Cuatro décadas de mujeres policías: la visión de la inspectora jefa de la UFAM pontevedresa
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
Cuarenta años después de que las primeras 42 mujeres entrasen en la Policía Nacional, son ya más de 9.000 las agentes incorporadas en plantilla en este Cuerpo, 39 de ellas en la Comisaría Provincial de Pontevedra. Con motivo del 40 aniversario de aquel julio de 1979 en el que las 42 primeras inspectoras juraron el cargo -el acceso a la Escala Básica tendría que esperar seis años más-, PontevedraViva ha hablado con una de las uniformadas pontevedresas, la inspectora jefa Maite Pantín.
Mujer policía y, a su vez, máxima responsable de la UFAM, la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Comisaría Provincial de Pontevedra, Maite Pantín es una de las 39 agentes mujeres de una plantilla total de 200, un porcentaje femenino similar al que se vive en estas comisarías, pero que, en este caso, desde el pasado mes de octubre, cuenta con un elemento que marca la diferencia de cara a la normalización de la presencia femenina en puestos de mando: tiene por primera vez una comisaria al frente, Estíbaliz Palma.
Frente a visiones más críticas sobre la situación actual en la mujer en la Policía Nacional que han surgido en otras partes de España (como ejemplo, este caso de Albacete), Maite Pantín ofrece una perspectiva positiva de una Comisaría en la que considera que existe una igualdad real en cuanto a los puestos de responsabilidad de mujeres y hombres. Una comisaria, una inspectora jefa, tres inspectoras, una subinspectora, cuatro oficiales y 29 agentes completan la representación femenina en Pontevedra, de la que la responsable de la UFAM destaca "tenemos una jefa, que ya es lo más, es la primera vez que hay una comisaria en Pontevedra".
No siempre ha sido así y Maite recuerda que "ha costado porque al principio todo estaba planteado para los hombres, hasta los uniformes, los pantalones nos eran incómodos", pero considera que "se ha ido mejorando todo" fruto de la lucha de las primeras mujeres en llegar al Cuerpo, "peleando, porque al final en esos aspectos sí que hay que pelear y luchar por que haya una igualdad" que, según su visión, no existe en toda la sociedad. En Pontevedra recuerda que hace escasos cuatro años carecían de chalecos adaptados al cuerpo femenino, pero ahora la reivindicación ya ha tenido respuesta y una prenda tan importante para garantizar su seguridad ya está adaptada a las condiciones de la mujer.
Estas luchas que han tenido que ir librando las atribuye más a la falta de experiencia -"al principio todo era nuevo"- que a una voluntad de discriminar a la mujer y, de hecho, considera ya superadas dificultades iniciales asociadas, por ejemplo, al uso de la falda en el uniforme de gala femenino. "Ahora es bastante optativo. Nada te obliga a poner falda en el traje de gala, puedes ir en pantalón, es una opción", asegura. De hecho, en su caso, "aquí nunca me han obligado, cuando voy a algún acto voy en pantalón y no he tenido problema".
Tampoco ha tenido constancia de discriminaciones reales hacia otras compañeras que hayan sido tratadas de forma diferente por su condición de mujer. "Ni lo he sufrido ni tengo referencias directas que hayan visto algún caso", asegura. "Aquí, cuando llegas, llegas a lo que hay, igual para todos, y luego cada uno se va eligiendo un poco lo que más le gusta, pero no hay ventajas y no hay puestos que una mujer pueda desarrollar mejor o peor".
Sí reconoce que "quizás al principio costaba un poco más que hubiese mujeres en puestos de responsabilidad", pero insiste en que "ahora ya está más normalizado" y la única reacción llamativa que ha vivido por ser mujer con uniforme ha sido de sorpresa al estar asociado el trabajo de policía, en el imaginario colectivo, a los hombres. "Me he encontrado a veces que cuando digo que soy policía, se sorprenden. Cuando esperan un policía, esperan un varón, pero a parte de eso, nada".
La visión de Maite Pantín no ha cambiado a lo largo de los años, desde que en 1996 entró en la Academia, sino que "el único cambio es que cada vez hay más mujeres en el Cuerpo, pero en cuanto a la situación que hay dentro de la Policía yo no he notado un cambio". Desde su perspectiva, depende más de cada persona y de cómo afronta su trabajo que de la propia sociedad o de sus compañeros.
