Paco Valero
El arte de Stephen King
Leyendo la entrevista que publicó recientemente El País de Stephen King recordé un libro de él que recomienda Antonio Muñoz Molina a sus alumnos del programa de escritura creativa de Nueva York. On Writing se llama, con traducción castellana de Plaza y Janés: Mientras escribo. Lo encontré en la biblioteca y lo leí en un par de días, con mayor curiosidad que expectativas al principio, lo confieso, porque Mr. King no aparecía en mi canon personal, aunque he visto buena parte de las películas basadas en obras suyas: Carrie, La milla verde, Los chicos del maíz, La zona muerta y no sé cuantas más. La mayoría, pasables, y alguna notable, como Misery o El resplandor. Ignoraba todo de él como escritor y mantenía algún prejuicio; no por el género que practica, sino por la mirada achinada e inquietante que tiene bajo unas cejas espesas y oscuras cuando era joven y ahora blanqueadas. La mirada de un chalado, pensaba, condicionado por su obra Sin embargo, hete aquí que me encontré a un tipo razonable, de vida doméstica casi ejemplar tras pasar una temporada en un infierno familiar y personal (incluye un pequeño "curriculum" al principio), buen escritor, con esa facilidad duramente trabajada que tienen algunos autores norteamericanos para escribir directo, sin adornos.
Un narrador de historias que ha pensado sobre su oficio con criterio y que sabe explicar lo que ha aprendido con el tiempo. Entre otras cosas, huir de los adverbios, no complicarse la vida con ciertos tiempos verbales y confiar en la inteligencia del lector para no llenar la obra de información innecesaria. No me extraña que Muñoz Molina lo recomiende en sus clases, porque se lee con provecho y desde luego puede interesar a quien quiera dedicarse a este oficio o tenga la afición de las letras.
Por esas cosas que tiene la vida, la lectura de la entrevista con Mr. King coincidió en el tiempo con la lectura de otra obra sobre el oficio de escribir, o mejor sobre "el arte de escribir", porque ésta es de cejas altas. Me refiero a Le roi vient quand il veut (no hay traducción al castellano, Albin Michel 2007), un compendio de entrevistas con Pierre Michon, editadas por el autor francés para dar a conocer el origen de sus obras y su concepción de la literatura.
Para entendernos, Michon está en las antípodas de Mr. King y recibirá algún día el Nobel de Literatura. Eso sí, muy del gusto francés: rico en referencias culturales y con frases que podrían incluirse en una antología de Grandes Revelaciones de la Literatura, siempre algo excesivamente grandilocuentes aunque se pretenda lo contrario. Veamos tres (traducción mía):
- [Roland] Barthes señaló que la antropología se basa en el postulado de que "es profundamente injusto que un hombre pueda nacer y morir sin que se hable de él"; esta injusticia, la antropología pretende repararla a su manera, pero eso no prohíbe hacerlo a la literatura. Por eso, entre otras cosas, me dediqué a las vidas [Vidas minúsculas, una de sus obras más conocidas, editada en español por Anagrama, como casi todas las demás].
- Lo que busco puede ser el esbozo de la novela, su mínimo vital, lo suficiente por sí mismo: algo así como lo que fue el soneto para la poesía, esa pequeña prisión de versos esenciales frente a unidades poéticas verdaderas, más ligeras, más duraderas, más libres, pero sostenidas por lo inesencial".
- Absalom! Absalom! [de Faulkner] es en efecto uno de los textos en los que la competencia técnica y afectiva de un autor es tan milagrosa que parece librarse de contingencias como el autor, el tiempo, la voz representativa de tal o tal grupo: el texto es entonces como una proliferación del vacío si es concebible que el vacío tenga conmociones harmónicas
De la boca de King nunca saldrán frases parecidas. De la misma manera que Michon nunca aconsejaría leer "prosa mala" (como El valle de las muñecas o Los puentes de Madison), como hace King, porque leyéndola se aprende a no caer en ciertas cosas. Son agua y aceite literarios y sin embargo comparten una misma pretensión: los dos buscan el grado mínimo de elaboración, aunque tengan objetivos "artísticos" tan diferentes. Michon persigue con su prosa escueta recuperar el lado anónimo de la vida, lo que se escabulle en los días y las vidas perdidas, en lo no dicho. King, con la poda de la prosa y de lo accesorio alumbra nuestros miedos, quién sabe si con la secreta esperanza de hallar en ellos una respuesta a su existencia. Uno busca trascender. El otro entretener. ¿Quién sobrevivirá al paso del tiempo? Solo preguntarlo parece una herejía.