Vanessa Rivas
Reflexiones de fin de curso
Con el calorcito incipiente y saboreando ya las merecidas vacaciones, imaginemos que, como trabajadores de cuaquier gran empresa que nos hubiésemos esforzado duramente y conseguido los objetivos marcados en nuestros puestos de trabajo para este año, nos premian con un mes de junio libre de presiones. Aunque debamos seguir acudiendo a trabajar, bajo el amparo de una nueva ley, conservaremos el puesto y el sueldo independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer.
Aunque para la gran mayoría el verdadero premio sería poder disponer de ese tiempo libre, en principio todos nos conformaríamos con la tranquilidad de ir a trabajar despreocupada y relajadamente pero, siendo realistas,..¿cuánto tardaríamos en llegar tarde, salir a hacer recados, tirarnos 2 horas tomando cafés, echarnos una siesta... o ya no ir directamente? Salvo que nos pareciese más divertido socializar y flirtear con nuestros compañeros o escondernos a jugar a las cartas o a fumar en corrillos... o putear a esos jefes que tantas ganas les tenemos y que están ahora totalmente desarmados y desbordados.
Pues eso mismo hemos hecho este mes con todos los estudiantes de secundaria que aprobaron en mayo con el cambio de ley que reemplazó la convocatoria de septiembre por la extraordinaria de junio, con el agravante de que son adolescentes, con toda la rebeldía y falta de madurez que eso significa. Se ha intentado mantenerlos motivados y controlados con el irrisorio aliciente de "podéis presentaros a subir nota" frente al suculento pensamiento de "puedo hacer lo que quiera que, en el peor de los casos, sólo me ponen un parte de incidencias" un papel que algún alumno mayor de edad rompe y tira a la papelera delante del profesorado. Aún así, en líneas generales, parece que bastante bien han respondido, ojalá me equivoque, pero tal vez sólo sea cuestión de tiempo que sean conscientes de tanta impunidad.
Mientras, en las mismas aulas, está el grupo de alumnos que ha suspendido y que deben recuperar en menos de 20 días las materias para las que hasta ahora tenían 2 meses, con la supuesta ventaja de que ahora cuentan con la ayuda de sus profesores... profesores expertos ya en hacer malabares para atender a la diversidad del alumnado recorte tras recorte, pero que quizá esta vez el reto se le vaya de las manos. Debe mantener en juego simultáneamente a los que tienen que recuperar la primera evaluación, los de la segunda, los de la tercera, alguno que quiere subir nota...y a los 20 restantes... demasiadas bolas en el aire para que no se caiga ninguna en 6 horas al día durante 3 semanas.
Si fuéseis los jefes de aquellos hipotéticos trabajadores ya estaríais sudando la gota gorda pensando en el papelón que os acababa de caer, ¿no? ¿Y si además de totalmente desarmados os viéseis diezmados? Profesores atendiendo exámenes de pendientes o recuperaciones de última hora; otros muchos presentándose a oposiciones o llamados a tribunales y otros organizando actividades extraescolares y complementarias tratando de premiar el esfuerzo de 2 años de reclusión y distanciamiento social. El profesorado de guardia resulta insuficiente para atender todas las clases y juntan a decenas de chavales en los patios. Mientras, los docentes que siguen en las aulas se dividen entre los que pretenden seguir el mismo ritmo del curso, los que intentan proponer actividades educativas más lúdicas y relajadas y los que se adaptan, o improvisan, seǵun el día y el ambiente colectivo.
Las familias también se dividen. Progenitores que por necesidad u obediencia envían a sus hijos al centro; otros que justifican su ausencia porque no ven la necesidad de que se siga ampliando materia y otros por todo lo contrario, no encuentran sentido a ver películas en clase; y otros que también improvisan según su hijo les relate el orden del día. Para aquellos que no cuentan con consentimiento y sí con malas ideas, esconderse o fugarse sin ser detectado parece más fácil que nunca.
Pero retomemos a los que tienen materias por recuperar. Esta bomba de relojería, no puede hacernos olvidar a los más afectados por todo este cambio.¿Aprobarán más que en el antiguo septiembre? Por supuesto! No porque el sistema sea necesariamente mejor, sino porque consciente o inconscientemente los profesores ponen un examen que los alumnos puedan aprobar dada la cantidad y calidad del tiempo que han podido dedicar. Si aún así no recuperan las materias, y tratando de evitar que paguen injustamente las consecuencias, el profesorado puede acogerse al nuevo poder de decisión que se le otorga si la media del curso alcanza el 5. Con seis cuatros y seis seises se pone sobre la mesa el pasar de curso o titular... a aquellos que antes desarmaron les piden ahora que dicten sentencia.
Antes de juzgar reflexionan sobre la falta de culpa del alumnado de estas leyes utópicas, de las ratios tan elevadas, de las materias no impartidas por los especialistas correspondientes, de currículos inabarcables, de sus horas de clases y deberes superiores a muchas jornadas laborales, de la falta de tiempo o apoyo de las familias más desfavorecidas o desestructuradas, de que el profesorado siga tragando con todo... así que se cae en la indulgencia de hacerles el flaco favor de que promocionen o titulen con tantas materias suspensas que incluso provoca la oposición de algún progenitor que no quiere semejante premio no merecido para su hijo. Por supuesto esto no es lo habitual, el miedo a que la inspección educativa dé la espalda y desautorice al profesorado ante cualquier reclamación está muy presente en cada decisión de las sesiónes de evaluación.
Los docentes contribuimos así a camuflar el fracaso escolar. Entramos al trapo de un sistema que no nos deja tiempo a reflexionar ni opinar sobre sus cimientos, ni sobre nuestra labor, ni siquiera a centrarnos en cada una de las personas a las que se supone debemos educar cada día porque cada vez nos desborda más el papeleo, los trámites e informes y nos agotan apagando fuegos entre familias y entidades superiores que han perdido el norte tanto o más que nosotros.
Sin tiempo a digerir este fin de curso surrealista, ya estamos pensando en el inicio del próximo que, con ese afán de vender la conciliación familiar, se adelanta más de una semana, sin tener en cuenta los plazos de muchos eslabones del engranaje del actual sistema educativo y por supuesto, volviendo a escatimar más de lo posible en recursos.
Esa primera semana de septiembre los equipos directivos volverán a crisparse peleándose con la administración con más premura todavía y a acostarse a horas intempestivas o no acostarse directamente para, una vez más, empezar el día estipulado, sea como sea y con recortes clásicos que, a fuerza de sufrirlos, ya los normalizamos: reducción del cupo de profesorado por centro; reducción de la optatividad de materias, de los refuerzos educativos y de las medidas de antención a la diversidad; o la infinidad de materias impartidas por profesores no especialistas como ejemplos más sangrantes.
Como "empleada" reflexiono, peleo y pataleo... pero creerme que sois los "clientes" los que tenéis el verdarero poder, las protestas de las familias son las que realmente quieren evitar. No dejéis que os ganen los que priman la cantidad frente a la calidad.
Vanessa Rivas