"Necesito dinero para ir a la vendimia a Francia", la historia de un "sin techo" que pide ayuda en la Michelena
Por Mónica Patxot & Anxo Lourido
N. es un hombre de alrededor de 40 años. Se mantiene en el anonimato por motivos familiares, aunque muy poca familia le queda. Su padre desapareció, su madre murió en 1997 y su abuela hace un lustro. Está solo y se define como una "víctima de la construcción". Trabajaba en este sector cuando explotó la burbuja en el 2009. "Soy uno de los cuatro millones de trabajadores de la construcción que se quedó en el paro", afirma.
Ahora vive en la calle, pero con un objetivo claro. N. quiere viajar a Francia dentro de unos días para participar de la campaña de la vendimia en Burdeos y ahorrar un dinero con el que continuar con los estudios para finalizar el ciclo que le otorgue el título de técnico de ascensores. Para lograr ese sueño ha decidido establecerse en la calle Michelena, en la entrada de una desaparecida librería, para solicitar ayuda. Recibe monedas pero también acepta comida, un móvil viejo, ropa, un saco de dormir, esterillas... cualquier material que le permita subsistir a lo largo de las próximas semanas.
- Necesito el dinero para ir a la vendimia, para llegar a Burdeos, porque me robaron la maleta con todo lo que tenía. Necesito algo de ropa básica y un teléfono y algo de dinero para poder comer durante los primeros días porque allí se cobra a la semana y así para, al menos, tener algo que comer durante los primeros siete días.
Este hombre ya vendimió, años atrás, en Francia. "Es llegar y llamar. Si llevo un teléfono ya me dicen la ubicación y empezaría a trabajar. Sin problemas". Explica que allí le ofrecen más facilidades que para trabajar en las campañas de vendimia en España. En Galicia necesita una vivienda.
- En Francia puedes dormir en una tienda de campaña, en un saco de dormir, aquí necesitas pagarte una pensión. Entonces trabajas por lo que vives, no consigues mucho más. Aquí pagan peor.
N. es un hombre sociable, hablador, afable, optimista, pero también consciente de lo mucho que tiene que luchar para tomar un simple desayuno.
- Me resulta supervergonzoso parar a alguien para pedir dinero para un café con leche. Pero pedir así... (sentado en la calle con los carteles) no es lo mismo. He tenido otras ideas pero la más práctica es con un cartel, un rotulador gordo y un trozo de cartón y expongo mi problema. El que quiere saber más, ya me pregunta. Ocupo un metro cuadrado y creo que no molesto a nadie.
Reconoce que las personas que se le acercan antes de darle alguna moneda le hacen preguntas.
- Tienen miedo a que lo gastes en droga, en vicios, en tabaco o en alcohol. A mí eso me parecería mal. Sería como engañarlos.
Es el duro día a día de una de esas personas que por las noches intenta descansar en el interior de las dependencias de un cajero.
- Estoy solo. No me quedé con nada. No tenía nada. Yo solo tengo lo que gano. Si no lo gano, no lo tengo. Me falta el apoyo que suele tener todo el mundo cuando se queda sin trabajo y sin dinero. Otra gente tiene el dinero familiar o de alguien cercano que le dice: quédate a dormir aquí un par de meses, pero yo no. Hay albergues, pero duran tres o cinco días y viviendo en un albergue es muy difícil conseguir trabajo.
Porque su idea es trabajar para superar sus años oscuros, para recuperar la suerte que, de golpe, se le escapó. Por eso le brillan los ojos cuando habla de sus proyectos de futuro.
- Quiero completar el título superior de mecatrónica para ser técnico de ascensores. Con ese dinero conseguido en Francia pagaría los estudios, los libros de texto, la matrícula y el material escolar. Así aguantaría hasta julio.
Ya tiene programado cómo desplazarse hasta el país vecino.
- Voy en BlaBlaCar. Es lo más barato que he encontrado. El tren se me dispara y el avión ya ni te digo (sonríe). BlaBlaCar me sale por 90 euros. Me deja a 10 kilómetros de Burdeos y allí ya haría dedo hasta donde me digan.
N. ya ha realizado todos los cálculos de gastos para esta aventura. En uno de los cartones que porta se recoge el presupuesto establecido para las próximas semanas.
