Familias, grupos de amigos, corredores experimentados, corredores aficionados, carritos de bebé, patinetes, hastas de reno, incontables disfraces, infinitos gorros de Papá Noel y un ambiente festivo y deportivo incomparable. En una columna interminable de participantes, que recordaba al clásico videojuego Snake porque la cabeza del pelotón llegó tocarse con la cola en la línea de meta, se convirtió la edición número 36 de la tradicional carrera de San Silvestre de Pontevedra.
Vacaciones, reuniones familiares y de amigos y muy buen tiempo. Todo se dio de cara para batir todos los récords de participación de esta prueba. Y así fue. Mucho antes de las 17 horas, cuando se dio la salida, el entorno de la Alameda estaba ya abarrotado de corredores de todas las edades ansiosos por echar a correr. Padres y madres corriendo de la mano con sus hijos, otros empujando del carrito de bebé, grupos de jóvenes amigos y también de adultos. La San Silvestre es una fiesta que no entiende de generaciones. Las más de 7.000 personas que recorrieron esta tarde las calles de la Boa Vila lo demuestran.
El primero en cruzar la línea de meta fue Jorge Puig cuando los últimos del pelotón de participantes todavía estaban tomando la salida. Un hecho que obligó a la organización a actuar con rapidez para acotar un pasillo expedito para los más rápidos.Al ganador lo siguieron Antonio Serrat y Carlos Porto. En el cuadro femenino la vencedora fue Candela Sánchez, seguida de Saleta Castro y Natalia Castro.
Además de la vertiente deportiva y lúdica, la San Silvestre pontevedresa tiene un lado solidario. Los participantes que lo deseen pueden aportar alimentos no perecederos para le Rede Axuda municipal. Con sus donaciones, el Concello recaudó 250 kilos de comida que será repartido entre las familias y personas más necesitadas.