La comida a domicilio, sustento de la restauración: "No tenemos otra cosa para salir adelante"
Por Alejandro Espiño
Ahorro de los gastos, adelanto de las vacaciones del personal, ajustes en el stock y, como no, los ERTE. Muchas han sido las fórmulas empleadas por el sector de la restauración para mantenerse a flote durante la crisis sanitaria del coronavirus. Bares y restaurantes han cerrado sus puertas y algunos, reconocen, no saben si las volverán a abrir.
Desde que se decretó el estado de alarma en nuestro país la actividad de la restauración frenó en seco. Solo algunos de ellos se mantienen activos. Son los que apostaron por las entregas a domicilio o las recogidas de comida en el local, las dos excepciones que autoriza el Gobierno.
Con plantillas reducidas, estos restaurantes siguen trabajando, aunque poco, dando servicio a domicilio y preparando comida para llevar. No solo siguen atendiendo a sus clientes sino que además contribuyen a mantener las medidas de confinamiento en los hogares.
Al principio, explica Daniel Martínez, gerente del restaurante asador Entrebrasas de Bueu, la gente era "un poco reacia" a pedir comida a domicilio "supongo que por precaución". Pero tras cinco semanas de confinamiento "buscan alternativas y romper con la rutina", por lo que están notando más movimiento en el reparto a domicilio.
En el Entrebrasas, que tuvo que hacer un ERTE para la mitad de sus doce trabajadores, el servicio a domicilio siempre fue una práctica complementaria de un negocio basado en la atención y recepción de clientes en el local, ahora subsisten gracias a él e incluso ampliaron la zona de reparto "porque la gente empezó a preguntar y vimos que lo agradecían mucho".
Casa Quintela, también en Bueu, estuvo cerrada hasta el 13 de abril. Reabrió porque varios clientes habituales preguntaron por el servicio de comida para llevar. "Hace poco que empezamos y no hay mucho movimiento", cuenta Ana Nantes.
Cuando comenzó el confinamiento cerró el negocio porque "no pensaba que iba a ser tanto tiempo", pero la incertidumbre y la falta de ingresos propició la reapertura porque "tenemos que comer y no tenemos otro trabajo a mayores".
Juan Castiñeiras, responsable del restaurante O Bioco en la zona monumental de Pontevedra, explica que en su restaurante el servicio a domicilio funcionaba solo en momentos puntuales del año como Navidad, pero ante esta situación excepcional apostaron por esta fórmula.
La cantidad de servicios que prestan es pequeña y en condiciones normales "no sería rentable" seguir abiertos pero "como ahora mismo no tenemos otra cosa seguimos adelante", haciendo llegar su apuesta por los productos "de kilómetro cero" a las casas de sus clientes.
Ante esta situación los restaurantes tuvieron que cambiar las cartas y los menús, algo que repercute en las compras: menos cantidad y variedad de género
Ante esta situación los restaurantes tuvieron que cambiar las cartas y los menús, algo que repercute en las compras: menos cantidad y variedad de género.
En Casa Quintela, por ejemplo, pasaron a hacer la compra en supermercados más próximos. La carta se redujo, de tres primeros y tres segundos a elegir "pasamos a un menú semanal con un primero y un segundo con opción a cambio", dice Ana.
En O Bioco redujeron igualmente la carta y preparan platos "que sean fáciles de calentar o fríos", asegura Juan como vieiras al horno con boletus, unas carrilleras de ternera con setas o pescados en escabeche "que pueden estar en la nevera durante días sin que pierdan la calidad".
Esta nueva realidad viene impulsada por las redes sociales, que todos ven como un excelente apoyo para mantener a los clientes informados e, incluso, captar alguno nuevo. "Las redes sociales son fundamentales, son el nuevo boca a boca", comenta el dueño de Entrebrasas.
La gente, además, pasa más tiempo conectada por lo que la presencia de estos restaurantes en internet permite darse a conocer más rápido. Las encargas llegan también por Facebook o Whatsapp, redes en las que además mantienen un contacto directo con los clientes.
A pesar de eso, el futuro a corto y medio plazo no está nada claro. Nadie duda de que esta actividad será de las últimas en recuperar la normalidad. Los establecimientos temen una larga y compleja recuperación.
Perdida la campaña de Semana Santa, está por ver si pueden rescatar parte de la de verano, pero lo consideran improbable. "El futuro es complicado e incierto. No sabemos mucho de lo que va a pasar", lamenta Daniel Martínez.
El levantamiento gradual de las restricciones promoverá una lenta recuperación de la actividad pero el sector teme que la demanda inicial será baja por el miedo al contagio y por la falta de turistas.
"Hay mucha gente que seguirá con miedo, que no querrá salir. Se quedarán más en casa y tendremos que buscar otras formas", dice Daniel, a lo que Juan Castiñeiras añade que, según se comenta, tras esto tendremos una crisis más profunda que la de hace diez años. "Habrá que reinventarse o marchar a otro sitio", concluye.
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