Paco Valero
Un monumento a la corrupción en Vila de Cruces
En Vila de Cruces han colocado de nuevo una placa franquista en memoria de los mártires de la "nueva España". Y como siempre, unos nos indignaremos, otros se lo tomarán a chirigota porque habrán conseguido "provocarnos" y de paso entretener al personal soliviantado por la crisis y las medidas del gobierno, y a la mayoría les dejará indiferentes. Total, ¿qué importancia tiene? En esa placa figuran políticos y militares sediciosos y culpables de grandes crímenes que en ningún otro país de la UE podrían recibir homenaje público alguno, pero ¿a quién le importa eso? El alcalde de Vila de Cruces lo sabe seguramente, pero no le da importancia: para él son grandes hombres defensores de la patria y de la santa religión y eso está por encima de democracias, derechos humanos y otras leches.
Sin embargo, alguien debería decirle que algunos de ellos fueron no menos unos corrompidos "traidores" a esa patria que dijeron salvar. No lo digo yo, sino los archivos británicos desclasificados recientemente a los que han tenido acceso los historiadores. En 1940, al inicio de la segunda guerra mundial, los ingleses encontraron la manera de asegurarse la neutralidad de España: sobornando a los miembros del gobierno y militarotes más pro nazis. Dedicaron a ello, solo en la primera fase (hubo una segunda), 13,5 millones de dólares de la época, que al cambio actual serían unos 220 millones de dólares. No está mal. Es como muchos premios Gordos de Navidad de esos que tocan tan a menudo a algunos prohombres provinciales de la derecha eterna. Y los agraciados fueron insignes: los generales Varela y Aranda, que figuran en la placa de Vila de Cruces, por poner un ejemplo, se llevaron cada uno el equivalente a 32 millones de dólares, la misma cantidad que le tocó en suerte a Nicolás Franco, el hermanísimo del dictador. Y como ellos, otros.
Si el alcalde de Vila de Cruces supiera esto, correría seguramente a quitar la placa, no por un ataque de escrúpulos democráticos (¡Dios le libre!), sino porque con ella se homenajea a unos vendidos a la Pérfida Albión, como gustaba a los viejos franquistas llamar a Inglaterra. En ese caso yo le rogaría que se contuviera y aplacara su indignación, y aceptara una humilde propuesta: colocar al lado de esa placa otra donde se recuerde el mayor y mejor sacrificio que hicieron esos militarotes: entre su vocación nazi y el dinero, escogieron esto último. Benditos sean por ello. Esa otra placa podría ser así incluso un monumento recordatorio del lado bueno de la corrupción, algo que no vendría mal al partido del señor alcalde y del gobierno de España.
Es una idea que cedo a otros alcaldes y concejales afines al prócer de Vila de Cruces en municipios donde hay calles y placas que recuerdan a estos y otros grandes hombres del franquismo.