La Casa da Quintán, el chalé indiano cedido por una familia de Ponte Caldelas para su conversión en un centro asistencial público, cumplió los ocho años en el más absoluto de los abandonos. Después de una inversión superior al medio millón de euros por parte de la Xunta de Galicia para su restauración integral y su equipación interior, está cerrada a cal y canto, a pesar de los reiterados intentos del Concello de Ponte Caldelas de propiciar su entrada en funcionamiento.
El Concello aprobó ya dos mociones dirigidas a la Consellería de Política Social para la integración del inmueble en la red del Consorcio Galego de Benestar. El gobierno local tripartito (PSdeG-PSOE, AVP y BNG) pactó el texto con el grupo del Partido Popular para evitar cualquier confrontación política e incluso llegó a invitar formalmente al conselleiro, José Manuel Rey Varela, a visitar el inmueble.
"Todos los esfuerzos fueron inútiles" dice el alcalde, Andrés Díaz, que denuncia que "el abandono sólo responde al maltrato sistemático que la Xunta de Galicia da a todo lo que tenga que ver con Ponte Caldelas, donde no sólo no se hace ninguna inversión, sino que también se dejan echar a perder los que ya se realizaron en el pasado".
Díaz recuerda que la Casa da Quintán lleva ocho años cerrada, "seis de ellos con alcalde del PP, sin que este hubiera movido un dedo". Tras el cambio en el gobierno local producido en junio de 2015, el Concello se movilizó para su apertura, pero "sólo recibió la callada por respuesta".
"Curiosamente, el exalcalde es ahora el gerente del Consorcio Galego de Benestar y sigue sin mover un dedo en favor de Ponte Caldelas", señala el alcalde.
Andrés Díaz considera como una "absoluta irresponsabilidad" que se esté dejando echar a perder un edificio tan hermoso y que cuenta con una docena de camas, una cocina, salas de lectura y usos múltiples, enfermería, recepción, ascensor y almacenes repartidos en bajo y tres plantas. Hace pocos meses, explica, fue preciso acudir a cerrar una ventana que el viento había abierto y hace pocas semanas se hizo una comprobación del estado del inmueble después de que se alertara de que alguien fue visto saltando la reja exterior.
El gobierno local denuncia que el inmueble se convirtió en una "casa fantasma abandonada por la Xunta de Galicia", donde las camas conservan la ropa y las almohadas puestas y la cocina está equipada con electrodomésticos que nunca fueron usados. En las salas de lectura reposan mesas y sillas y en la recepción, el mostrador y el casillero siguen esperando por unos inquilinos que nunca llegaron. El abandono es tal que hay algunas alfombras enrolladas y botes de pintura de los últimos retoques desparramados. En el exterior, la maleza cubre totalmente los jardines y las hiedras comienzan a colonizar muros y escaleras.
"Es algo digno de ver, parece de película", ironiza el alcalde, Andrés Díaz. "Si esto no es un despilfarro de dinero público ya no sé a que aplicarle este calificativo". El alcalde se lamenta de la "insensibilidad de esta Xunta de Galicia, que hace política espectáculo anunciando nuevas dotaciones para mayores por toda Galicia e incluso promete una residencia de nueva construcción en un concello limítrofe, mientras se niega a abrir el que ya está construido en Ponte Caldelas".
El edificio fue donado para residencia de personas con discapacidad psíquica, pero el Concello ya mostró su conformidad para que, si no se considera adecuado utilizarlo para este fin, se convierta en una residencia de mayores o se utilice para cualquier otro fin social en el marco de la red de centros del Consorcio Galego de Benestar.