José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Amanece que no es poco
Es 2 de mayo, todos los restaurantes y terrazas están llenos de gente. Varios amigos brindan con la caña en la mano en un local modesto con la intención de irse a cenar a uno de los restaurantes más económicos de Madrid. Pero Juan decide retirarse alegando que no se encuentra muy bien, está saturado de trabajo y dice sufrir migrañas.
Cuando llega a su piso compartido, ya con mucha hambre, extrae del congelador una de las pizzas “campestre” congeladas de 400 gr. (oferta 3x2 a 1,49 euros la unidad), que calienta en el microondas y come compulsivamente “maridándolas” con un vaso de agua fresquita del Canal de Isabel II.
Cae la noche, y en la misma ciudad, un broker de las materias primas, pasea tranquilamente a su perrito pensando en seguir llenándose los bolsillos con el sudor ajeno. Mientras tanto Juan piensa en cómo puede llenar el “buche” con el propio.
Juan, es nuestro protagonista real, tiene estudios universitarios: Marketing y publicidad digital, con dos Máster, recursos humanos y Comunicación Digital, trabaja en una gran multinacional, en cuestiones relacionadas con la venta online. Está muy bien valorado por sus superiores y, desde que él se incorporó a la empresa las ventas han aumentado considerablemente.
Su salario bruto es poco más de 16.000 euros, quedándole netos 1.050 mensuales. Vive en un cuarto sin ascensor cerca del centro de Madrid pagando piso compartido: 400 euros. Desayuna una pieza de fruta, la más barata que encuentra en la frutería, café con leche alternando pan, cereales o croissant de los que venden a granel. La comida diaria la sustenta en el comedor del trabajo con un vale que le facilita su empresa por 1,5 euros.
En un lugar no muy lejano, el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, disfruta de un “módico sueldo” de 1.500 euros la hora y se permite el lujo de llamar tontos a todos los que pagan la tarifa de la luz regulada.
Cuando le pregunto por qué no busca nuevas alternativas de trabajo mejor remuneradas, debido a su formación, me comenta que casi todos sus colegas están en la misma situación, que sí, que probablemente se haya acomodado, y que aunque consiguiera un mejor sueldo, cuestión harto difícil, la comida no la conseguiría por el módico precio que tiene actualmente.
Otro día más, amanece que no es poco para Juan, enciende la radio, se dispone a dar su paseo matinal de 1 hora hacia su puesto de trabajo (es saludable y ahorra en bonos de transporte). En el camino, escucha las declaraciones de la presidenta de la comunidad Isabel Díaz Ayuso, que asegura sin despeinarse que en Madrid no hay clases sociales. Fin de la cita.