El furor por el juego para móviles Pokémon Go no para de crecer en todo el mundo, y Pontevedra no se queda atrás en el aumento imparable de fans. Buen termómetro de la extensión de esta moda es la cantidad de personas que se concentra móvil en mano en zonas emblemáticas de la ciudad en la que están establecidas pokeparadas para capturar pokémon o gimnasios para entrenarlos o luchar contra los equipos contrarios, pero también el crecimiento de la comunidad de Pokémon GO en la provincia de Pontevedra, que este martes tuvo en la pokeparada situada ante el Pazo Provincial de la avenida Montero Ríos su primera quedada.
Detrás de esta convocatoria estuvo Ángel, un chico de 16 años que abrió la cuenta de la comunidad pontevedresa en la red social Twitter el 12 de julio, antes incluso de que el juego estuviese disponible para su descarga en España a través de la App Store de Apple y la Play Store de Android. Después llegó el grupo de Telegram creado para que los jugadores interactúen entre ellos y este martes ya tenían 261 seguidores en Twitter y 61 miembros en el grupo de la aplicación telefónica.
La pokequedada no fue multitudinaria, pero sí sirvió para sentar las bases de esta comunidad y para pulsar el nivel de respuesta de los seguridores. También para comprobar que los miembros de esta comunidad son pontevedreses jóvenes y menores de edad frente a un perfil del usuario de Pokémon Go que supera con creces esa edad. El grupo mayoritario de jugadores suelen ser jóvenes nacidos en la década de los 80's y 90's a los que, al nacer este juego, les entró la nostalgia por aquel videojuego o aquellos dibujos animados que causaron sensación en su infancia y adolescencia.
Pero Pokémon Go no es un videojuego al uso como aquel que hizo famoso a Pikachu y sus amigos hace dos décadas. "Esto nos hace salir de casa", relatan David y Carlos, dos jóvenes de 16 años que respondieron a la pokequedada convocada a través de la comunidad pontevedresa y que han podido comprobar que en la última semana ha aumentado el número de chicos de su edad que sale a la calle a jugar. En su caso, aseguran que "salimos igual que antes, pero ahora aprovechamos cualquier excusa para cazar pokemon", pero son conscientes de que el hecho de que la mayor parte de estos personajes aparezcan al aire libre anima a salir a más jugadores. "Cuando bajo a comprar el pan o tengo que hacer un recado, aprovecho y cazo algún pokemon", confiesan, pues cualquier hora del día o lugar de la ciudad es bueno para la 'caza'.
"Yo tengo 48". "Yo, 62". "Yo, 53", van relatando uno a uno los jugadores, que ya tenían el juego en su móvil antes de su llegada oficial a España y que poco tiempo después de la pokequedada se levantan y se mueven. No es que no estén interesados, es que el módulo cebo que instalaron en ese punto de la Alameda para atraer pokémon ya ha caducado -dura 30 minutos- y hay que salir a cazar. Hasta la pokeparada habían ido llegando en los minutos previos personas ajenas a la comunidad atraídas por ese módulo cebo como Manuel, de 26 años, pero poco agunta allí, quiere aumentar sus pokémon y allí ya no quedan.
Pokémon Go es un juego de realidad aumentada en el que el mundo del videojuego se traslada a la vida real y eso provoca que ya muchos no consigan ver lugares emblemáticos de la ciudad sin asociarlos a los personajes de pokémon. Sobre todo los lugares más emblemáticos porque este juego que utiliza la ubicación del jugador a través de Google Maps ha fijado sus paradas o puntos de concentración de pokémon en fuentes como la situada tras la iglesia de A Peregrina, el Concello, el Pazo Provincial y otros puntos de interés en los que los turistas con cámaras de fotos conviven desde hace una semana con jugadores con sus móviles.
Los gimnasios en los que se entrena y disputan batallas también se han ubicado en puntos destacados como la glorieta de Compostela, la conocida como fuente de los niños; el Hospital Provincial; y, sobre todo, en iglesias. En todas las de la ciudad hay uno de estos gimansios, pero, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares del mundo, en Pontevedra los jugadores respetan el interior de los templos y solo juegan en sus alrededores.
Pokémon Go es todavía un juego tan reciente que apenas hay documentación y guías sobe cómo jugar, situación que motiva que muchos de los jugadores interactúen con personas a las que no conocen, pero que ven jugando con su móvil en pokeparadas o pokegimnasios para compartir experiencias y trucos. Otros ya aprovechan también que quedan para salir con sus amigos y establecen como lugar de encuentro uno de estos puntos destacados del juego y, mientras esperan, cazan o entrenan. Es el caso de Borja, un joven de 26 años que aguarda a sus colegas detrás de la iglesia de A Peregrina y destaca que "un punto a favor de esta aplicación es que sales a la calle".
Dentro de las casas y en lugares cerrados aparecen pokémon, pero muchos menos que cuando el escenario en el que se conecta la aplicación es la calle y, además, la cantidad de kilómetros que el jugador camine con la aplicación encendida es importante porque ayuda, por ejemplo, a incubar huevos de pokemon y que puedan nacer, de modo que los jugadores destacan como una de las bondades del juego que ya no se juega en solitario en el salón de casa. Pero Pokémon Go tanto tiene virtudes como defectos y uno es que obliga a tener abierta la aplicación, el GPS y la cámara del móvil, de modo que "funde las baterías". Borja, por ejemplo, ya no sale de casa sin una batería complementaria.