Las familias con furanchos alertan de que perderán los remanentes de vino si no se les amplían las fechas de apertura
Por Anxo Lourido
Este jueves 21 habrá un encuentro entre representantes de los 22 furancheiros del municipio de Pontevedra y el concejal responsable del área Xaquín Moreda. Allí se verán qué soluciones se pueden abordar frente a una situación derivada de la pandemia que a este sector de la economía tradicional le ha impactado de manera directa.
Los conocidos como furanchos o loureiros tienen limitada su apertura a tres meses entre el 1 de enero y el 30 de junio del año. La Federación de Furancheiros, Loureiros e Viticultores de Pontevedra solicitaba el 7 de abril al vicepresidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, que se ampliara el plazo para la apertura más allá del mes de junio. Solicitaban una prolongación equivalente a la duración del estado de alarma. Ese tiempo extra comenzaría a contar a partir del 1 de julio, siempre manteniendo el período máximo de tres meses de apertura a los que autoriza el gobierno autonómico. Esta petición no fue tenida en cuenta.
El Centro de Coordinación Operativa (Cecop), el órgano que garantiza el funcionamiento del Plan establecido por la administración, acordaba el 5 de mayo formular una recomendación a los concellos para que se extendiera el plazo para la actividad en los loureiros hasta el 31 de julio. Los propietarios de furanchos señalan que solo un gobierno local ha respondido.
Ante esta situación, las cuentas no salen. Señalan que en el supuesto de que puedan abrir el 25 de mayo, la campaña se vería reducida de tres meses a 67 días operativos. Lucía Josefa Gómez, secretaria de la Fundación, en un comunicado remitido a la Vicepresidencia de la Xunta indica que esta decisión provocará que la campaña de este 2020 se vea reducida en un 25%, perdiendo un mes de los tres autorizados, siempre que los Concellos concedan los permisos para que se mantengan abiertos hasta el 31 de julio.
La situación se agrava al tener en cuenta que la reducción de los aforos de los establecimientos supondrá una menor asistencia de clientes y, por tanto, se registrará un menor consumo de los vinos excedentarios que se encuentran almacenados en las bodegas familiares.
Piden a la Xunta que, ante esta situación excepcional, permita que se usen espacios privados como fincas, jardines, huertas o patios interiores para dar cabida a todo el personal que acuda a los furanchos.
De lo contrario, alertan que en agosto tendrán en sus cubas parte de la pasada vendimia y no podrán buscar otras alternativas con el quebranto económico que supondrá para algunas familias que cuentan con esta actividad complementaria.
Y en septiembre, con la llegada de la vendimia, al no poder embotellar el excedente de vino que no se haya consumido hasta el 31 de julio, vaticinan que tendrán que tirar el vino o no vendimiar la nueva uva.
José María Fernández Cortizo, furancheiro: "Que poñan cincuenta de limite, chéganme sesenta persoas e que fago? Póñoos porta afora? Todos amontonados? Que fago? Ando coa escopeta a botalos fóra?"
En este sentido, los representantes de la Federación lamentan que desde la Xunta no se hayan puesto en contacto para conocer la situación y la problemática de las familias. Por eso reclaman una reunión urgente con Alfonso Rueda en donde pedirán medidas para paliar las pérdidas económicas.
"NON ABRO SE NON ME DEIXAN ABRIR LIBRE"
José María Fernández Cortizo es uno de los furancheiros más veteranos de Pontevedra. Su establecimiento en la parroquia de Marcón, La Casa da Luga, solo pudo abrir del 5 al 12 de marzo. "Xa non esperei ao 14, xa vin que a cousa estaba complicada", comenta explicando por qué cerró.
Afirma que esta situación provocada por el coronavirus se va a prolongar en el tiempo y que para el 2021 se repetirá la situación. Por este motivo, entiende que ahora es necesario que la administración autorice a que se abran los furanchos desde diciembre de 2020 hasta junio de 2021 para dar salida al vino almacenado.
Fernández Cortizo es contundente: "eu non abro se non me deixan abrir libre". Explica que sería imposible regular la entrada de clientes. En su local hay espacio para 110 personas sentadas y cuenta con mucha demanda. "Quen controla iso? Que poñan cincuenta de limite, chéganme sesenta persoas e que fago? Póñoos porta afora? Todos amontonados? Que fago? Ando coa escopeta a botalos fóra?".
"Hai que tirar co viño? pois un ano tírase. É unha pena pero os furancheiros poucos vivimos dos furanchos. Fas unhas pesetas e das choio a outra xente, pero isto non dá para vivir", explica este hombre jubilado que entiende perfectamente que los restaurantes puedan protestar porque estos negocios llevan también cerrados dos meses sin ingresos.
La mejor opción que ve para los furanchos en este momento es la de abrir en diciembre y ofrecer el vino viejo a los clientes para intentar salvar un año muy difícil.
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