Guillermo M. Meijón-Corujo
¡Que paguen los ricos! El Impuesto sobre el Patrimonio
Cuando hablamos de impuestos, ya sea para crear uno nuevo o para debatir sobre los ya existentes, debemos tener en cuenta 3 cuestiones: el objetivo, la eficacia y el impacto en el crecimiento económico. Todo ello, por supuesto, procurando la equidad.
Durante las últimas semanas, las conversaciones no solo en los medios de comunicación, sino también en las colas de espera en carnicerías o pescaderías (que es donde se aprecia el grado de conocimiento popular sobre los temas de actualidad) han tratado, fundamentalmente, sobre economía: la de andar por casa (afectada por la inflación) y la de las grandes cifras (protagonizada por los anuncios de diferentes políticos).
Dentro de esta última (ya hablaremos de la primera en otra ocasión) el ruido televisivo, que no debate, ha girado varias semanas en torno a dos únicas letras: "IP",
o lo que es lo mismo, Impuesto sobre el Patrimonio.
El germen del debate no es otro que el hecho de que sean las Comunidades Autónomas las que lo gestionen, lo cual provoca que en Madrid se haya eliminado, la bonificación del 50% en Galicia o que en Andalucía se haya anunciado ya su supresión.
El IP, por si hay dudas, lo pagan solo aquellos contribuyentes cuyo patrimonio supere los 700.000€ (sin contar el valor de la vivienda habitual hasta 300.000€) mediante una tasa que oscila entre el 0,2% y el 3,75% (para que quede claro: paga más quien más tiene).
Entre los argumentos en contra del impuesto son tres los que más se repiten: la escasa capacidad recaudatoria, que se haya suprimido en otros países de la UE y que frene el crecimiento económico. ¿Es todo así? En parte.
Si bien es cierto que la capacidad recaudatoria es escasa (por ejemplo, la estimación de recaudación es del 1% del total de ingresos vía impuestos según el presupuesto de la Xunta de Galicia del 2022) es falso que seamos el único país del entorno europeo que lo tenga. Noruega y Suiza tienen también sus propios impuestos sobre el patrimonio neto. Además, otros países aplican impuestos sobre el patrimonio "parciales", es decir, sobre determinados bienes tales como activos en el extranjero, cuentas de valores, bienes inmuebles etc. como es el caso de Francia, Italia o Bélgica. En otras palabras, nuestro Impuesto sobre el Patrimonio tiene en el entorno europeo, como mínimo, un par de hermanos y muchos primos.
En lo relativo al crecimiento económico, hay tantas teorías como autores, pero incluso los que aseguran que el IP frena el crecimiento, reconocen que lo hace mínimamente puesto que nadie deja de invertir por un impuesto tan pequeño. Tengamos en cuenta que se trata de un impuesto que, en las cotas más altas llega al 3,75% (por poner un ejemplo, un porcentaje muy parecido al tipo de interés de la mayoría de las hipotecas que se ofertan en España actualmente).
Resumiendo, los conocidos como "impuestos sobre la riqueza" se han demostrado ineficaces y con escasa capacidad recaudatoria, por lo que se debe seguir trabajando para mejorarlos y complementarlos para cumplir con su objetivo de redistribución de una manera eficaz y eficiente.
Guillermo Meijón-Corujo
Presidente de e3Galicia