Milagros Domínguez García
¡¡En los días de mi vida!!
En los días de mi vida podría ser la frase que marque el antes o el después de nuestra existencia, ya que por múltiples razones puede cambiar la misma y desde ese instante ya nada será igual.
Vivimos atenazados con la angustia del está bien y el está mal, pendientes de no cruzar los límites que, a nuestro alrededor, se forjaron como altos e inexpugnables muros, ávidos de vivir experiencias que no se darán nunca si continuamos soñándolas reposando en un almohadón, raudos y veloces, corriendo hacia el interior que a veces es la prisión que no necesita de barrotes para contenernos; temblorosos, al confundir miedo con inexperiencia; furtivos, porque con nuestra mente huimos sin que nadie se percate; exactos. midiendo palmo a palmo y centimetro a centimetro negando al nonius medir con más precisión; corteses, queriendo explotar por dentro; afectuosos, fingiendo que el afecto es suficiente para nuestro corazón y de pronto surge esa ocasión donde decimos alto y fuerte: En los días de mi vida pensé vivir esta u otra situación, en los días de mi vida sentí latir de esta forma mi corazón, en los días de mi vida escuché una voz que fuese capaz de despertar en mí otra razón, en los días de mi vida había sido tan feliz, en los días de mi vida sentí tanto amor…
También en el recuento de la vida cuando echamos la vista atrás podría ser que en los días de mi vida sirva para el recuerdo de épocas donde, quizá, sin saberlo, éramos felices y nos demos cuenta de que en los días de mi vida volveré a sentir la alegría al ver a papá entrar en casa después de trabajar, en los días de mi vida volveré a percibir el olor de las filloas que amorosamente preparaba mamá, en los días de mi vida podré volver a sentir la protección de aquella abuela que con su sonrisa me daba lo mejor…
Y si nunca dijiste en los días de mi vida quizá no hayas vivido y puede ser que tengas que esperar otra vida en la que quizá la fortuna te encuentre y puedas decir: En los días de mi vida imaginé algo igual, pero, y si no te encuentra, ¿qué harás?
Y si lo sientes, cuando lo sientas, dilo, hazlo en voz alta, y siéntelo como nunca sentiste en los días de tu vida, porque, no nos engañemos, no hay pruebas de que haya otra vida y si en los días de tu vida no viviste algo que te remueva y te estremezca, no habrá valido la pena.
Y sujétalo si lo encuentras, si encuentras el motivo por el cuál dices en los días de mi vida porque, a veces por descuido, convertimos lo eterno en efímero y lo firme en volátil y te encontrarás diciendo en los días de mi vida pensé perderlo. Vive cada día como nunca hiciste en los días de tu vida, siente como jamás en los días de tu vida sentiste, vive como si no hubiera un mañana, porque quizá no lo haya en los días de tu vida.
Las oportunidades son escasas y rara vez pasan dos veces por la misma puerta y si en los días de tu vida no pensaste en tenerlas, qué haces que no corres a abrirles para que entren y se queden contigo para el resto de los días de tu vida.