Tres acusados, dos vecinos de Málaga y otro de O Salnés, aunque de origen albanés, se sentaron este martes en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Pontevedra para rendir cuentas por unos hechos por los que ya se habían sentado en el mismo sitio en el año 2022: una venta de 35 kilos de hachís.
Tras el primer juicio, uno de ellos, A.I.N., resultó condenado a cuatro años y medio de prisión y los otros dos resultaron absueltos. Uno de ellos es el hijo del primero y el otro, un hombre que en aquella transacción de 35,8 kilos de hachís acompañaba a otro sospechoso, que falleció antes de llegar a juicio.
El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ordenó repetir el juicio al entender que "del conjunto de pruebas que se practicaron resulta poco coherente la conclusión que se obtiene por la sala en cuanto a la falta de autoría de quienes finalmente resultaron absueltos". Este martes, la misma sala, la sección segunda de la Audiencia, pero un tribunal diferente, volvió a ver la causa.
Estos tres acusados y el fallecido fueron detenidos en el marco de un operativo de la Udyco de la Policía Nacional de Pontevedra, el EDOA de la Guardia Civil y el Servicio de Vigilancia Aduanera. Al fallecido lo apresaron en su coche cuando regresaba a Galicia de un encuentro entre Asturias y Cantabria con padre e hijo. El coche iba el ciudadano albanés y en el maletero, 35,8 kilos de hachís valorados en 196.487,10 euros.
La Fiscalía sostiene que los tres son responsables de un delito contra la salud pública y pide que todos sean condenados a cuatro años y medio de prisión y el pago de una multa de 550.000 euros.
El fiscal sostiene que el fallecido y A.I.N. concertaron la adquisición de una partida de hachís para su destino al mercado ilícito en la provincia de Pontevedra. Este acusado, niega los hechos, y sostiene que lo único que pactó con el muerto fue la venta de un teléfono móvil chino que él le cogió en Gibraltar.
"Yo hace tiempo que estoy retirado de eso", sostuvo A.I.N, en relación con el tráfico de hachís. Reconoció que conoció al fallecido en Málaga y luego hablaron varias veces por teléfono para pactar la venta de este teléfono móvil y finalmente quedaron el 5 de abril de 2018 en verse en Santander.
Finalmente, se encontraron en una gasolinera entre Cantabria y Galicia y, según este acusado, él le entregó el móvil, pero el otro no le dio el dinero, sino que le dijo que se lo daría más tarde.
Durante el juicio, se leyó la declaración del fallecido tras su detención. Su versión es muy diferente. Explicó que conocía al acusado malagueño porque coincidieron en prisión en Portugal y que le citó en Santander, diciéndole que fuese en un coche alquilado y acompañado con otra persona. Esa otra persona, el albanés hoy también acusado, no tiene ninguna implicación en los hechos.
Tras varias conversaciones telefónicas, quedaron en la gasolinera y el hijo de su interlocutor cogió una maleta roja y se la metió en el maletero. En ese momento, le dijeron que en la maleta había hachís y que le pagaban 3.000 euros a cambio de guardarla en su casa unos días. Él aceptó, pero cree que le tendieron una "encerrona", pues poco después, fue detenido.
El malagueño acusado llama "mentiroso" al fallecido, asegura que no sabe nada de esa maleta de hachís, que no la vieron delante ni él ni su hijo.
El hijo también declaró en el juicio iba con su padre a pasar unos días a su aldea natal en Ourense, "como todos los años", pero que antes quiso quedar con un amigo. Se vieron en la citada gasolinera, pero el chico no sabe para qué. Se bajó, "estuvo tres minutos hablando con él y volvió". Luego se fueron y no vieron delante ninguna maleta.
El acusado de origen albanés explicó también que fue con el fallecido en coche porque le ofreció acompañarle a Santander, pero finalmente no llegaron a ese destino, pararon en una gasolinera y allí sabe que se encontró con alguien, pero no vio nada ni sabe en qué consistió ese encuentro en la gasolinera. Salió del coche porque "me pareció raro", pero no llegó a ver nada porque "era de noche" y llovía mucho.
Por la sala también pasaron los agentes que investigaron los hechos y confirmaron las conversaciones telefónicas previas entre el fallecido y el acusado malagueño. Por su contenido, dedujeron que hablaban de hachís aunque nunca dijeron esa palabra ni ningún sinónimo como chocolate. Hablaron de "chisme" y de "documentación" y ellos concluyeron que "chisme es hachís y documentación es dinero" y que quedaron para un transporte de hachís.
Este juicio es una pieza separada de una macro causa en la que estaban acusadas 11 personas como integrantes de una red internacional albaneso-galaica dedicada al cultivo de plantas de marihuana en distintos puntos de Galicia y a la venta de marihuana, hachís y heroína.