"Me quería pinchar por todas partes. Se me iba la vida entre las manos"

Pontevedra
19 de octubre 2021

Como una persona extremadamente celosa y con un alcoholismo crónico. Así se ha retratado este martes a Antonio G.F., un hombre de O Porriño que está acusado de intentar asesinar a su esposa mientras ésta dormía en compañía de su nieto

Juicio contra un vecino de O Porriño acusado de intentar asesinar a su mujer
Juicio contra un vecino de O Porriño acusado de intentar asesinar a su mujer / Mónica Patxot

Como una persona extremadamente celosa y con un alcoholismo crónico. Así se ha retratado este martes a Antonio G.F., un hombre de O Porriño que está acusado de intentar asesinar a su esposa mientras ésta dormía en compañía de su nieto.

La víctima ha relatado que su exmarido quiso matarla en la madrugada del 29 de enero de 2020. Ella estaba durmiendo "y de repente sentí el peso de él encima", ha explicado ante el tribunal de la sección cuarta de la Audiencia de Pontevedra.

"No daba crédito a lo que veía", ha señalado la mujer. El acusado le había puesto un cuchillo en el cuello y le dijo que "me las vas pagar". Ambos forcejearon y ella agarró el arma con sus manos. "Me quería pinchar por todas partes", ha añadido a preguntas del fiscal.

Tras despertar a su nieto, que dormía en una cuna al lado de la cama, la víctima logró sacarle el cuchillo hasta en dos ocasiones, tirándolo debajo de la cama. Trató de huir pero su exmarido la frenó "y me intentó ahorcar" hasta que logró morderle una oreja, escapar y pedir ayuda. 

"Fue supervivencia pura y dura. Se me iba la vida entre las manos", ha subrayado la mujer, que ha confirmado que su pareja tenía "ataques de celos habituales" y la controlaba "en todo momento". Recibía "cientos de llamadas" para saber dónde estaba, la perseguía y le preguntaba a los vecinos por ella, "porque en su paranoia creía que yo tenía un amante".

Aunque ha reconocido que su exmarido "bebía con frecuencia", la mujer ha aclarado que "tampoco demasiado" y el día que intentó matarla "solo se había tomado una cerveza".

Este perfil fue ratificado por los hijos de la pareja que, si bien no estaban en casa ese día, afirmaron que su padre "siempre fue celoso y muy controlador" y llegó a amenazar con que algún día "iba a hacer una locura" o que "si no era para él no era para nadie".

"Bebía bastante antes de que le diese el ictus y después lo hacía a escondidas, aunque mi madre le controlaba mucho eso", ha explicado el hijo del matrimonio.

El acusado, que solo ha respondido a las preguntas de su abogado, se ha limitado a decir que "no recuerdo nada" del día de los hechos y explicar que tiene un "problema grave" de alcoholismo. "Nunca quise matarla. No tenía motivos", ha añadido.

Ante el tribunal también ha pasado uno de los policías locales de O Porriño que atendieron este suceso que ha declarado que el acusado les reconoció que "había discutido con su esposa y que le había intentado clavar un cuchillo". Estaba todo revuelto y había restos de sangre.

Además, ha añadido que hallaron el cuchillo debajo de la cama matrimonial y que el hombre "estaba tranquilo y no tenía síntomas de haber bebido".

El fiscal jefe de Pontevedra, Juan Carlos Aladro, ha mantenido su petición de siete años y medio de prisión por un delito de asesinato en grado de tentativa, al apreciar que fue un ataque "alevoso, súbito y repentino" que no se consumó por la "resistencia" de la víctima.

Ha reconocido, eso sí, una eximente incompleta por el alcoholismo crónico del acusado, si bien ha sentenciado que no se ha acreditado que ese día hubiese bebido en absoluto.

Además de la prisión, el fiscal solicita ocho años de libertad vigilada, una orden de alejamiento de su esposa durante diez años y que la indemnice con unos 35.000 euros, a los que suma los casi 3.700 euros a pagar por los gastos médicos durante el proceso de curación de la víctima. 

El abogado de Antonio G.F., por su parte, ha pedido la libre absolución de su defendido, que está en prisión provisional desde el día de los hechos, al entender que su condición de alcohólico debería ser entendida como una eximente completa.

En todo caso, ha criticado la "desproporcionada" calificación de los hechos como asesinato en grado de tentativa. Si quisiera matarla, ha dicho, "no le pondría el cuchillo en el cuello para apercibirla" y, si ella no hubiese forcejeado, todo quedaría enmarcado en su "estado de celos".

El letrado ha añadido que la víctima tenía un "control constante" de la situación, desarmando dos veces a su exmarido, quien tenía una "fuerza limitada" por las secuelas de su ictus.

De ahí que, como mucho, entienda que los hechos deberían haberse juzgado como un delito de lesiones graves y no como asesinato en grado de tentativa.