Un rastro de pañuelos morados para dar cobijo a víctimas de violencia machista: #MiCasaEsTuCasa
Por Natalia Puga
En estos tiempos en los que las recomendaciones sanitarias animan a quedarse en casa y el estado de alarma restringe los movimientos, las administraciones y colectivos feministas están extremando la vigilancia para evitar que las mujeres sufran casos de violencia de género, un delito habitualmente cometido en la intimidad que, con el confinamiento, podría aumentar y, además, dificultar a las víctimas pedir ayuda. Una de esas últimas iniciativas, que ya ha empezado a tener adeptos en Pontevedra, anima a colocar en ventanas, puertas, balcones o telefonillos alguna pieza morada, para que las víctimas sepan que, en esa casa, podrán recibir ayuda.
"No estás sola. Si lo necesitas… toca mi puerta", es el mensaje que pretenden trasladar las personas que han impulsado esta iniciativa, que se está difundiendo en las redes sociales usando los hashtag #MiCasaEsTuCasa, #NoTeQuedesenCasa o el ya muy extendido #MachismoMata. El objetivo final, tejer una Red que sirva de cobijo a las víctimas.
Para hacer red, hacen falta tres pasos. El primero, identificar la casa de la persona que quiera ayudar con algo violeta, cuanto más visible, mejor. El segundo, permanecer en cuarentena siempre atenta. El tercero, dar difusión a esta iniciativa para que la red se expanda y en caso de que una mujer sufra cualquier abuso o maltrato, sepa que puede recurrir a esas casas marcadas para que les presten ayuda.
En la comarca de Pontevedra ya hay personas que se han sumado a esta iniciativa. Una de ellas está situada en el barrio de A Caeira, en Poio, y su moradora, activista en el movimiento feminista. pontevedrés, ha querido señalarla instalando un pañuelo morado en la ventana.
Según explica, decidió entrar a formar parte de esta Red Morada porque es consciente de que hay ya muchas iniciativas y recursos impulsadas por distintas administraciones, pero también sabe que "hay muchas personas que no pueden llamar a ese teléfono porque están vigiladas en todo momento".
Como una forma de ayudarlas, han optado por colocar esa "especie de distintivo" en ventanas, puertas o en el telefonillo para que "si una mujer se siente en peligro, llame libremente a nuestra puerta".
"Prefiero poner un colchón en el suelo de mi salón aunque estemos apretados y evitar que una mujer pueda resultar herida en estos días. Y, como yo, todas", explica, consciente de que en estos días el peligro es mayor para muchas mujeres porque, por ejemplo, han tenido que cerrarse muchas casas de acogida.
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