Las frías aguas del Atlántico gallego están sirviendo de preparación para los trece militares que integran la trigésimo sexta campaña del Ejército español en la Antártida, que se desarrollará entre los próximos meses de diciembre y marzo.
La principal misión de los militares españoles, además de mantener la presencia de España en el territorio antártico, será la de prestar apoyo logístico a los científicos que, coincidiendo con el verano austral, realizarán tareas de investigación en la base situada en la Isla Decepción.
El comandante José Manuel Fernández Candela, jefe de esta expedición, ha explicado que la base española en la Antártida "es como una pequeña ciudad de treinta personas" a la que el Ejército "tiene que dar servicio" durante estos casi cuatro meses de actividad.
Una de sus principales tareas es supervisar el funcionamiento de la base y mantener las instalaciones en óptimas condiciones porque "es un sitio en donde no hay nada", por lo que operan con grupos electrógenos y placas solares.
"Hay que hacer un mantenimiento exhaustivo para que las instalaciones no se deterioren y quedarnos sin lo mínimo para vivir", ha destacado el comandante Fernández Candela, porque "a pesar de que allí será verano las condiciones siguen siendo tremendas".
Los militares españoles se encargan además de las comunicaciones de la base, del servicio médico o de la alimentación de los investigadores, a los que por seguridad también acompañan en sus desplazamientos para realizar los muestreos o las revisiones de la flora y fauna de la isla.
En su fase de preparación, que ha comenzado el pasado mes de mayo, durante esta semana los integrantes de la campaña Antártica están concentrados en San Vicente do Mar (O Grove), en donde están realizando los ejercicios relativos a la navegación.
"Allí hace mucho viento y las temperaturas son muy bajas", asegura el jefe de la misión, por lo que sus integrantes deben "coger pericia" en el manejo de las embarcaciones o estar preparados para cualquier incidencia, entre ellas, un fallo de motor o la caída de un hombre al agua.
El entrenamiento en Galicia sirve, según José Manuel Fernández Candela, para "preparar y mejorar las condiciones de la gente", que se enfrentarán a temperaturas medias que oscilan entre los 5 y los -5 grados centígrados, con picos que pueden alcanzar los 18 grados bajo cero.
Los trece militares que integran esta misión fueron seleccionados a principios de febrero, en base a su cualificación profesional y tras pasar un exhaustivo examen psicológico porque "allí las condiciones son muy duras, casi de aislamiento, y hay que estar preparados para soportarlo".
Una de ellas, la comandante Lourdes Sanmartín, una de las dos mujeres que integrarán esta expedición, es la responsable de medio ambiente dentro de esta campaña.
Veterinaria de formación, es la encargada de supervisar que la presencia española en la Antártida deje el "mínimo impacto" en la isla, para lo cual los residuos que se generan "deben ser correctamente segregados" y retirados al finalizar la misión porque "allí no puede quedar nada".
Además de controlar el impacto ambiental de estas actividades, Sanmartín se encarga de monitorizar las emisiones a la atmósfera, realizar controles en al agua o evitar posibles vertidos que puedan afectar a una flora y a una fauna "que son especies protegidas".
El brigada Diego García, encargado de las instalaciones de la base española en Isla Decepción, por su parte, augura un "trabajo arduo" antes de la llegada de los científicos, ya que el cuartel cierra durante los meses del invierno "y hay que ponerla de nuevo en funcionamiento".
La participación en esta misión supone, por otra parte, un "esfuerzo" para todos sus integrantes a nivel personal, reconoce García, al estar prácticamente aislados de la civilización durante cuatro meses, aunque matiza que "todos tenemos ya mucha experiencia".
"Las familias están acostumbradas y ya se hacen a la idea de lo que va a pasar", sostiene.
Esta misión, en la que participan trece militares de entre 30 y 51 años, es la más antigua que el Ejército español realiza fuera de nuestras fronteras y, sin duda, una de las más complejas al desarrollarse a más de 13.000 kilómetros de distancia y en condiciones climáticas extremas.