Custodios con placa: la protección de las víctimas de violencia de género, una cuestión de equipo en la Policía Local de Pontevedra
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
Sus casos son solo estadísticas para el resto de la población, unas líneas o minutos de tiempo en los medios de comunicación cuando su situación se torna más grave, cifras muchas veces sin nombre para garantizar el anonimato y que la sobre exposición pública no añada más dolor a la violencia con la que conviven. Cabría creer que tan solo para sus familias y entorno más cercano las mujeres que sufren violencia de género se personalizan, pero hay quien las conoce por su nombre de pila, las contacta de forma continua y se convierte en su sombra cuando su situación se complica.
Son sus ‘custodios’, como los Ángeles para las personas con convicciones religiosas, pero con placa. En todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad los hay, pero esta semana, con motivo del 25 de noviembre, Día Internación para la Eliminacional de la Violencia sobre la mujer, hemos querido conocer a los que desempeñan esta tarea en la Unidad de Violencia de Género de la Policía Local de Pontevedra. Hay dos con dedicación plena, otros dos con dedicación parcial y, en total, 104 que contribuyen a que esta protección sea posible las 24 horas del día los 365 días del año.
Ángel Ruibal, responsable de esta unidad especifica desde su fundación en 2006, y el actual responsable de Policía Local pontevedresa, José Duarte, destacan que "es un trabajo de equipo". Los 104 agentes actuales reman para proteger a las víctimas y, en general, perseguir una lacra que en la actualidad mantiene en la provincia a 1.093 mujeres con protección dentro del sistema de seguimiento integral VioGén, una media de 80 en el municipio de Pontevedra.
El sistema VioGén es integral, engloba a todos los cuerpos de seguridad e instituciones y, en el caso de Pontevedra, reparte la protección de las víctimas entre la Policía Local, la Policía Nacional y, en menor porcentaje, la Policía Autonómica. La cifra exacta varía de una jornada para otra y esta semana a los policías municipales les correspondía la protección de 25. En otros momentos han llegado a tener más de 30 y, tal y como explican los inspectores principales Ruibal y Duarte, protegerlas a todas sin descuidar a ninguna ni tampoco las otras tareas encomendadas a los agentes solo es posible porque tienen un buen "engranaje" de toda la plantilla.
El trabajo de esta unidad específica empieza en el momento en el que una víctima de violencia de género entra en VioGén, siempre por decisión judicial. El propio sistema del Ministerio del Interior conlleva unos protocolos por los que se valora el riesgo asociado a cada caso y se le asigna a qué Cuerpo policial corresponde su seguimiento.
En el momento en el que llega una nueva víctima a la Policía Local, no se encuentra un número de placa de un agente, sino que los cuatro policías vinculados a la unidad pasan a presentarse, conoce el nombre de pila de todos ellos, tiene un número de teléfono directo al que llegar en caso de peligro o si necesita asesoramiento y le trasladan que están ahí como sus custodios -el nombre es con el que se suele conocer a estos agentes en toda España-. Todos la conocen y saben los detalles de su caso, si bien siempre tendrá a uno de referencia.
Cada víctima tiene un protocolo de intervención personalizado. "Se trata de que sean como de la familia". Tiene un contacto tan directo, que incluso cuando se dan situaciones de riesgo inminente y lo recomendable es llamar al 092 para que actúe la patrulla más cercana, ellas suelen marcar el móvil de su agentes de referencia. "Saben que pueden llamar siempre, a cualquier hora o día". Lo habitual es que le responda siempre el mismo agente, pero, para casos de bajas, vacaciones u otras contingencias, los conocen a los cuatro y "saben que si llaman, el que coge va a conocer su caso".
Entre ellos se pasan esa información, que no conoce nadie más por cuestiones de confidencialidad, porque se busca evitar la "victimización secundaria" de esa mujer, que llega cuando tiene que repetir toda su historia y la violencia sufrida una y otra vez para poner al día a un policía diferente.
Cada víctima tiene un protocolo de intervención personalizado. "Se trata de que sean como de la familia"
El contacto es personalizado y lo habitual es que sea prolongado en el tiempo. En la actualidad hay mujeres que llevan con protección tres o cuatro años y, aunque hay algunas que permanecen apenas unos meses, lo habitual es que se encuentren en esta situación entre uno y dos años. Con el tiempo, la confianza es mayor.
El protocolo establece cinco niveles de riesgo: no apreciado, bajo, medio, alto y extremo. En función del asociado a cada víctima, la actuación policial es diferente, siempre definida ya desde el propio VioGén. Cuando más alto es, más contacto habrá entre policías y víctima, pero en todos ellos se realiza seguimiento y vigilancia para garantizar que ella se sienta protegida. En muchos casos, lo que se potencia es que ella misma tenga un sistema de autoprotección y en otros se requiere incluso que el ‘custodio’ la acompaña de forma continua, siempre de paisano y con coche camuflado, para evitar, de nuevo, esa re victimización de que todos los que le rodean sepan que necesita protección.
