Revelamos el misterio de la casita del Ratoncito Pérez aparecida en un rincón de Pontevedra
Por Mónica Patxot & María José Pita
De todos es conocido que el Ratoncito Pérez no tiene una residencia fija, sino que se va desplazando por todos los hogares donde un niño pierde un diente. El niño tiene que dejar la pieza bajo la almohada o en una cajita para que, durante la noche, el ratón canjee la pieza por una moneda, algún dulce o un pequeño regalo.
El primer cuento que se le dedicó fue obra del jesuita Luis Coloma, que lo escribió por petición de la reina regente María Cristina para su hijo, el rey Alfonso XIII, cuando tenía 8 años.
El ratoncito sabemos que se mueve aprovechando la oscuridad de la noche para no ser descubierto. Pero, ¿donde se cobija el Ratoncito Pérez durante el día?
Sorprendentemente, en Pontevedra apareció una puerta de acceso a su vivienda en la céntrica calle Virgen del Camino, que pasa desapercibida para los adultos, pero no para los más pequeños.
Tras varias pesquisas, un equipo de PontevedraViva descubrió que había sido el mismo Ratoncito Pérez el que pidió a un maestro cantero pontevedrés que le ayudara a hacer la casa. El elegido para esta misión fue Emilio González, profesional de larga trayectoria que se formó en la Escuela de Cantería de Poio.
El ayudante del Ratoncito Pérez, que es así como quiere ser identificado, relata en entrevista telefónica que ya había hecho una puerta secreta en Barcelona, ciudad en la que actualmente reside por su trabajo en las obras de restauración de la basílica de la Sagrada Familia. "Yo la hice sin ánimo de lucro, porque me gusta que los niños estén felices y que esta tradición perdure". De hecho, su hija de 6 años "que está con el tema de los dientes" es su gran inspiración.
El Ratoncito Pérez se enteró de que Emilio le había construido esa casita para descansar entre viaje y viaje en la Ciudad Condal y, muy agradecido, contactó con él para que le hiciese otro hogar, en este caso en Pontevedra. Enseguida, este artesano se puso manos a la obra, elaboró las piezas en el piso de sus padres y la noche del 5 de noviembre de 2021, para que nadie lo descubriese y mantener el secreto del encargo, instaló la puerta de la madriguera del Sr. Pérez en el número 14 de la calle Virgen del Camino.
"La puerta es como si fuese un diente hecho en mármol, tiene dos arbolitos, dos jardineras, un columpio, unas gorras hechas de barro cocido...", explica el creador de esta casita, quien también nos aclara que "el Ratoncito Pérez, cuando pone una gorra junto a la puerta, desaparece, y por eso no lo ven de noche. Hay tres gorras en diferentes estilos: si va a una casa de campo pone un gorro de paja, si va a una en la ciudad pone una gorra normal y si va por ejemplo a una playa pone un sombrero".
Emilio González asegura que el Ratoncito Pérez le dio libertad absoluta para su creación, y en ella hay influencias incluso de Gaudí, a cuya obra de la Sagrada Familia lleva más de diez años vinculado. En concreto, en la banderola que corona la puerta encontramos el llamado 'trencadís', "unas plaquetas de diferentes colores que al romperlas haces formas y las colocas a tu gusto y haces como una pizarra de diferentes colores" y que se pueden ver en lugares tan conocidos como el barcelonés Parque Güell.
Nos puede la curiosidad y preguntamos a Emilio en qué se diferencia su labor diaria sobre la piedra de la Sagrada Familia, a menudo colgado con arnés a varios metros de altura en la que será la iglesia más alta del mundo, con el trabajo en pequeño en la casita del Ratoncito Pérez. "Yo pienso que es el mismo nivel, yo haría la comparación de que en la Sagrada Familia tienes que ver más el global y en la Casa del Ratoncito Pérez los detalles, son diferentes trabajos pero todos hechos con la misma ilusión, la misma gana y sobre todo con mucha inspiración". Toda una declaración de principios del maestro cantero.
En este primer año de estancia del Ratoncito Pérez en la ciudad de Pontevedra se cuentan innumerables anécdotas. Los visitantes van de los 5 a los 10 años, aproximadamente, el abanico de edades en las que se caen los dientes de leche. Los más pequeños suelen llamar en la puerta, para ver si por casualidad paró por allí el ratoncito, y a los que ya se les cayó un diente acuden para dar las gracias por el regalo que recibieron.
Por casualidad, mirando la casita nos encontramos con Lucas, un visitante muy especial de 7 años. Nos confía que es el sobrino de Emilio, el ayudante del Ratoncito Pérez, y "cuando duermo aquí con los abuelos limpio la casa con agua y un pincel". También avisa si hay que reponer alguna pieza, aunque, para evitarlo, toda la estructura está muy bien anclada. Recientemente el ratoncito le dio una sorpresa por la noche: "el otro día, cuando me cayó el diente, me trajo tres sobres del Mundial".
Todos son bienvenidos al refugio del Ratoncito Pérez excepto los gatos y, para avisarlos, junto a la puerta luce una señal con una franja diagonal roja sobre la cara de un minino.
MAGIA EN LOS NEGOCIOS VECINOS
A un lado de la casita del Ratoncito Pérez se encuentra la pizzería-restaurante Il Piccolo. Su propietario, Francesco Iannelli, comenta que "los niños que vienen al local dejan comida y chucherías delante de la puertita" y eso es una alegría. Un vecino confirma que hasta dejaron queso, cartas y plantas.
La calle es peatonal, así que es un espacio totalmente seguro para los niños. Enfrente se sitúa la juguetería A balea das cores. Su propietaria, Almudena López, corrobora la emoción con la que los niños se acercan a visitar el hogar del ratoncito.
En su tienda tiene a la venta muñecos del Ratoncito Pérez, las cajitas decoradas para dejar los dientes y las puertitas que, puestas en la habitación, invitan a los niños a crear historias sobre la magia que se esconde en la madriguera. Curiosamente, de todos los objetos vinculados con el Ratoncito Pérez, la puertita es lo que más se vende, desconoce si es por el efecto llamada de la cercanía de la casita del Ratoncito Pérez. "Además, viene acompañada de su felpudo y un botecito para que los niños guarden los dientes y evitar ponerlos bajo la almohada", por si el ratoncito anda despistado y no los ve.