Pablo Lago Pita no es periodista porque él sintiera la vocación profesional, es periodista porque la vocación profesional lo sintió a él. Un chaval que nacido en Ortigueira, que vivió en As Pontes hasta los diez años, cuando la familia de Sólfido Lago y Josefa Pita se trasladó a Dajla, o Villa Cisneros, en el Sáhara occidental.
Con 16 años, en noviembre de 1975 le toca vivir en primera persona los Acuertos Tripartitos entre España, Marruecos y Mauritania. Un tornado que lo removió y marcó inexorablemente. Repatriados a Las Palmas, la familia Lago Pita se afincó en la capital española, donde el adolescente se matriculó en la Complutense para estudiar Periodismo y en aquel hervidero cultural y político participó en la Transición.
Radio Fene fue su comienzo profesional. Unas oposiciones de RNE en Galicia, le trajeron además de un primer empleo en la entidad pública, a Juana, su mujer y madre de sus hijos: Andrea y Javier - quien también pasó por el interrogatorio de La Playlist -. Vivió la crisis del Prestige como jefe de informativos de RNE en Galicia y en 1996, volvieron a hacer maletas para asentarse en la Boa Vila.
Descubrimos al aficionado al baile: de suelto y de agarrado, inicialmente mirando siempre al suelo y luego con la mirada alta. Al futbolero, tan, tan tan sufridor y nervioso que le fue imposible quedarse delante del televisor y ver el ya mítico gol de Iniesta en el Mundial de Sudáfrica. Al lector empedernido gracias a aquel libro de la tía Encarnita: 'El Conde de Montecristo'. O al cinéfilo que, como recuerda en PontevedraViva Radio, con catorce años ejerció su primer empleo: taquillero vendiendo entradas en el Cine Sáhara, donde cada día, se metía a ver una película.
Descubrimos esos perfiles y algunos más. Y confirmamos el de sobresaliente profesional, compañero y amigo (de los que están y de los que ya no están). Como la calificación que le pone a su biografía por todo lo que le ha permitido vivir.