Desbordados de solidaridad: "Nos está ayudando toda la gente que nos conoce, y mucha que ni nos conoce"

Pontevedra
19 de octubre 2017

Una ola de fuego se desplazó monte abajo y se llevó por delante buena parte del hogar de Elena Buch y Harry Prize y sus hijos Félix, Nico y Silve en A Insua. Una ola de solidaridad todavía más intensa está llegando desde todo Ponte Caldelas, Ponte Sampaio, Soutomaior o Lugo 

El incendio de Ponte Caldelas arrasó la casa de Elena y Harry en A Insua
El incendio de Ponte Caldelas arrasó la casa de Elena y Harry en A Insua / PontevedraViva

Una ola de fuego se desplazó monte abajo y se llevó por delante buena parte del hogar de Elena Buch y Harry Prize y sus hijos Félix (7 años), Nico (4) y Silve (8 meses) en A Insua. Una ola de solidaridad todavía más intensa está llegando desde todo Ponte Caldelas, Ponte Sampaio, Soutomaior y lugares más lejanos como Lugo.

La primera a punto estuvo de costarles la vida, pero a ellos les ha impactado mucho más la segunda: "Nos está ayudando toda la gente que nos conoce, y mucha que no nos conoce. La gente es impresionante", relatan mientras intentan poner un poco de orden en el desorden que se ha adueñado de sus vidas

El fuego les llevó el domingo el autobús antiguo restaurado en el que habían instalado sus habitaciones y el galpón en el que tenían el aseo, electrodomésticos y sus herramientas. Solo se salvó la casa de madera que alberga su cocina y su salón, a todas luces insuficiente para seguir viviendo una familia de cinco miembros, de modo que el Concello de Ponte Caldelas les cedió hasta que la necesiten la casa de Caritel en la que años atrás se había realojado una de las familias de etnia gitana de O Vao. 

Allí han encontrado un refugio, pero todavía se están instalando. No resulta fácil porque, desde primera hora del lunes, no paran de recibir ayuda. La noche del lunes la pasaron en el pabellón de Ponte Caldelas y, a la mañana siguiente, cuando fueron conscientes de la devastación, decidieron pedir ayuda a través de mensajes a los grupos de whatsapp de los padres de las clases de sus hijos en el colegio de la parroquia pontevedresa de Ponte Sampaio

"Bos días, que tal estades? Nós regular: ardeunos a habitación da casa no incendio, se nos podedes deixar roupa para o neno que xa non usedes volo agradecemos. Apertas". Fue uno de ellos y enviaron uno similar al otro grupo sin esperar que tuviese el impacto final. 

El lunes sus niños no fueron al colegio, pero sus padres sí se acercaron a última hora de la mañana al centro para recoger las prendas que les podían haber dejados. "Esperaba dos o tres bolsas de ropa, una camiseta de uno...", explica Harry. Se sintió abrumado, pues todo lo que les habían llevado no le entraba en su furgoneta. Desde entonces, tan sólo desde Ponte Sampaio han llevado hasta su casa temporal en Caritel tres coches llenos de solidaridad

Ropa y juguetes para los niños, ropa de adultos, comida, material para bebés...la lista es interminable desde el colegio, desde los dos de Ponte Caldelas, desde la guardería, desde el concello... "El alcalde me llamó personalmente, no tenía por qué hacerlo, no había periodistas delante para quedar bien, pero lo hizo porque se está portando muy bien", sostienen, "desbordados" por la situación.

La ayuda recibida es inmensa y ha llegado incluso desde Lugo, con personas que les han llegado a ofrecer trabajo. No necesitan un empleo, pues ambos lograron salvar de las llamas los instrumentos de Harry -músico profesional y profesor de clases particulares- y la cámara de fotos de Elena. Pero ellos están inmensamente agradecidos. 

A través de las redes sociales incluso se ha creado una plataforma de ayuda y un número de cuenta  a través del que la gente puede canalizar su ayuda para ayudarles a reconstruir el hogar arrasado por las llamas. Elena y Harry eran inicialmente reticentes a esta iniciativa, pero lo único que sienten es agradecimiento, han dado el Ok a la cuenta y ya piensan en cómo afrontarán la reforma, para la que ya les han dado puertas y ventanas y han ofrecido ayuda fontaneros, albañiles y todo tipo de voluntarios. 

Mientras intentan ordenar su vida y las bolsas de ayuda, se quedan con lo positivo, que sus hijos se han llevado una lección de vida: "que pueden perder todo y no pasa nada, lo importante es la gente". Ellos la han asimilado y Félix, el mayor, ya dice: "no pasa nada, si hace falta otra casa, haremos otra más bonita".

La esperanza de esta pareja es que también la sociedad aprenda algo de la tragedia, pues "nuestra historia es anecdótica, le pasó a más gente, pero lo importante es que no se repita". Y no se le pondrá freno hasta que se cambie la política forestal, pues su casa estaba rodeada de árboles y "no sería ningún problema si fuesen autóctonos, frondosos y con fincas cuidadas", pero les rodean eucaliptos y ardieron como una mecha. "Mientras no haya una política fuerte que obligue a la gente a cuidar, va a volver a pasar". Harry vivía antes en la aldea de A Roca, ya la vio arder tres veces y "cada vez arde peor". 

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