Vicente G. Rivas
Encomendarse a la Virgen y a los santos vía Gobierno
A la virgen y a todos los santos se encomienda uno, aunque no sea creyente, para encontrar un trabajo, para que toque la lotería, para curarse de una enfermedad, para que le concedan un indulto o 'por si acaso'. También para que gane su equipo o no descienda. Si hablamos de fútbol, por ejemplo para que un juez no meta mucho las narices en los dineros de un fichaje o, si las mete por unas recalificaciones tras el aviso de Europa, que lo haga con el ministro de Justicia más 'progre' de la historia.Precisamente si hablamos de Justicia, uno se encomienda también a la santidad completa para, bien que le dejen cumplir con aquello que marcan las leyes, bien con el fin de que no le pillen en el renuncio de ayudar a un amigo/conocido/amigo de un conocido.
Son peticiones, solicitudes y ruegos todos estos que no adquieren la categoría suficiente para conseguir el beneplácito de las divinidades. Se trata de cuestiones banales que, no obstante, si disponen de la intercesión adecuada a través de alguna sección económico-tradicionalista eclesiástica ascienden un escalafón en la pirámide peticional convirtiéndose en importantes.
Pero la cosa cambia cuando es un ministro el que decide invocar a Santa Teresa (a la que si levantara la cabeza le daba uno de esos arrebatos místicos tan bien y explícitamente descritos por algún cineasta) y, lo que es más destacado, afirmar que en realidad la santa está ya intercediendo por nosotros, todos, rojos, azules, verdes, amarillos, magentas... Todos, todos.
Enseguida han provocado reacciones encontradas las palabras del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. ÿl, que según diferentes medios forma parte de una de esas subsecciones de la iglesia a la que poco o nada le gusta el nuevo Papa, desde su relación estrecha con todos los santos ha asegurado que las cosas, es decir, la economía, los parados, la crisis en general, está camino de la solución gracias a la Santa de Ávila. Ahora entiendo muchas cosas. La primera tiene que ver con el optimismo del presidente, Mariano Rajoy, con el futuro 'azul' que nos espera, utilizando azul como sinónimo de bueno, bonito y barato. El rojo, tampoco hay que olvidar el apunte, se identifica con el demonio.
Si de antemano contamos con Santa Teresa y la Virgen del Rocío, Báñez dixit, entonces que se agarren los machos en el resto del mundo. Un análisis pormenorizado de las encomendaciones ministeriales aludidas explica los buenos augurios que sobre nuestro país han puesto de manifiesto gentes importantes del FMI, EEUU, OCDE, UE, y estamos a la espera de China, que para eso se cambiará la ley dejando el Tíbet como una especie de campo de paintball, juego sin masacre ¡Pero si hasta algunos bancos hacen ya publicidad sobre hipotecas porque la cosa cambia a mejor!
En definitiva, contar con la presencia de santos y vírgenes a nuestro favor es garantía de éxito. Dejemos las preocupaciones a un lado y demos paso al optimismo frente al positivismo. Estoy seguro de que, también en las cosas mundanas, esos nuevos integrantes del equipo de Moncloa ayudarán, mientras que en las importantes, la subvención divina está asegurada porque nos guardamos un as en la manga de Montoro: San Pancracio.
Un dato que confirmará todo esto lo viviremos en unos meses en el Mundial de Fútbol de Brasil, que ganaremos. A pesar de que algún insensato le ha puesto el apelativo de La Roja, la Selección (aquí hablamos de España, no de fútbol) volverá a triunfar porque también ahí los santos echarán una mano y si no ¿Qué mote tiene Casillas?
Por cierto, en los supuestos en los que uno (persona, colectivo o institución) puede rogar a la virgen y a todos los santos no he incluido a la iglesia y a sus representantes terrenales por razones obvias de conflicto de intereses porque aquí hablamos de encomendarse y no de pedir recomendaciones. Aclarado está.