El fracaso del PSOE en las elecciones autonómicas de Madrid tiene un único responsable: Pedro Sánchez. El presidente del Gobierno se incautó del PSOE madrileño para decidir toda la estrategia en las elecciones, sin dejar al candidato un ápice de maniobra. Sánchez ha ninguneado a su propio candidato, tomando él las riendas de la oposición a Ayuso, en un error monumental por el que debería dar cuentas, cuando menos, ante los militantes y votantes del partido.
Sánchez, posiblemente mal aconsejado, decidió ir con todo el peso del Gobierno contra una presidenta regional, dándole más importancia de la que realmente tiene, porque no es más que eso, una presidenta de una Comunidad Autónoma. La más poblada de España y donde los poderes se confunden, pero solo es una región más.
El resultado obtenido ha sido que una inmensa mayoría de ciudadanos madrileños, tuvieran la legítima sensación de que desde el Gobierno se estaba tratando de poner palos en las ruedas de Madrid, y quién lo escenifica era el propio presidente del Gobierno, convirtiendo a Gabilondo en un actor secundario, un acólito de la estrategia "monclovita".
A partir de ahí, la debacle, más de un millón de votos respecto del PP, y el sorpasso de Mas Madrid, un partido que apenas tiene un par de años de vida. El PSOE se dejó contagiar por el discurso vacío y atemporal de Pablo Iglesias, empeñado en salvar a España del fascismo en pleno siglo XXI.
Pero el PSOE es mucho más que eso, debe serlo al menos. Es un partido centenario, con discurso, con ideas, con programa, con un bagaje de gobierno de mucho calado en la historia de España, y no puede estar a merced de los caprichos de una sola persona por muy presidente del Gobierno que sea.
Quizás en lo único que no se equivocó Sánchez fue en la elección del candidato, porque necesitaban a alguien sumiso. Gabilondo es un buen tipo, quizás demasiado para estar en política. Es uno de esos de la vieja política, que antepone las ideas y el debate a la confrontación. Pero eso no casa con la nueva política que tenemos ahora, que no deja de ser una charca llena de lodo.
Debe hacer balance el PSOE de esta situación, y dejar de poner excusas a una situación de la que son los únicos responsables. Cuando un partido se lleva el varapalo que se ha llevado en PSOE en una elecciones, es muy osado pedir explicaciones a quién ha ganado para que resuelva sus enormes problemas, en vez de mirarse un poco al espejo para tratar de analizar porqué uno ha recibido un castigo tan tremendo.
Sánchez secuestró al PSOE de Madrid para jugar con él como un juguete, y ahora que lo ha roto desaparece como si no hubiera sido él el autor de todas las decisiones que se han tomado y que han abocado al partido a un fracaso histórico.