que no existe. Ana, una compañera que se sienta en el pupitre a su izquierda, observa con preocupación. Él está absorto en sus pensamientos. La profesora tiene que acercarse hacia él, y tocarle en el hombro para que responda
— ¡Pablo!, ¡Pablo!
— ¿Qué te pasa Pablo?.
— ¡Nada, nada, disculpe profesora
El sonido del timbre que indica el recreo lo altera, le ocupa y preocupa. ¿Qué pasará hoy?. Se coloca en el patio al lado de una columna para que lo vean los profesores que vigilan, aún así la primera piedra lanzada con un tirachinas le da un primer aviso, pasa a unos centímetros de su cintura, la segunda le impacta en el pómulo, a punto de alcanzar su ojo izquierdo. Sale corriendo y se refugia en el aula informática. De repente la puerta se abre suavemente, es Ana que se acerca y, se pone a su lado en silencio.
El acoso escolar, sigue siendo una asignatura pendiente, y la responsabilidad está en toda la sociedad. Difícilmente un niño que no ha sido educado en casa con respeto, cariño y normas claras, sabrá comportarse adecuadamente con sus iguales. Es una cuestión de valores, de empatía, de saber lo que está bien, que está mal.
Y no cabe duda que, la administración educativa debe garantizar que en todos los colegios, los profesores estén bien formados en éste ámbito, que haya una dotación suficiente de personal, orientadores, pedagogos, psicólogos. Amigos y amigas, la educación es una cosa seria.
@novoa48