El duro invierno de los albergues de peregrinos
Por Manu Otero & Cristina Saiz
Frío y lluvia. Son las condiciones climáticas que tienen que afrontar durante buena parte de su trayecto aquellos peregrinos que se atreven a completar el Camino de Santiago durante el invierno. Con este panorama, el número de aventureros que cubren la ruta portuguesa a pie hacia Compostela se reduce de forma drástica y los albergues, que en los últimos años se multiplicaron en Pontevedra, son los principales afectados. "El número de peregrinos se reduce y los gastos, como el de calefacción, aumentan", explica el propietario de Slow City Hostel, en la calle Amargura, Jorge de Uña.
Una situación que contrasta con el calor, días soleados y belleza del paisaje de estaciones más amables y que invitan a echarse a andar. "Los meses de invierno no son rentables, se cubren con el verano", reconoce el presidente de la asociación Amigos do Camiño Portugués, Tino Lores, que gestiona el Albergue de Peregrinos de la ciudad del Lérez. "Nuestros trabajadores son voluntarios y no cobran, si lo hiciesen, no daría", admite.
La falta de ingresos hace que algunos de los establecimientos privados de la ciudad cierren durante el invierno. Es el caso del Albergue Aloxa, ubicado en la rúa Gorgullón, la entrada a la ciudad de los peregrinos que completan el Camino Portugués. Este año solo estará activo entre abril y octubre, aunque en temporada baja abre sus puertas previa reserva de grupos de al menos veinte personas. "La temporada empieza a partir de Semana Santa", justifica Lores.
En la misma situación se encuentra el Nacama Hostel, último albergue en iniciar su actividad en Pontevedra. "Abrimos en septiembre, pero tuvimos que cerrar desde diciembre a febrero porque es inviable", reconoce el emprendedor Francisco Vidal, cuya empresa volverá a abrir sus puertas este mes. "Esperemos que empiece a verse algo más de actividad", espera el propietario.
Pero otros emprendedores se niegan a cerrar sus puertas y tratan de buscarle el lado positivo al bajón invernal. "El servicio es más cómodo, el check-out es más relajado y nuestra seña de identidad es un servicio cálido y cercano", detalla Candela Garrido, propietaria del albergue Acolá de la calle Arcebispo Malvar, que es incapaz de olvidar la cara de agradecimiento de sus clientes cuando llegan mojados y están esperándolos con una bebida caliente y ropa seca.
A pesar de que el volumen de peregrinos cae, sigue siendo habitual ver cruzar la ciudad a diario a varios caminantes cargados con sus bastones y enormes mochilas. "Este invierno estamos teniendo gente de Taiwán y Corea", reconoce de Uña. Entre los usuarios españoles, los trabajadores del sector de la hostelería con la mayoria "porque en invierno es cuando tienen vacaciones", añade el anfitrión.
Amplía el abanico Tino Lores, que en estas fechas en el Albergue suelen atender a "gente joven o estudiantes de Erasmus, de hecho en la Universidad de Braga organizan cada año una actividad que consiste en realizar el Camino".
Los peregrinos son los principales usuarios de los albergues, pero no son los únicos. "En temporada baja, ayuda mucho que se organicen competiciones deportivas", reconoce el dueño del Slow City.
Sin embargo, todos los propietarios de albergues en Pontevedra coinciden al señalar que en invierno su negocio no es rentable. "Hay que contar con los ahorros de los meses buenos, el balance lo hacemos a final de año, pero al ser un negocio familiar y pequeño podemos subsistir", confiesa Garrido.
Y por si mantener los albergues no fuese una tarea complicada, tienen que lidiar con la competencia de otro tipo de establecimientos. "Los apartamentos turísticos nos afectan, la oferta está crecienco y deberíamos estar en las mismas condiciones", demandan desde el albergue Acolá. "Abrimos hace cinco años y solo había 17 establecimientos de ese tipo, ahora hay más de cien", protestan en el Slow City.
Una tesis que rebaten los gestores de Casa Á Beira, un edificio de apartamentos de la rúa Gorgullón. "Nuestra actividad no va dirigida a peregrinos porque la estancia mínima es de dos noches", puntualizan argumentando que, por norma general, las personas que completan el Camino no suelen pasar más de un día en la ciudad.
Con todas las dificultades que entraña el sector, el número de albergues en Pontevedra y su comarca no deja de crecer y desde la Asciación Amigos do Camiño Portugués aplauden que la peregrinación a Compostela genere riqueza en la ciudad. "Es bueno que el se abran albergues privados y que el Camino sea bueno para la economía de la ciudad", concluye Tino Lores que espera que el número de peregrinos que crucen el puente del Burgo en el 2020 supere la barrera de los 100.000.
Aunque una nueva amenaza se cierne sobre el sector: el coronavirus. "Tenemos miedo como todo el mundo, ojalá se recuelva todo antes del verano", espera Tino Lores.