Manuel Pérez Lourido
Irrealidad
A veces la sensación de irrealidad es muy real, te coge por salvas sean las partes y te aprieta mientras tu mente repite: no puede ser, no puede ser. Me pasa bastante ultimamente. Sin ir más lejos, con la reciente boda del actual alcalde de Madrid, que fue transmitida por un medio público como es costumbre en la bodas de todos los alcaldes de España (modo retranca on). Concretamente, hablo del momento del choteo, o sea, del intento de chotis perpetrado por Martínez Almeida y su esposa. A ver, no le vamos a pedir a un tipo tan ocupado como Almeida que se prepare un poco su boda, o el baile que tiene pensado (no sé qué verbo poner aquí) en la ceremonia. Su agenda debió hacer prohibitivo los ensayos. Aunque...rayos, igual no la tiene tan cargada si la ocupa organizando mascletás para honenajear a sus amistades de partido (a cuenta del contribuyente, claro).
Irreal también es la actitud de la presidenta de la Comunidad madrileña, acusando a ciertos medios de información de informar de las falcatruadas de su noivo. Solo a unos periodistas se le puede ocurrir informar, vaya, vaya. Ella, en cambio, no se dio cuenta de que el lujo y boato que roedaba a su pareja, y del que ella participaba cuando regresaba de Marte, tenía que ser abonado con moneda de curso legal, aunque están en entredicho la legalidad de los medios para obtener ese parné.
Irrealidad vive uno también cuando oye al héroe del procé, sí, el que huyó en un maletero, decir que o sale president o no juega. Es coherente: desde el principio dejó claro que le podían pedir cualquier cosa menos sacrificios. Ahora anda empeñado en resucitar el procés, seguramente porque no se le ocurre otra baza qué jugar. Es hombre de limitada imaginación, capaz de asumir una línea de actuación pero inhábil para apechugar con las consecuencias de la misma. Este es el prócer que quiere liderar a Calaluña hasta la independencia. La culpa no es de él.
La irrealidad también se experimenta en tu propia ciudad, a poco que te fijes. Por ejemplo: esos terribles peligros y males sin número ni freno que te pueden asaltar si paseas por la zona de la Peregrina-Herrería. Al parecer hay gente que no se atreve a pasar por ahí por miedo a los indigentes, que, dicen, campan a sus anchas por ese lugar. Ya podía extenderse ese temor a mucha más gente, de modo que se pudiese caminar por ahí un día soleado sin andar tropezando con los transeúntes que, sin duda, no han sido informados del peligro.
Sobre esto he leído que el año pasado una asociación de entidades aseguradoras, UNESPA, colocó a Pontevedra entre las diez primeras ciudades de más de 75.000 habitantes en un ranking de seguridad. Contemplaban supuestos de robo, accidentes de tráfico, incendios, etc. O sea, que no se sabe lo que es real, lo que es inventado o lo que se está exagerando.