Tiene 21 años y la cabeza mejor amueblada que una revista de Ikea. Pese a esa envidiable juventud muestra una perspectiva vital que ya quisieran algunos manuales de autoayuda. Javier Lago López, nació en Vigo, lo trajeron a Pontevedra, pasó dos años de su infancia en A Coruña y de nuevo la familia se trasladó a esta capital. Circunstancias de la profesión periodística - la del padre, Pablo Lago, director de RNE en Pontevedra, para más señas-.
Entre su anecdotario, recuerda Javier; o le recuerdan, que no celebraron su primer cumpleaños porque estaban de mudanza. Que su hermana Andrea ejercía con él de profesora, hasta tal punto y buena mano, que cuando llegó al colegio y tocó aprender a leer y escribir, Javier ya tenía la lección aprendida. Que aunque no es mucho de fútbol, tiene "el corazón partío" - como diria Alejandro Sanz - entre el Depor y el Celta.
Algo perfectamente comprensible si se tiene en cuenta que su genética es mezcla de Vigo y Ortigueira. Y que junto a su madre, Juani, se fueron a hacer guardia ante el Parador de Pontevedra para conseguir un autógrafo de Serrat.
Con ocho añitos comenzó a estudiar en el Conservatorio Profesional Manuel Quiroga. A día de hoy toca el violín, el piano, la guitarra y el ukelele. ¡Ah! y en el último curso del instituto se hizo realidad Australia, el grupo musical del que es voz y compositor.
En 2015 sacaron el EP "Parade" y avanza que este 2017 puede ser el momento del segundo. Otra de sus pasiones, si no obsesiones, es el cine. La parte práctica la lleva desarrollando con la familia y amigos, la teórica en la Facultad de Ciencias Sociais e da Comunicación.
Pide un voto de confianza para su generación en un alegato de defectos y virtudes. ¿Confianza? me declaro "javierista".