Asalto a la Guardia Civil al grito de "mama, me llevan"
Por Natalia Puga
Al grito de "mama, que me llevan" se desató la trifulca.
Ocurrió en O Vao de Abaixo. Manuel S.M. estaba siendo detenido por la Guardia Civil por su implicación en una agresión en el ámbito familiar cuando lanzó ese grito de socorro. Sus tres hermanas y su sobrina salieron en su defensa y atacaron a los agentes.
Los hechos se remontan al 23 de junio de 2009 y llegaron a juicio este jueves en la Audiencia Provincial de Pontevedra. Tres hermanas de Manuel S.M. y una sobrina estaban acusadas de atentado contra agentes de la autoridad y lesiones leves por las patadas y puñetazos que dieron a los agentes para liberar a su familiar. El hombre también estaba procesado, pero en su caso por resistencia a agentes de la autoridad y quebrantamiento de detención.
La sobrina y dos hermanas (una de ellas sin estar presente en la sala, sino por videoconferencia) reconocieron los hechos y asumieron una condena a un año de prisión y el pago de una multa de 180 euros. El único hombre acusado también reconoció los hechos y asumió seis meses de cárcel por resistencia a agentes de la autoridad.
La tercera hermana, Adela S.M.. que no acudió a la Audiencia sino que declaró por videoconferenca al encontrarse en un centro de acogida, negó los hechos, de modo que el fiscal le pide un año y medio de prisión y una multa de 180 euros.
Esta procesada aseguró al tribunal que no participó en el ataque "de toda la unidad familiar" para evitar el arretro, sino que "estaba allí, pero no hice nada, estaba con mi niña bebé y no la dejé para hacer nada".
Su versión choca con la de los dos agentes que participaron en la detención y resultaron heridos. Declararon en el juicio y aseguraron que conocían a adela de intervenciones anteriores en O Vao y aquel día "estuvo activamente allí con toda la familia".
"Manuel gritó: mama, que me llevan y empezaron todas a darnos patadas, puñetazos y demás", explicó uno de ellos. "Nos rodearon todas y empezaron a darnos, por un rato perdí la consciencia, me pusieron un pie en la cara" y que recibieron pedradas, si bien sabe que las otras agresiones vinieron de todas las procesadas, pero la piedra no puede precisar de quién.
"Adela también se abalanzaba. Duró entre dos y cinco minutos el forcejeo, hasta que decidimos soltarlo porque un compañero estaba en el suelo y había demasiada violencia alrededor nuestra, de hecho, escapó y se llevó los grilletes puestos", señaló el otro. En su caso le rompieron la camisa, dieron arañazos en todo el cuerpo y dañaron un dedo, "en los tirones d la camisa estaban todos, me zarandearon".