Marisa Lozano Fuego
Epístola al 2022
Se acerca el día de tu llegada. Llevamos esperando por ti 365 días con sus noches, deseando que nos traigas algo mejor que lo anteriormente vivido. Nos pasa con todos los años, no eres en eso una excepción. Sin embargo, este año supone una diferencia por todo lo sufrido en estos dos últimos: una pandemia mundial que nos ha hecho taparnos las caras, la boca y el corazón para evitar contagios, dolor, contacto con nuestros seres queridos. El miedo a los volcanes y los virus, a la ruina y al desastre. Muertes producidas de repente, unas por enfermedad, otras por causas no naturales. Todo ello nos ha hecho vulnerables y nuestro espíritu de niños en esta Navidad está asustado, temeroso, deseoso de recuperar la fe en una especie de milagro que coloque otra vez todo en su sitio y nos traiga estabilidad, salud, paz y alguna certeza.
¿Estás preparado para llegar?
Sé que tampoco te resulta fácil, vendrás cargado de equipaje, de algunas vacunas nuevas y algún positivo, de noches en blanco y alegrías, penas e incondicionalmente el cariño de los nuestros, que necesitamos si cabe más que nunca. Vendrás asustado, entusiasmado, tembloroso, conociendo la responsabilidad que te ponemos sobre los hombros y deseando hacer un buen papel.
Cuando llegues te vamos a recibir bien, como siempre, con las mejores galas y un sorbito de champán, aunque no sea recomendable salir en manada a celebrarte por las calles, te celebraremos en nuestro interior, desde nuestras ventanas, desde las terrazas y sobre todo desde el alma, recibiéndote como si fuéramos vírgenes del dolor y de ti.
Eres temido y deseado, como una tormenta, como aire fresco, como un vendaval o un recién nacido que lleva a casa un poso de esperanza. Sí, depositamos en ti esperanza, la de que todo este horror acabe, la de que se fragüen nuevos proyectos, la de que nazcan ilusiones nuevas. En eso no eres distinto a otros años, no poseemos prejuicios, si bien entendemos que no te es fácil prometernos nada, porque tú mismo ignoras cómo serán todos tus días.
Alguna responsabilidad tendréis, humanoides, dices entre dientes, y llevas parte de razón. Ser responsables y cuidarnos pasa por guardar las distancias de seguridad, usar las mascarillas y vacunarse cuando toque, para así minimizar el riesgo. Ser responsables y cuidarnos pasa por mantener el ánimo en su sitio, tratar de avanzar por mucho que Tristeza empañe nuestra frente, y no dejar de ayudar a nuestros semejantes aunque a veces nos centremos demasiado en nuestra propia situación o pesar. Efectivamente, Año Nuevo, hay una responsabilidad compartida en esta próxima etapa que entra, y nosotros asumiremos la nuestra si tú asumes la tuya, fifty fifty, es un trato cuando menos justo.
Te esperaremos con los brazos abiertos y con gel hidroalcohólico en las palmas, con los ojos cubiertos de lágrimas y una sonrisa en los labios. Te esperaremos en ERTE, en paro, trabajando, durmiendo, luchando, haciendo pellas de la vida, te esperaremos jóvenes y ancianos, grandes y chiquitines, creyentes y ateos. Te esperaremos nosotros, nosotras, ellos, ellas, por aquello, por esto, por lo otro y buscando lo de Más Allá…te esperaremos con aroma a Cielo, con sonido de Infierno, con mutismo selectivo y con amnesia de los malos recuerdos, con muchísimas palabras y versos, con un beso de libertad.
Te esperaremos, ven pronto, no tardes, estamos deseando abrazarte con todas las medidas de precaución necesarias y a la vez sin ninguna, porque necesitamos creer ciegamente que no nos decepcionarás.
Cuando llegues, no avises, estaremos durmiendo, o a lo mejor soñando, despiértanos con ternura, como un aleteo en el párpado, como un gatito, como una brisa suave de invierno. O irrumpe como una tromba de agua trayéndonos oxígeno, salud y suerte. Estamos deseando que venga una época de ventura, esta vez más que nunca, porque ya hemos perdido demasiado. Y querido Año, sé que tú también quieres vernos felices, dejando de penar y de lamentar pérdidas. Sé que te gusta que sonría, que sonriamos.
Cuántos años antes hemos celebrado cosas, pues contigo celebraremos un nuevo cumpleaños, un nuevo empleo, un nuevo nacimiento, una familia de siempre, unos amigos eternos. Celebraremos lo de antes y lo de ahora, porque el futuro siempre es incierto. Y cuando te marches, estimado 2022, tendremos un recuerdo dulce de todas las cosas que nos dejaste. De todas las promesas que cumplimos. Para que este pacto de no agresión, o bien de confraternidad pase a ser una especie de desiderata, para que los buenos deseos se transformen en actos, para siempre. Nunca olvides que somos frágiles, como susurros, como pajarillos, y fuertes como una tormenta, como un baobab. Contradictorios como siempre solemos ser los humanos, y rebeldes como adolescentes, y suaves como San Bernardos, y fieles, e infantiles, y mayores, y arrugados, y tiernos.
Todas esas cosas has de integrar cuando nos toques, querido 2022, con tus manos de ángel y demonio, sabiendo que somos arcilla húmeda dispuesta para ser moldeada, y esperando que nos dejes moldearte a ti a la medida de nuestros anhelos. Lo único que precisamos es un poco de entendimiento y fe, fe en que las cosas que deseamos se volverán reales, entendimiento de que la situación actual no durará eternamente, y para eso necesitamos asumir nuestra parte de responsabilidad y hacerlo con la mejor disposición de ánimo posible.
Ven pues, sin miedo tú tampoco, no te destrozaremos. No había pensado que también podrías tener miedo, miedo a quedarte si hojas en el calendario, miedo a no ser importante para nosotros.
Miedo a que vulneremos tu buen nombre y te recordemos con tristeza. No temas. Estaremos ahí para ayudarte, tenderemos puentes, seremos solidarios, ayudaremos a mantener el cuidado y la serenidad. Agradeceremos a los sanitarios, sanitarias, a las personas de todos los sectores que trabajan cada día por nuestra salud, nos protegeremos y protegeremos al resto.
Tendremos una sonrisa debajo de la mascarilla, guardada para que se nos note cuando se arruguen las comisuras de los ojos. Para que nos la puedan ver brillar aunque vayamos tapados.
Así, querido 202, nos encontrarás. Expectantes, tímidos, mimosos, dubitativos, llenos de fe.
Así esperamos encontrarte, cuando nuestro reloj dé las doce del día 31, celebrando una nueva etapa llena de recuerdos distintos y todo un folio en blanco para escribir una historia nueva. Para dibujar un presente distinto, y reescribir el pasado con ternura y algo de nostalgia, intuyendo un futuro limpio donde todo nuevo comienzo es posible.