La premisa de funcionamiento es siempre la misma: "nosotros formamos parte de la Policía Local y en esto estamos todo el cuerpo". Las dos mujeres y dos hombres destinados a la unidad tienen cursos de especialización y son los encargados de hacer ese seguimiento más específico, pero los hechos se producen en cualquier momento y no tendrían capacidad para estar las 24 horas. Para eso, precisan una plantilla está implicada, muchos agentes han realizado cursos de formación y todos siguen la consigna de tener los ojos muy abiertos.
"Esto funciona si el grupo está atento, pendiente y cuando ven algo extraño, que a lo mejor no deja de ser una discusión, lo ponen por escrito", explican . No es raro que, en una intervención o patrulla ordinaria, un policía detecte una situación sospechosa de maltrato. Además de actuar de inmediato, trasladan la circunstancia detectada y la unidad especializada trabaja sobre este tema. En muchas ocasiones, intervenciones que empezaron así acaban con una víctima denunciando, la policía actuando de oficio o la mujer protegida ya de forma oficial en el sistema.
"Nosotros formamos parte de la Policía Local y en esto estamos todo el cuerpo"
La vigilancia de las medidas de protección corresponde, en principio, en exclusiva a los agentes de la unidad, pero hay ocasiones en las que la situación requiere mayor dedicación, más medios o patrullas de uniforme. Ahí es donde entra, de nuevo, todo el Cuerpo. Son vigilancias que se hacen tanto porque la mujer ha reportado una situación especial de peligro como por protocolo y que, en todo caso, como los niveles de riesgo, se van re evaluando cuando se producen novedades, tales como un quebrantamiento de una orden de alejamiento.
No es lo mismo que una mujer viva sola en una casa aislada o con familia en un piso en el centro de Pontevedra. Son algunas de las circunstancias que se tienen en cuenta para evaluar ese riesgo. Además, siempre se le recomiendan medidas de autoprotección, si bien hay ocasiones en las que ellas mismas las incumplen. En este punto, los responsables policiales quieren matizar que, en la mayoría de los casos, ellas no son responsables de esa incumplimiento, sino que las empujan las circunstancias y esas situaciones de miedo, dependencia o vínculo que resulta complicado de romper con quien, en muchos casos, es su pareja de décadas o padre de sus hijos.
En las situaciones de riesgo alto, "interesa la presencia uniformada", explican. Siempre es mucho más eficaz la paisano porque "la uniformada para el agresor es más detectable", pero muchas veces incluso con riesgo menos elevado se opta por mezclar ambos controles, pues "hay agresores que tienen que notar mucho ese aliento en el cogote, de que estamos muy encima, para que se autocontrolen".
También para las víctimas es interesante que sientan que siempre hay alguien controlándolas, tanto para que tengan sensación de seguridad como para esos casos en los que esos miedo, dependencia o amor malentendido puedan hacerle flaquear en sus convicciones y pensar que, si se acerca, el maltrato no se repetirá. "A veces no son consientes del riesgo en el que están, no adoptan medidas de autoproteccion y se ponen en riesgo", advierten desde la experiencia.
En la actualidad tengan en el sistema a un agresor al que tienen que tener controlado porque lo es al mismo tiempo de dos víctimas
Detrás de todo está el machismo. Está tan enraizado que se dan casos como, por ejemplo, en la actualidad tengan en el sistema a un agresor al que tienen que tener controlado porque lo es al mismo tiempo de dos víctimas. No es muy habitual que coincidan dos víctimas con la protección activa al mismo tiempo, pero sí suele pasar que un hombre acumule antecedentes y llegue a estar en el sistema por varias víctimas en distintos momentos de su vida.
La experiencia permite a Ruibal asegurar que no hay perfiles de agresores ni de víctimas. Quizás en estos momentos tengan mujeres más jóvenes, incluso una menor de edad -en la provincia hay 7- pero es circunstancial, y han tenido de "todos los perfiles económicos, sociales, formativos y raciales". En cuanto al maltratador, "el perfil del agresor es hombre, varón y de sexo masculino", explica este policía parafraseando a uno de sus profesores, Miguel Lorente Acosta.
El rasgo coincidente es, de nuevo, este machismo. "Fixen o que tiña que facer un home", es una frase literal que dijo un agresor a Ruibal. Y es que también a ellos les conocen. Cada vez que una nueva víctima entra en el sistema, mantienen un encuentro con ella en dependencias municipales no policiales y con él en una sala situada en la entrada de la Jefatura de la Policía Local.
"Nosotros los llamamos, que vengan; y si no vienen, procuramos ir, que nos sientan, estamos aquí. Se lo decimos a todos: como no cumplas con lo que ha puesto el juez, nosotros no vamos a tener ningún tipo de miramiento". Ese es el trabajo de esta unidad y de todo el Cuerpo y empieza a ser ya tan conocido que les llaman del extranjero para explicar su funcionamiento en Rumanía o Argentina. "Gente especializada en policías locales no hay mucha, y mucho menos siendo inspector principal, por eso nos llaman", concluye Duarte, orgulloso de una unidad con 14 años de experiencia.
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