En esta unidad no hay dos días iguales y son escasas las posibilidades de prever al dedillo qué deparará el servicio con antelación. Bajo su cuidado tienen 640 kilómetros de costa, 414 playas, 2.900 bateas e incontables embarcaciones. Y para darle seguridad, una plantilla de 56 agentes en guardia 24 horas al día, 365 días al año. Son el Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Pontevedra, que este mes de mayo cumple 25 años desde su instalación en la provincia en 1997.
El teniente José Carlos González González es el actual responsable de que la singladura llegue a buen puerto. Dirige el servicio desde las instalaciones del cuartel de la Guardia Civil de Marín, si bien tiene en la Escuela Naval Militar uno de sus centros de operaciones más importantes. Allí tienen atracadas las embarcaciones cuando no están patrullando repartidas por las escarpadas rías pontevedresas y cuentan con talleres en los que realizar su mantenimiento y reparación y vestuarios.
Sus cometidos son tan variados como, en ocasiones, desconocidos. En palabras del jefe del Semar de Pontevedra, "todas las misiones encomendadas a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el mar territorial y en aguas interiores" o, lo que es los mismo, "funciones policiales en el mar". Vigilan la costa hasta el límite exterior del mar territorial español, aplicando al mar todas las funciones que la Guardia Civil ejerce en tierra.
Cometidos judicial, fiscal y administrativo que van desde perseguir el furtivismo, el contrabando o el narcotráfico a garantizar que las embarcaciones de pesca o recreo cumplen con la legislación, proteger los ecosistemas marinos (y submarinos), controlar la inmigración o la pesca ilegal y colaborar con todos los organismos con competencia en el mar, tanto los españoles Salvamento Marítimo, Marina Mercante, Aduanas, Medio Ambiente, Pesca, Guardacostas o Armada como las autoridades portuguesas.
Velan por la seguridad de la costa y también de todos aquellos que se mueven por ella. "Somos los responsables del orden público y la seguridad en el mar", recuerda su responsable. Y esa función le llevó en el año 2021 a realizar 466 intervenciones, menos de las habituales en un año previo a la pandemia.
El control de la flota acapara buena parte de esas actuaciones, pero también otras como vigilar y dar seguridad a los barcos de pasaje que se desplazan a las islas Cies y Ons o dentro de las rías de Pontevedra, Arousa y Vigo; controlar que todo discurra con normalidad en las competiciones náuticas y deportivas, desde pruebas de triatlón a travesías a nado o todo tipo de pruebas entre embarcaciones; o velar por la protección de algo tan gallego como las procesiones marítimas que cada 16 de julio conmemoran el Día del Carmen.
La costa pontevedresa tiene singularidades que también influyen en el servicio. El narcotráfico es una de ellas. "Ojalá pudiera decir lo contrario; por desgracia, es un poco nuestro talón de Aquiles", reconoce el teniente González, que rememora la participación del Semar en el primer narcosubmarino detectado en Europa o en aprehensiones de varias toneladas de droga que intentaban alcanzar la costa de las Rías Baixas.
También otras menos relacionadas con el mundo delictivo como la abundante flota pesquera y recreativa que hay en esta zona de Galicia, que hace que proliferan las citadas pruebas deportivas y procesiones y la actividad económica vinculada al mar. "Hay las que podemos imaginar y más", señala, y apunta a que cada fin de semana del verano se acumulan hasta tres o cuatro al día, aumentando su carga de trabajo para darles seguridad.
"Hay mucha afición marinera y las rías son muy grandes, son navegables, son bonitas, tiene buen tiempo buen clima, y para nosotros es trabajo", señala. Y es que la geografía es otra de las singularidades que no se puede olvidar. Las Rías Baixas son muy complejas y, además, son navegables, aumentando la actividad náutica.
En otras zonas de España, nada más salir de puerto, hay mar abierto y navegar ya no es cómodo, pero en las rías de Pontevedra, Arousa y Vigo su situación invita a disfrutar de ellas en todo tipo de embarcaciones. La gente se echa al mar y eso aumento la posibilidad de que los 56 agentes del Semar tengan trabajo. A todos ellos, conviene recordarles que "al mar siempre hay que tenerle un respeto", si bien no siempre se le tiene, como demuestra que de las 466 intervenciones de 2021, 22 fueron auxilios de personas que necesitaron ayuda en el mar.
Recientemente, tuvieron que intervenir en el triste accidente en el que una embarcación de competición golpeó a un bañista en la zona de nado de la playa de Silgar, en Sanxenxo. Es un ejemplo de incumplimiento de la norma de los muchos que se dan a diario, pero, en este caso, su resultado fue dramático, con una muerte, y, como ocurre siempre que la desgracia hace acto de presencia, tienen también un componente didáctico, pues confía en que aumente la conciencia sobre la necesidad de extremar las precauciones en el mar.
