La trágica historia del único artista que se negó a visitar su obra dedicada al amor en la Illa das Esculturas

Pontevedra
10 de febrero 2023

Con obra en todo el mundo, el artista Ian Hamilton sufría un grave trastorno de ansiedad que le impidía desplazarse a los lugares en los que exponía sus obras y que lo llevó a recluirse durante 40 años en Little Sparta, su casa-estudio en Escocia

'Petrarca' de Ian Hamilton Finlay en la Illa do Covo
'Petrarca' de Ian Hamilton Finlay en la Illa do Covo / Mónica Patxot

En 1999, doce artistas internacionales, comisariados por Rosa Olivares y Antón Castro, instalaban sus obras en la Illa do Covo, un espacio privilegiado en el río Lérez: Giovanni Anselmo, Fernando Casás, José Pedro Croft, Dan Graham, Ian Hamilton Finlay, Jenny Holzer, Francisco Leiro, Richard Long, Robert Morris, Anne & Patrick Poirier, Ulrich Rükriem y Enrique Velasco.

Once de ellos se desplazaron a Pontevedra y dirigieron el proceso creativo y la istalación in situ. Solo uno de los artistas declinó asistir a la colocación de su obra en la popularmente conocida como Isla de Esculturas. Su nombre: Ian Hamilton Finlay. El motivo: su agorafobia crónica. 

Muy joven, cuando andaba por la veintena, el artista había comenzado a sufrir los primeros síntomas de este grave trastorno que le provocaba una ansiedad y angustia intensas en situaciones sociales y lugares donde puede resultar difícil escapar o en los que perciba que en caso de entrar en crisis no pueda disponer de ayuda.

OBRA DE AMOR A PONTEVEDRA

Desde su estudio en Escocia, Ian Hamilton Finlay (1925 - 2006) establecía un idilio con la Isla de Esculturas a través de su obra: Petrarca. Un conjunto de tres medallones de pizarra verde de Lugo con el nombre del poeta italiano gravado y del número en caracteres romanos de un soneto en cada pieza: Petrarca XXXV, Petrarca CXXXII y Petrarca CCCX. De este modo, Hamilton invita al espectador a buscar y descubrir qué se esconde en esta clave numérica. Versos de amor y soledad con los que entra en comunicación con el observador.

          "Si no es amor, ¿qué es lo que siento entonces?
          Mas si es amor; por Dios, ¿qué cosa y cómo?
          Si buena es, ¿por qué es mortal su efecto?
          Y si mala, ¿por qué es dulce el tormento?"

          (PETRARCA. CXXXII)

Como toda relación a distancia, desde su confinamiento, el artista escocés nacido en Bahamas añadió a su obra un componente del amor que conocía bien: la soledad. Según se explica en el catálogo de la Isla de Esculturas editado por Olivares & Asociados, Hamilton Finlay retorna en Petrarca al tema recurrente "de búsqueda de un lugar apartado para meditar a solas con uno mismo, un lugar que en sintonía con nuestro espíritu pueda hacernos entender lo que estalla y se remansa en nuestro interior".

Los tres medallones reposan en una de las zonas más alejadas al norte de la Illa do Covo, en tres eucaliptos a cinco metros de altura. Cada uno mira a un punto cardinal diferente, para jugar con el Sol en las diferentes franjas del día. Actualmente, uno de los medallones se encuentra oculto casi en su totalidad por las ramas del eucalipto que le da cobijo, en un paralelismo libre con el carácter de su creador.

RECLUIDO EN LITTLE SPARTA

¿Qué era aquello que al tiempo estallaba y se aquietaba en el interior de Ian Hamilton? Su refugio y estudio durante 40 años, nombrado como Little Sparta, nos da algunas claves. Una finca de 2 hectáreas que desde 1966 fue el hogar de Hamilton Finley y su segunda esposa, Sue, quien se encargaba de trasladarse a los lugares donde había programada una intervención artística. Cuando se le propuso instalar una obra como las de su refugio escocés a miles de kilómetros, en Pontevedra, el matrimonio ya se había separado, y fue su asistente Pia Maria Simig la que coordinó los trabajos en la Isla de Esculturas, con la supervisión de Hamilton en la distancia.

Ian Hamiltom diseñaba pero no construía sus esculturas. De este modo, confinado en su estudio, rehusaba abandonar los límites de Little Sparta. Aislado del mundo, en sus últimos años la vida le deparaba un giro inesperado. "La lucha de toda la vida de Ian Hamilton Finlay contra la agorafobia tuvo una conclusión extraordinaria. Sufrió un derrame cerebral cerca del final de su vida que revirtió su fobia y le permitió viajar alguna vez más", revela Martine F. Pugh en un artículo en Art in Healthcare.

El obituario publicado por The Independent ofrece más detalles. "Cuando sufrió el primero de una serie de derrames cerebrales, alrededor del cambio de siglo, este vínculo hogareño se disipó extrañamente. En sus últimos años fue a sus inauguraciones, fue a restaurantes, visitó amigos, se fue al extranjero. Los proyectos ya concebidos continuaron ejecutándose". Pese a estos viajes, Ian Hamilton nunca visitó su obra Petrarca en Pontevedra.

Con la salud muy debilitada, fallecía con 80 años en una residencia de ancianos, fuera de los muros de Little Sparta, en 2006. Le sobrevivieron un hijo y una hija.