Carlos Regojo Solla
Ofertas para veteranos
Solía parar frente a la estación del tren, mal aparcado, con medio coche en la rotonda, cerca ya de la bajada que salía a la autovía por donde iba al trabajo.
Era poco tiempo, pero a mi se me antojaba eterno; allí, sobre la acera, en un pequeño espacio se encontraban desde las ocho los repartidores de prensa gratuita con sus distintas ediciones apiladas en paquetes de cien ejemplares atados con una cinta plástica. No me quedaba más remedio que cometer la infracción en aquel espacio reducido si no quería dar una considerable vuelta para enfocar de nuevo la autovía.
Bajaba del coche y me dirigía a los distintos montones de ejemplares cuyos paquetes estuviesen abiertos y cogía, decidido por la premura, una veintena de ellos de cada una de las tres ediciones ante la mirada atónita de los empleados encargados de la custodia y reparto de aquella bendita prensa cuya gratuidad nunca dejó de asombrarme.
"Son para un colegio", les decía al ver su expresión, y me iba pitando dejándolos con la palabra en la boca hasta que se fueron familiarizando con mi "abuso" y mi prisa hasta el punto que, alguno de ellos, llegó a tenerme preparado el bloque de los veinte ejemplares o a abrir con rapidez un paquete nuevo cuando del paquete abierto ya quedaban pocos.
Sesenta ejemplares de un material fresco y jugoso, que me llevaba para el aula de lunes a viernes, que constituían el primer contenido de nuestro trabajo escolar de la mañana hasta que, con la crisis del 2008 dejaron de repartirse.
Prácticamente hoy día todos los edificios tienen un buzón exterior para recoger mayoritariamente la propaganda de supermercados y áreas comerciales más o menos grandes. Exponen sus productos en incontroladas manadas de revistas a todo color en las que destacan sus ofertas "lleve tres y pague dos", "la 2ª unidad al 50%",... Los buzones rebosan alimentos, productos de droguería y otros artículos en papel, antes, durante y después del cambio de temporada o en vísperas de grandes fiestas como Navidad, inicio de curso escolar. Las empresas que hacen la oferta contratan servicios de repartidores que, al igual que aquellos repartidores de prensa coruñeses disponen de cientos de ejemplares muy apreciados para el público en general y para otro más especifico y numeroso.
En el parque, bajo los llorones o los plátanos ornamentales, el ayuntamiento con más o menos acierto dispuso de algunos bancos para que los ciudadanos, en su mayoría jubilados, descansen. Muchos de ellos son bancos distribuidos sin planificación mal orientados cara al invierno o en cuesta, por ejemplo, cuya incomodidad se hace patente
Aprovechando unos rayos de sol, después de un buen chaparrón, en uno de esos bancos especialmente largo, sesteaban ocho jubilados hace unos días. Medité en la globalidad temporal de aquella experiencia conjunta a una media de setenta y ocho (ochenta años) lo que me dio para el grupo unos setecientos años. Estando en esos cálculos, otro chaparrón imprevisto obligó a los veteranos a levantarse y guarecerse en unos soportales próximos olvidando recoger sus revistas de oferta que habían cogido en un buzoneo al revés, para poner en el banco con el objeto de no mojar el trasero.