Pablo Costas, tras llegar a España: "Ha sido un calvario. Nos han secuestrado en las peores condiciones"
Por Alejandro Espiño
Tras casi un año retenido en Yemen, la odisea de Pablo Costas ha llegado a su fin. Ya está en España. La emoción se desbordó a su llegada al aeropuerto de Madrid. Allí le esperaban sus dos hermanos, Isabel y Víctor, con los que se fundió en un largo y esperado abrazo.
Nada más aterrizar, este marinero de Bueu ha reconocido estar "mal" de salud porque "nos han secuestrado en las peores condiciones". Hasta 337 días recluido en su barco, el Cobija, en el puerto de Yemen, un país inmerso en una guerra civil desde hace cinco años.
"Fuimos autosuficientes hasta que pudimos, pero luego pasamos penurias. Fue un calvario", explicó ante los medios de comunicación. Los últimos meses fueron insostenibles. "Estábamos sin agua y sin poder lavarnos". Los víveres, escasos durante su cautiverio, llegaron a agotarse.
Pablo Costas no ha dudado en señalar que "si he vuelto es gracias a mis compañeros -del sindicato CUT- y a la movilización popular en Bueu", del que recordó es un lugar "con un profundo sentimiento marinero" y que este sábado lo recibirá como se merece.
No tan buenas palabras tiene para la gestión política de su conflicto, especialmente de la embajada española en Riad (Arabia Saudí) de la que "no merece la pena ni hablar". Ha añadido que "hasta que no hubo una llamada del ministro no se hizo nada".
Asegura que su caso "no ha interesado", pero considera que "ha sido tan sangrante que no han tenido otra que sacarme de allí", afirma sobre las gestiones de las autoridades españolas, a las que ha acusado de "complicidad" hacia las personas "que promovieron este secuestro".
Acompañado de su abogado y del dirigente de la CUT Manuel Caamaño, Costas ha negado las acusaciones de Australia, cuya denuncia por pesca ilegal derivó en este infierno. "No soy ningún delincuente, siempre he trabajado legalmente. Han cometido una injusticia", ha dicho.
"No había notificaciones, ni papeles, ni juzgados… Nos dejaron allí y arréglatelas", ha detallado el de Bueu, para quien todo este proceso ha sido una "auténtica farsa". Son todo mentiras, ha añadido. "No tienen ninguna prueba y por eso me han soltado".
Ahora, ya en casa, no se olvida de los 32 compañeros con los que ha compartido esta terrible experiencia. "Muchos de ellos siguen allí", ha señalado. Por ellos "seguiré luchando para que esto no vuelva a pasar jamás".
Como buen marinero que es, subraya que volverá a faenar pero por ahora prefiere descansar. "Tengo que reorganizar mi vida primero. Ha pasado mucho tiempo", ha apuntado.
"Me retuvieron un año y llevo casi dos sin pisar mi casa por motivos de trabajo, pero es igual, a mí la libertad no me la roban ningunos fascistas. Eso lo tengo claro", ha concluido.
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