"Estoy solo. No me quedé con nada, no tenía nada. Yo solo tengo lo que gano. Si no lo gano, no lo tengo"
- ¿Cuánto dinero me va a suponer? 400 euros. Tengo previsto 5 euros en calcetines; 30 euros en pantalones, que sean de chándal; otros 30 en calzado y otros 30 en camisetas y en gayumbos, en ropa interior. Es que me dejaron sin nada cuando me robaron. Allí suelen tener pilones y fuentes o tienen lavadoras de wash-up (autoservicio) de 2, 3 euros. Se junta muda entre mucha gente y se lava. Luego, unos 100 euros de gasolina para el viaje. El teléfono para poder llamar allí. Y jabón, allí las lavadoras no tienen jabón y tengo que comprar aquí el detergente, que es más barato que allí. Y luego, en Francia, necesito dinero para los primeros seis, siete días para tener un bocadillo... porque no voy a estar vendimiando y pidiendo. Tal y como es de cara Francia calculo que gastaré unos 15 o 20 euros diarios para desayunar, comer y cenar y comprar bebidas para refrescarme mientras trabajo.
Actualmente lleva acumulados 100 euros. Todavía le quedan 300 para alcanzar el presupuesto previsto. Por eso ha decidido quedarse durante la semana previa a la Feira Franca y cumplir con su rutina durante estos días de actividad en la calle.
- Me pongo por la mañana, no gasto nada del día anterior. A día vencido, día guardado. Quito para el café y suelo conseguir 12 o 15 euros diarios. Hay días de suerte, de 20 euros. Estoy desde las nueve o diez de la mañana hasta la una del mediodía. Y por la tarde, de cuatro a siete y media o a ocho, depende. La gente en Pontevedra es colaboradora y caritativa pero reconozco que hay mucha gente pidiendo, pero no para un fin sino que viven pidiendo. Es su estilo de vida. Entonces, entiendo que la gente ya solo te da unos céntimos, porque somos muchos. Entonces, claro, necesito 100 personas para conseguir un euro.
Desde su experiencia en la calle, indica que Vilagarcía de Arousa también cuenta con numerosos indigentes que se dedican de manera permanente a la mendicidad. En cambio, en Vigo abundan los que se denominan "carrilanos", personas muy mayores, a los que no les llega la pensión, que viven desplazándose de albergue en albergue. "Viven en el carril", apunta N.
En este sentido reconoce que los servicios sociales que atienden a las personas sin recursos no logran resolver tanta demanda y además, se queja, aplican unas normas muy estrictas.
"Un momento de depresión o de tomar malas decisiones lo tiene cualquiera"
- Hacen lo mejor posible, pero a nosotros no nos soluciona. La trabajadora social de zona siempre te ayuda a tener una paga no contributiva o una renta de exclusión social, pero nunca te va a conseguir un teléfono para obtener un trabajo. Si quieres dormir en un albergue tienes que llevar el papel del Risga (renta de inclusión social de Galicia), del Inem y el extracto de los últimos seis meses bancarios, para dormir en cualquier albergue. Me estoy volviendo loco para tomar un café de leche y tú me pides siete mil papeles...
A N. no le alcanza el tiempo para tanto trámite burocrático, sobre todo ahora que quedó sin documentación después de que le robaran su maleta. Por eso pasa las noches buscando un banco con un cajero abierto donde dormir con cierta seguridad.
- El sábado o el domingo duermo bien porque los bancos no tienen actividad pero, por ejemplo, el lunes cuando llega el trabajador del banco aunque yo me levanto y ya me voy dejándolo todo igual, al día siguiente cierran la puerta del cajero para evitar que duermas de nuevo durante la noche.
Y entonces este hombre que vive en la calle recuerda que cualquiera puede llegar a su situación.
- Un momento de depresión o de tomar malas decisiones lo tiene cualquiera.
Ahora su esperanza es conseguir el ansiado título que le permita optar al trabajo de técnico de ascensores.
- Como aprendiz, ya monté dos. Y ya llevo tres años estudiando. Ya me quedó más.
Y N. ofrece una sonrisa amplia, a la espera de que pronto cambie su día a día.