De hecho, en su unidad, la UFAM, que dirige desde su constitución en Pontevedra en 2016; y en la Unidad de Prevención y Asistencia y Protección (UPAP) de la que había sido responsable previamente, no nota diferencias de trato ni hacia las personas protegidas ni entre compañeros. A su llegada, eran todo hombres y en la actualidad tan sólo hay dos mujeres, ella como jefa y una compañera, y asegura que nunca se ha encontrado quejas ni la petición de una mujer para ser atendida por otra mujer y no por un hombre.
La UFAM se encarga de la investigación y la protección de las mujeres víctimas de violencia de género, de los menores, de los delitos de agresión sexual y de cualquier infracción cometida en el ámbito familiar, todos ellos delitos delicados en los que podría presuponerse que las mujeres víctimas preferirían ser atendidas por otra mujer. Sin embargo, nunca se ha encontrado esa situación e incluso se ha dado el caso de no estar el compañero y que ella se ofrezca a atender a una víctima y ella lo rechace para volver en otro momento. En casos de agresiones sexuales suele optarse por que sea una mujer la que tenga el primer contacto con la víctima, pero no se ha encontrado ningún caso de que le digan explícitamente: "prefiero ser atendida por una mujer".
"Yo creo que al final está un poco la profesionalidad de cada uno, independientemente de que seas hombres o mujer. Si tienes la sensibilidad suficiente para tratar con estos temas, no creo que sea una pega", sostiene tras diez años trabajando directamente con víctimas de violencia de género y delitos sexuales. "La clave de este trabajo está en empatizar un poco con las mujeres, escucharlas, y ganarse su confianza", y todos sus compañeros lo hacen.
Desde la creación de esta unidad especializada, no ha detectado ningún cambio significativo en el número de denuncias y órdenes de protección dictadas, aunque sí en la cantidad de mujeres que acuden a pedir asesoramiento. No ha notado tampoco cambios en el tipo de víctimas que acuden a ellos, de las que asegura que "no hay un perfil", sino que tanto la mujer que sufre maltrato como su maltratador proceden de cualquier ámbito o clase social. El único perfil de agresor que se puede establecer es el de un hombre que "se cree en superioridad sobre la mujer".
Tampoco por edades existe un perfil mayoritario, aunque sí indica que el mayor porcentaje de víctimas que precisan su ayuda tienen menos de 45 años y están notando un repunte de chicas muy jóvenes que se encuentran en situaciones de maltrato. Ahora bien, ha detectado que cuando una mujer de 60 o 65 años acude a denunciar siempre "son mujeres que llevan sufriendo violencia toda la vida" y son los casos más graves. "Cuando son muchos años, la mujer está muy deteriorada, muy cansada físicamente, psicológicamente..., pero cuando se deciden a dar el paso, no hay vuelta atrás", indica.
El caso que más ha impactado a Maite Pantín en la última década ha sido el de un matrimonio de más de 60 años en el que la mujer llevaba toda la vida sufriendo maltrato en todos los sentidos -físico, sexual, mental...- y "la tenía totalmente anulada". En esta ocasión, fueron los propios vecinos los que, hartos de discusionea, peleas y gritos, llamaron a la Policía. La mujer estaba "en un estado físico bastante lamentable, él la medicaba, la tenía totalmente anulada" y, tras la denuncia y una orden de protección, se está recuperando poco a poco.
La solución, a todas las edades, pasa por la educación, especialmente para las chicas más jóvenes. "No sé si es la idea del amor, de las princesas, del hombre que te quiere, los celos … parece que toleran un poco más y no son conscientes", explica, y resulta habitual que organice charlas en colegios e institutos y se encuentre con que las chicas "sí que identifican la violencia de género, saben lo que es perfectamente, pero cuando lo están sufriendo en sus propias carnes, no son conscientes de que eso sí es violencia de género".
De plena actualidad ante los cuestionamientos de Vox, la Ley de Violencia de Género tiene una férrea defensa por parte de alguien que, como Maite, trabaja con ella día a día. "Se puede reformar, se puede mejorar determinados aspectos, igual habría que retocar algún punto, pero es un hecho lo que está ocurriendo en la sociedad cada día, entonces, hay que tomar partido. El problema existe, pues hay tomar soluciones. Y la ley de violencia de género fue un punto muy importante", argumenta.
Además, asegura que es un mito que se den numerosos casos de falsas denuncias, pues en su caso, no ha detectado ninguna en diez años, y también esa supuesta existencia de numerosos casos de hombres maltratados por sus parejas mujeres. Ella no tiene constancia de ningún caso, reconoce que "igual los hay y por vergüenza no se denuncia", pero afirma que "aquí hemos tenido muy pocos casos".
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