Milagros Domínguez García
¿Y tú? ¿Qué uso le das al teléfono?
Hablando con una buena amiga, me hizo partícipe de una reflexión que creo merece la pena ser compartida. He de decir que consiguió hacerme pensar mucho, y sin duda alguna, he de darle parte de razón.
Me dijo que la mayor parte de los problemas que tenemos hoy en día en cuanto a las relaciones personales se daban a causa del uso del teléfono. Argumentó que si dejasen de existir las tarifas planas en llamadas y que si, además, volviesen los tiempos donde a los buzones llegase mensualmente el detalle de todos los números a los que se llama, muchas personas dejarían de llamarnos. Amplió su argumento al tan conocido servicio de mensajería que tanto usamos, Whatsapp, explicando que, si cada mensaje tuviese un coste, como sucedía con los ya casi olvidados SMS, conoceríamos el valor que tenemos para algunas personas, ojo que las hay muy tacañas.
Obviamente y como era de esperar, también hablamos del concepto que tiene sobre las redes sociales y del uso que se hace de ellas pero creo que merece esta parte un artículo en el que se pueda profundizar en tantos perfiles con los que nos podemos topar y casi prefiero dejarlo para una próxima ocasión y hablar con detenimiento de ello.
En cualquier caso me rendí ante la evidencia y confieso que creo que tiene mucha razón, teniendo en cuenta, por supuesto, que existen excepciones y que no deberíamos matar al mensajero que a buen seguro nos facilita muchísimo la vida, además de acercarnos a quien vive lejos, sino más bien reflexionar en lo que nos hemos convertido.
Las relaciones no cuestan ya, no hay que esforzarse en mantener viva la llama de la amistad o del amor. No hay que acudir junto a una persona para verla cuando la echamos en falta o cuando nos necesita, siempre podemos recurrir a una videollamada, olvidando así, que el brillo de una mirada da calor cuando lo tenemos a centímetros y que ningún audio es comparable a que esa voz transmita las emociones mientras se sujeta una taza de café caliente entre las manos y en nuestros ojos se condense ese momento que seguramente perdurará a lo largo del tiempo convertido en recuerdo.
La palabra se convirtió en muchos casos simplemente en un conjunto de letras que sirven para la comunicación, no tienen profundidad ni son eso que antaño se decía y era que: "El valor de un hombre se mide por lo que vale su palabra". Recurriendo al humor, hoy en día algunos y algunas no darían la talla ni para la mili.
Cualquiera puede decir "te amo" mientras está pasando el rato con otra persona, cualquiera puede inventarse una vida y llevar otra de la mano por la calle, cualquiera puede jugar con los sentimientos y hasta ofender a otro porque, al fin y al cabo, le ampara una pantalla, otro gallo cantaría si tuviese que dar la cara. Todo aquello que digamos ni siquiera llegará a la categoría de negro sobre blanco como sucedia antiguamente con las cartas manuscritas, ya que con solo pulsar en la pantalla, se puede vaciar un chat y todo lo allí vertido quedará en el olvido, ni siquiera se recordará, y lo que no se ve ya todos sabemos que no existe.
Conozco muchas personas que guardan todo lo que dicen y lo que leen, yo soy de esas, de las que no borro nada, aunque en ocasiones, tras enterarme de algunas cosas, hubiese preferido borrar y no tener una hemeroteca a la que recurrir y donde confirmar que soy idiota por creer en algunas personas. Me consuelo pensando que la información es poder, que el que guarda siempre tiene, y que nunca sabes cuando alguna boca se puede cerrar a toque de buscador con la palabra clave.
Ella, mi amiga, que además tiene un adorable pero peculiar sentido del humor, me decía que no se puede conocer a las personas si no las hueles, si no interactúas con ellas en el mismo plano, porque bien podrían tener cadáveres en el congelador y tu pensar que estas hablando con alguien que se muestra, no como quiere que la veas, sino como tú la quieres ver.
Obviamente, como podrán imaginar, esta conversación vino dada por una circunstancia que desde luego tiene su guasa, poca, pero la tiene. Y es que pudimos comprobar in situ como un "galante caballero" hablaba con dos mujeres al tiempo. Les decía las mismas cosas, las mismas si, es que la creatividad tampoco es su fuerte, y oiga que poco tiempo más tarde se sentaba con una de ellas a tomar café, con un cuajo pasmoso y diciéndole que estaba guapísima. Con la otra, a la que también acababa de decirle que era guapísima, le dijo que tenía que salir con su hermano un momentito pero que volvería raudo a "su lado", esto yo creo que se debe a que aún no tiene el superpoder de la ubicuidad, que el día que lo tenga, se pondrá el calzón por encima de los pantalones y temblad féminas del mundo. Lo que no sabemos aún es lo que le dice a su mujer, con la que creemos no habla ni por Whatsapp.
En definitiva, que viva la era tecnológica y una OLAAA por esas personas que se visten por los pies y en las que se puede confiar porque diga lo que diga mi amiga, el teléfono es un artilugio maravilloso, son algunas personas las que están "enfermas" y es a esas a las que hay que anular.