"¿Qué está pasando últimamente con las fregonas de Froiz?", nos pregunta Nuria Luque, la gerente de la Asociación Juan XXIII, cuando le comunicamos por teléfono nuestro interés en acudir al taller en el que se elaboran las fregonas que se venden en los supermercados e hipermercados de la firma pontevedresa.
En los últimos días han recibido varias llamadas relacionadas con el tema, para su sorpresa, ya que es un producto que llevan produciendo varias décadas. "Yo llevo aquí 29 años y cuando entré ya se hacían las fregonas de Froiz", apunta Gerardo Carballal, el encargado de este taller.
Este repentino interés surge de una publicación compartida en el popular grupo de Facebook "Tú no eres de Pontevedra si...", de la que se han hecho eco numerosas personas. Los comentarios se reparten entre los que se manifiestan fieles a este producto y los que desconocían esta iniciativa, para añadir que adquirirán una fregona de este modelo en su próxima compra en el supermercado Froiz.
Preguntamos si esta circunstancia se ha transformado en un aumento de la demanda, y de momento no ha habido un repunte en los pedidos. "Entre otras cosas porque con la covid hemos tenido que reducir el número de personas que trabajan al mismo tiempo en cada taller, si normalmente eran 15, ahora estamos solo 8 y Froiz no nos pide más fregonas porque sabe de nuestra capacidad actual para producir", nos matiza el encargado del taller.
La organización del trabajo respeta todas las medidas sanitarias. De hecho, a la llegada al centro que la Asociación Juan XXIII tiene en Pontevedra, en la calle Eduardo Blanco Amor, 66, tanto redactora como fotógrafa de PontevedraVivapasamos por un control de temperatura, firma de un documento autorizando el manejo de nuestros datos para cualquier incidencia y las ya habituales limpiezas de manos con gel hidroalcólico. Incluso, en el acceso al taller de fregonas, neutralizamos los gérmenes que pudiésemos portar en el calzado en una alfombra especial.
"En este taller, como en todos los que tenemos, utilizamos el trabajo como una herramienta terapéutica dentro de nuestro centro ocupacional de Pontevedra, en este caso, porque tenemos otro también en Cangas. Y las personas vienen aquí a realizar un trabajo, lo más parecido a un trabajo ordinario, y lo que queremos es hacer ver a la sociedad que estas personas pueden hacer un trabajo igual que otras personas u otros ciudadanos, en este caso con la confección íntegra de las fregonas que, una vez hechas, se comercializan en los supermercados Froiz", explica Nuria Luque.
Esta idea la comparte el fundador y presidente del Grupo Froiz, Magín Afredo Froiz, quien lleva apoyando a la Asociación Juan XXIII casi desde sus inicios en 1968. Tal es el grado de implicación de este carismático empresario que actualmente es el presidente de la Asociación.
La elaboración artesanal de estas fregonas está concebida como un trabajo, por el que los participantes en él reciben una retribución económica.
"Nosotros somos una entidad privada pero nuestras plazas son públicas y están contratadas con la Xunta de Galicia, con lo cual, los trabajos que realizamos aquí se comercializan, y a las empresas se les factura y nos lo pagan, y como ese ingreso no lo necesitamos para sostener nuestras plazas revierte íntegramente en las personas con discapacidad intelectual cobrando a final de mes una gratificación, que nosotros queremos asimilar a un salario porque para ellos es muy importante", apunta Luque.
La Asociación Juan XXIII es una organización dedicada a la formación y promoción de las personas con discapacidad intelectual. Una tarea que reconocen las empresas que, además de Froiz, confían en el trabajo de los que acuden al centro, como el caso de "Celtic Estores, la conservera Pérez Lafuente o instituciones como la Diputación o el Concello de Pontevedra con el taller de encuadernación".
Más allá de los talleres, desde Juan XXIII se promueve la inclusión laboral, de modo que, "si en su proyecto de vida está encontrar un empleo, nosotros los apoyamos y trabajamos para que así sea", añade la gerente de la Asociación.
FUNCIONAMIENTO DEL TALLER
Gerardo Carballal, el encargado del taller, alude a la importancia de que las personas que confeccionan las fregonas roten por las diferentes tareas que demanda la confección artesana de este producto, "es un trabajo en cadena pero sin caer en la rutina".
Germán es una de las personas con discapacidad intelectual que trabaja en el taller de fregonas. Hoy agrupa de modo manual los flecos mediante gomas: "aquí junto los hilos y después los reparte un compañero y si está bien lo llevan a la máquina".
En esta máquina nos encontramos a Mario, que se encarga de fusionar los hilos con el cabezal de plástico rojo. Le ha tocado estar de pie pero afirma que le da igual porque "me gusta todo".
Por su parte, Amador, hoy se ocupa de la fase final: "me traen la fregona y yo solo tengo que cortar la puntita y después se pasa a esta máquina para sellarlas".
Quien hace de enlace es Martín, que se encarga en esta jornada de recoger las diferentes piezas y distribuirlas entre cada puesto de este trabajo en equipo: "aquí cos meus compañeiros e o meu monitor facemos o traballo xenial, preparamos todo ata que vén a recollelo o camión de Froiz".