
David Darriba Pérez
La realidad de lo irreal
Permitid que me presente. Me llamo Lucy, vivo en Londres y creedme que soy una chica de lo más normal. Aunque muchos opinen lo contrario, aseguro que soy de lo más normal. Me gusta ir de compras, vestir con colores chillones y ponerme ese gorro a rayas que es tan calentito; ver las películas, encogida en el sofá, y si está mi chico dejar que me rodee con sus brazos, especialmente, si echan alguna de miedo. Las palomitas no faltan y casi siempre me quedo dormida a la mitad. En ocasiones me despiertan voces más altas que otras o la música que utilizan con el fin de dar más énfasis a alguna escena. Mi novio me acaricia el pelo e insta a que me vaya a la cama, con la voz dulce y muy bajita y así no terminar por desvelarme. Entonces voy a ella y termino por sumergirme en el dulce sueño. Ahí, en ese preciso instante, el instante que es imposible de definir con exactitud, muy al contrario a lo pensado, cobro consciencia dándome cuenta de lo que ocurre...
Sé que me estás soñando. Recuerdo toda una vida porque me sueñas... Mi esperanza se pierde por momentos y sólo imploro que tardes en despertar. Soy uno de esos sueños repetitivos y también imploro que así continúe siendo para volver a la vida, una vida menor que la de una mosca, pero una vida al fin y al cabo. Me noto rara cuando comienzas a despertar: ausente, olvidadiza, hasta que de forma definitiva desaparece mi percepción de las cosas que es tragada por la oscuridad más absoluta. Hipnos acude a ti, si bien Tánatos hace lo propio conmigo, alargando su mano, que más pronto que tarde conseguirá acariciarme con un suave y certero toque. La decisión de cualquiera de los dos acabará conmigo. Cuando despiertas yo también sueño, mejor dicho creo soñar, gracias a esos falsos recuerdos que mencionaba. Sueños normales con una nube, una mirada, un objeto o una persona que aun creyendo que existen no dejan de ser otra ilusión más. Quién sabe si tú también no serás un sueño. Tú, yo, todos nosotros... y Londres.
Me siento un boceto y el desdibujado trazo se emborrona si descuidas las manos al posarlas en el papel; un eterno blanco y negro como el de esas películas antiguas, aunque en ciertas situaciones me sueñes en color. El sonido aquí es extraño. No podría decir que tiene eco; ni si es limpio o lleno de ruido; si los graves o agudos se distorsionan, se acercan o alejan. No puedo explicarlo, es extraño y su confusión es absoluta. Merodeo por tu mente y ni siquiera sé si esto es agradable para ti. No creo ser una pesadilla porque soy una chica de lo más normal; pero no tengo la certeza de ello. La verdad que no tengo la certeza de nada, sólo que no existo más que en un sueño. Veo el sol. O no, más bien parece un inmenso pasillo que desborda una potente luz. Un reguero de luz, de una luz blanca muy llamativa y que me atrae igual que a un insecto. Cada vez asumo más mi final o alguien lo asume por mí...
Permitid que me presente. Creo llamarme Lucy, creo vivir en Londres y creo ser una chica de lo más normal. Esta luz me reconforta. En ningún momento deslumbra quitando el fogonazo inicial. Alguien al que no veo toca mi hombro. No siento miedo. Lo hace con cariño, como una madre o un padre. Me apacigua. Cabe la posibilidad de que mis días no terminen aquí, pues quién sabe si en cinco, veinte o treinta años me volverás a soñar. El sueño se apodera de mí, un sueño pesado que me obliga a cerrar los ojos y parar de hablar.