Bernardo Sartier
Mis queridos detractores
Va por vosotros, que "elogiasteis" mi columna A otro perro con ese hueso. Que os acordasteis de mí. Y que tanto alentáis mi carrera periodística. Gracias de corazón. Yo también os quiero. Pero lamento deciros que no habéis entendido nada.
A lo mejor es que esperabais que de mi pluma saliese la tinta de la conmiseración falsa, el discurso de la compasivo e hipócrita, la insoportable levedad del buenismo prefabricado. ¿Sabéis qué os digo? Que vais de cráneo.
Seguramente pensabais que me iba a subir en marcha al "vitrasa" de Elenita Valenciano (pobre Psoe) que en el asunto hipotecario le pregunta a su compañera Trujillo "dónde has dejado tu alma socialista", cómo si el alma tuviese número de afiliado, cómo si el alma pudiese acreditarse con una certificación del registro civil. Y claro, os encontrasteis con alguien que canta claro. Y eso -reconocedlo- os jode.
Y como os falta costumbre va y os echáis al monte porque no os gusta la verdad que se aparta de la ahormada por tele cisterna, que es tanto como que no os gusta la verdad si no es bajo el dogmatismo de vuestra particular visión, esa que agita el matrix progre y que os cuenta cosas con las que os encanta pajearos mentalmente. Porque en el fondo sois buena gente, gente que se duerme arrullada con el cuento de Bambi.
Decía Bobby Evans que hay tres maneras de contar las cosas, la tuya, la mía y la verdadera. Y ninguna es mentira. Yo he criticado a banqueros y bancarios, a arrendatarios y políticos y a descerebrados irresponsables que se han hipotecado hasta los huevos sin pararse a reflexionar si podían pagar. No puede haber un planteamiento más justo. Porque en todo lo que nos pasa nadie es inocente. Pero para que veáis la lentitud de vuestro discurso, el dengue amnésico que os aqueja os recuerdo un párrafo literal de la columna: "ajustes para que los bancos no cometan excesos, todos; moratorias, ídem; regulación de la dación en pago, por supuesto. Y garantizar que ninguna situación de extrema necesidad quede sin amparo". El texto daba a cada uno lo suyo (éste a vosotros lo vuestro) y era perfectamente comprensible. Incluso para vosotros.
Ocurre que no hay peor sordo que el que no quiere oír, y en este caso, vosotros, tapia total, fans del maniqueísmo, hooligans del buenismo, toxicómanos de la pancarta que sois. Y como lo que la naturaleza no da no lo presta Salamanca os pongo un ejemplo de anteayer, a ver si así. Se trata de un "pinkfloyd" que va a un programa televisivo dispuesto a dar pena. Programa que, por supuesto, lo acoge con los brazos abiertos (no dejéis que una verdad os estropee una buena noticia: hay que alimentar el amarillismo para seguir en antena). Y el pinkfloyd que va y cuenta (el muy papán podía habérselo callado, a lo mejor hasta me conmovía) que él se hipotecó en ¡mil doscientos euros y pico al mes!. Total nada. El chocolate del loro, o sea. ¿Y ahora tengo que conmiserarme de semejante merluzo?. Ni de coña. Ya podéis empezar a ponerme a parir. De nuevo. Que hasta parece que me pone cachondo.
22.11.2012