Ocurrió también el verano pasado, cuando cuatro jóvenes se quedaron a la deriva en un hidropedal en Sanxenxo. A raíz de aquel incidente, se tomó conciencia sobre la necesidad de que, siempre que se sale al mar, se debe ir con la ropa adecuada, y bien visible a lo lejos, con un teléfono móvil con la batería cargada y teniendo en cuenta que el mar, en cualquier momento, puede cambiar y te puedes encontrar en un apuro.
Con este nuevo incidente, aumenta la sensibilidad sobre la necesidad de respetar los 200 metros de exclusión para bañistas desde la playa, 50 en el resto de la línea de costa, siempre que no haya una boya que delimite las zonas de navegación y baño. "Se trata de educación y el hecho este, por desgracia, a la gente le va a hacer pensar también que hay que cumplir unas normas. Hay otros usuarios y hay que intentar respetar a todos".
Son normas básicas que debería conocer toda persona que se echa al mar, y en cuyo incumplimiento no sirve como excusa que los requisitos para lograr permisos de circulación de embarcaciones o motos de agua sean más laxos o permisivos que en el caso de vehículos que circulan por tierra. "Si no conocen las normas, es su responsabilidad. El desconocimiento no te puede hacer ser irresponsable. Te dan un titulo y tienes que saber lo que tienes en tus manos", recuerda el teniente José Carlos González.
Así, cada persona "tiene que ser consciente de lo que lleva en sus manos" y, además, recuerda que, en el mar, como en tierra, "hay que ir muy atentos, hay muchos usuarios y hay que respetar a todos". También respetar las normas de circulación, y cumplir con la ley. El control de la documentación es una de las tareas que más tiempo ocupa al Semar, y se encuentran con personas que salen sin llevar encima la documentación de las embarcaciones o el seguro, si bien el jefe del servicio reconoce que cada vez se detectan menos infracciones.
Desde que en el año 1997 se prestó el primer servicio, ha cambiado la concienciación de la población. "Al principio, se incumplía más. Ahora ya poco a poco la gente se va dando cuenta de que tiene que llevar la documentación a bordo, de que tiene que cumplir porque en cualquier momento se le puede hacer una inspección o cualquier servicio".
Hace años, la sensación de impunidad era tal que se han encontrado a personas que utilizaban sus barcos para ir de marcha desde Cangas a Vigo y luego regresar pese a haber bebido en exceso o a coger su barco para ir hasta una batea en la fiesta del Albariño de Cambados. Por fortuna, son ya tiempos pasados.
Su objetivo fundamental es "intentar que no haya accidentes ni incidentes" y reconocen que "no hay muchos" teniendo en cuenta la cantidad de usuarios. Tienen muchas actuaciones que ni siquiera pueden achacarse a mala praxis o falta de conciencia ciudadana, sino a la meteorología. Recuerda el teniente González un auxilio de hace años en el que tuvieron que acudir en pleno temporal a Ons porque un ciudadano quedó sin su medicación ni opción de transporte.
El trabajo de estos 56 agentes está inevitablemente unido a sus patrulleras. Cuentan con tres, la Río Guadalupe de altura (30 metros de eslora), la Corvo Mariño de tamaño medio (19 metros) y la Cabo de Gata de bajura (15 metros), además de dos de intervención rápida, de 5 y 8 metros, que trasladan a zonas de aguas interiores o allí donde sea necesario. Las tres principales siempre están en el agua, pero las necesidades del servicio van marcando dónde, "depende de la época del año y del día", de las necesidades del servicio.
Tanto se desplazan a un control aleatorio en un puerto deportivo o pesquero como se movilizan por un vertido o realizan un operativo de salvamento o apoyan un rescate o vigilancia que realicen otros organismos. El pasado fin de semana, por ejemplo, realizaron con el servicio de guardacostas un dispositivo de control de la pesca de pulpo con artes ilegales en aguas gallegas limítrofes con Portugal, y es habitual su participación en simulacros o servicios de inspección.
El Semar tiene también misiones en el extranjero, más allá de las asociadas al control de la frontera por mar y en el río Miño con Portugal. Se trata de su participación en misiones internacionales en el ámbito marítimo que han llevado a agentes adscritos a la unidad de Pontevedra a trasladarse, en comisión de servicio, al sur de España o a aguas de Mauritania o Senegal, donde se han sumado a los operativos destinados a prever la inmigración ilegal.