El pasado mes de septiembre, el padre Gonzalo Diéguez cumplió 89 años y, pese a que se encuentra "bastante bien" de salud, decidió que llegaba el momento de soltar alguna de sus responsabilidades y descansar. Al mes siguiente, en octubre, esta decisión se materializó en un cambio de manos del comedor social de la iglesia de San Francisco de Pontevedra, del que él era el alma desde hacía 15 años.
Ahora, se ha situado al frente el padre Umberto González, conocido como Tito. El relevo generacional es evidente, pues tiene 54 años, 35 menos que su antecesor, pero nada ha cambiado en este servicio al que cada día acuden entre 140 y 150 personas.
Aunque el padre Tito tiene previsto cambiar "algunas cositas", de momento, no ha aplicado ningún cambio, centrado en ponerse al día en el funcionamiento de este comedor con 34 años de historia que sigue abierto gracias a los religiosos franciscanos. En la actualidad, son seis en Pontevedra, tres de ellos con más de 85 años.
Para ello, cuenta con la inestimable ayuda del padre Gonzalo, que está haciendo una transición sosegada y sigue acudiendo a las instalaciones en las que se da el servicio de comedor "para decirle lo que hay que hacer", sobre todo, en las gestiones más burocráticas relacionadas con ayudas y subvenciones de instituciones como el Concello, la Deputación o la Xunta de Galicia.
Todavía se le nota suelto, no duda en coger el cucharón para servir unas lentejas y atiende a todas las preguntas que le hace su sucesor, pero insiste en que "tengo muchos años y es hora de que uno se jubile". Entre bromas aclara, de todas formas, que seguirá activo, pues los religiosos "nos jubilamos cuando vamos a San Mauro, nada más".
Han sido 15 años al frente del comedor que había fundado el padre Amaro 1988 y, a hora de hacer balance, asegura que en los primeros años "todo era más fácil", pues ahora se ha vuelto "más complicado" llevar el día a día, para adecuarse a las exigencias de las entidades colaboradoras y también a las de la sociedad actual. Así, recuerda que en los últimos años se han realizado obras para mejorar la accesibilidad como instalar una rampa de acceso o mejorar las instalaciones cambiando los aseos y el suelo.
El padre Tito agradece su ayuda y reconoce que el padre Gonzalo "ya tiene 89 años y quería descansar un poquito", de modo que los más jóvenes de la congregación debían "tomar las riendas". Le encomendaron la tarea a él, que lleva 31 años en la Orden Franciscana y, tras pasar por Avilés (Asturias), Ponteareas y, recientemente, Ourense, llegó a Pontevedra en septiembre de 2021.
En esta nueva etapa, de momento, no entra en sus planes regresar a la realidad previa a la pandemia de la covid-19 en cuanto a servicio presencial a los usuarios. Cuando irrumpió el coronavirus, se pasó al formato ‘delivery’, en el que los usuarios recogen la comida y la llevan para su consumo en el exterior.
"De momento, no lo abrimos porque está la cosa así así", indica, en alusión a que todavía hay contagios de covid-19, el local "tiene poca ventilación" y entre los usuarios "hay mucha gente sin vacunar". De todas formas, también aclara que en estos momentos están sirviendo más comida que antes de la pandemia. "Hay gente que lleva más, no para uno, sino para dos, para tres o para cuatro", para toda la familia.
Los usuarios se llevan a casa plato principal, postre, bocadillo y fruta con cargo a los fondos del comedor que reciben de ayudas y subvenciones públicas y también de donativos. Esta semana, desde el comedor se ha querido agradecer de forma específica las donaciones de las pastelerías Capri y Landín y de supermercados como Froiz, si bien tiene muchos más colaboradores a los que están muy agradecidos.
En estos momentos, con esos entre 140 y 150 usuarios diarios, "vamos sosteniendo" y, al mantener el formato no presencial, tampoco necesitan más voluntarios, pues es suficiente con el padre Tito, la cocinera, el ayudante de cocina, la asistenta social y una voluntaria.
"Tampoco podemos agolparnos mucho, nos arreglamos bastante bien así", indica el padre Tito, que matiza que hacia final de mes, cuando la gente cobra, baja un poco la asistencia, "pero no mucho menos". A mediados de mes suele acudir más gente.
En cuanto al perfil de usuarios, es muy variado, tanto personas que viven en la calle como familias que tienen vivienda, pero necesitan ayuda para la alimentación. Las edades son también muy amplias, "un poco de todo, gente mayor, la mayoría de mediana edad y algún joven también, aunque no son los que más".