Nueva era para la confitería Landín, con cambio de dueños y sus recetas de siempre
Por Natalia Puga & Mónica Patxot
Fernando Dios Landín lleva 50 años entre masas, desde que a los 14 empezó a trabajar en la desaparecida pastelería Los Castellanos. Alfredo Pedreira López, 30, los que pasaron desde su llegada al negocio familiar Melosa de Gondomar. María Aldara Pedreira Troncoso, toda la vida, dos décadas, pues se crió entre pasteles. Son los tres nombres que escribirán la nueva era de la famosa 'Confitería Landín' de Pontevedra. Entre los tres suman un siglo de experiencia y muchas ganas de que el local siga siendo una referencia de producto artesano y de calidad.
Fernando fue su fundador y ahora se jubila, pero quiere que su legado se perpetúe y traspasa el negocio, con sus recetas, a Alfredo y Aldara. Ellos, padre e hija llevan semanas ya empapándose de la esencia de cómo trabaja desde su fundación este local que ha sabido ganarse un rincón del corazón de los pontevedrés a base de cruasanes, trenzas y pastas, con permiso del total de 18 variedades de pasteles que cada día salen de su obrador de Santo André de Xeve.
La historia de Landín empezó a escribirse hace 20 años, cuando cerró Los Castellanos y Fernando, que llevaba décadas trabajando allí, decidió emprender y montar su propio negocio. Pero, como sucede últimamente con muchos negocios familiares, en las últimas semanas vio peligrar su futuro. Parecía que el final se escribiría este domingo 15 de mayo, pues su fundador cumplió 65 y quería jubilarse, pero se encontró con que no tenía relevo, de modo que puso esa fecha como su último día de trabajo.
Esa fecha se mantiene y este domingo, cerrará sus puertas. Pero será solo temporal. Dos semanas de transición, nada más. El 1 de junio volverá a abrir, ya con nuevos dueños. Alfredo y Aldara serán ese relevo que Fernando creía perdido y darán continuidad al negocio.
Además, el cliente apenas notará el cambio, pues conservarán el nombre, la imagen y todos los productos que se venden en la actualidad en el negocio elaborados siguiendo las recetas de siempre. Tan solo se notará el cambio en parte del personal y en la introducción de dos nuevos productos, tortas y nizas.
El traspaso del negocio incluye también las recetas y, además, una transición guiada por el propio Fernando. De momento, tanto el obrador de Santo André de Xeve como su local de venta en Fray Juan de Navarrete siguen trabajando al mismo ritmo y con la misma esencia de siempre, pero desde hace semanas Alfredo y Aldara han estado visitándolo. Ahora, aprovecharán las dos semanas de cierre para "ver todos los pequeñitos detalles de todas las fórmulas".
El objetivo es que la clientela que cada día peregrina a Landín para tomar sus famosos cruasanes, la trenza que le ha dado reconocimiento o cualquiera de los 18 tipos de pasteles que elaboran no noten la diferencia a partir del 1 de junio. No quieren Alfredo y Aldara revelar secretos ni fórmulas mágicas, pero sí que tiene dos claves, "todo es artesano" y "la calidad, sobre todo".
Alfredo llevaba tres años buscando un negocio con el que diversificar su actual actividad profesional en Gondomar cuando un comerciante de harina le habló de Landín. Por aquel entonces, no tenía referencias, pero en cuanto lo conoció supo que había encontrado su lugar. A Fernando Dios también le convenció lo que le ofrecía él y sellaron un acuerdo que evita que Pontevedra pierda una de sus confiterías de referencia.
Lo que enamoró a Alfredo fue esa calidad de la que hablaba. "La calidad de este señor, hoy en día, no se ve", destaca. "No hay nada congelado, nada de químicos", presume, todo es artesano. En Landín no hay artificios ni preconizados, sino las mismas técnicas a mano que empezó Fernando cuando con 14 años se inició en el oficio, todo lo hace "igual que hace 50 años cuando empezó de pastelero".
Ahora esas mismas recetas cambiarán de manos, pero con una transición sosegada en la que no quieren que se pierda nada por el camino. Además, conservarán parte del personal del obrador y del local de venta al público, garantizando que ese legado continúe.
La sangre nueva la pondrán Aldara y Afredo, que cuando conoció a su hoy ex mujer y empezó a conocer el trabajo de pastelero pensó que nunca acabaría en el negocio y ahora se declara un enamorado del mismo.
La continuidad a largo plazo será cosa de Aldara, que tiene 20 años y "lo lleva en la sangre", en palabras de su padre, que insiste orgulloso en que "tengo mucho que aprender de mi hija". Entre los dos se encargarán del obrador y contarán con un equipo muy similar al actual, que integran 11 personas, seis en el obrador y cinco en tienda, a turnos, pues Landín abre los siete días de la semana en horario interrumpido de 7.30 a 21.00 horas.
Aldara se formó en el ciclo medio de pastelería, pero sostiene que donde realmente ha aprendido ha sido con las manos en la masa, tanto en la panadería de Pontevedra en la que trabaja ahora como en el negocio familiar, propiedad de la familia de su madre en Gondomar. "Es increíble, era una cría y le encantaba bajar al obrador y hacer experimentos", rememora su padre. El obrador estaba en el bajo de la vivienda familiar y allí "se crió entre pasteles".
Con 7 y 8 años hacía sus propias composiciones y lo ha ido perfeccionando. De su trabajo le gusta "todo", asegura, aunque reconoce una debilidad: "me gustan mucho las tartas, el tema de decoración, innovar también..".
Dentro del respeto a la tradición, también pondrá con su padre un pequeño grado de innovación en la carta de Landín. A partir del 1 de junio empezarán a vender dos de sus productos estrella en la pastelería Melosa, la Torta de nata y de chocolate que incluso comercializan ya fuera de este negocio y las Nizas, un roscón relleno de yema y almendra en masa de croissant.