Los nervios y la precipitación condenan al Cisne en su redebut en Asobal contra Anaitasuna (32-29)

Pontevedra
03 de septiembre 2022

El Club Cisne Balonmano ha demostrado que es digno de jugar en Asobal a pesar de la derrota de este sábado en la cancha del Anaitasuna entrenado por el pontevedrés Quique Domínguez. El conjunto blanco mostró una cara y una cruz durante los 60 minutos, en los que llegó a estar con una renta en contra de hasta siete goles que consiguió neutralizar por momentos, eso sí, sin llegar nunca a ponerse por delante en el marcador. Supo gestionar la defensa adelantada y los contragolpes para poner en aprietos a los navarros, salvados en los instantes decisivos por su guardameta Juan Bar (32-29)

Partido de Liga Asobal entre Anaitasuna y Cisne
Partido de Liga Asobal entre Anaitasuna y Cisne / Óscar Aznar / Liga Asobal

El Club Cisne Balonmano ha demostrado que es digno de jugar en Asobal a pesar de la derrota de este sábado en la cancha del Anaitasuna entrenado por el pontevedrés Quique Domínguez. El conjunto blanco mostró una cara y una cruz durante los 60 minutos, en los que llegó a estar con una renta en contra de hasta siete goles que consiguió neutralizar por momentos, eso sí, sin llegar nunca a ponerse por delante en el marcador. Supo gestionar la defensa adelantada y los contragolpes para poner en aprietos a los navarros, salvados en los instantes decisivos por su guardameta Juan Bar (32-29).

Con nervios y precipitación comenzó el redebut en liga Asobal del Cisne, al que no le funcionaban las cosas en ataque y se encontraba con un parcial en contra de 6-2 al inicio del duelo. Solo el recién llegado Cavalcanti fue capaz de superar la barrera defensiva de Anaitasuna con los únicos dos goles de su equipo.

Y es verdad que el golpe para los blancos pudo ser mayor en ese momento sino fuera por Roney Franzini, que bajo palos frenaba el ataque rival y anotaba a portería vacía el 6-3, pero los jugadores de ataque siguieron estrellados, incapaces de atravesar la zaga navarra y obligaban a Javier Márquez a parar el cronómetro a los 12 minutos de juego cuando el marcador mostraba un doloroso parcial de 9-4.

Siguió ampliando la renta el Anaitasuna, que se mostraba cada vez más cómodo y con un juego fluido imparable para los de Lérez (13-6), que sobrevivían como podían a base de contragolpes y buscando a los extremos para anotar un 0-2 que le permitía reducir las distancias (13-8).

Movió ficha en portería el técnico cisneísta, dando entrada Kilian Ramírez, que protagonizó un par de paradas vitales, una desde los siete metros, para que Anaitasuna no ampliara su renta y los blancos siguieran con opciones. De hecho, el Cisne reaccionó cuando quedaban poco más de cinco minutos para alcanzar el descanso aprovechando la superioridad numérica por la exclusión de Ibai Meoki (16-13). 

E incluso pudo el cuadro pontevedrés ponerse a dos goles del empate, pero fue los de Quique Domínguez supieron hacer mejor las cosas para irse al intermedio con un resultado de 18-14.

Los errores de cara a portería fueron la tónica del inicio del segundo acto, donde los locales tardaron casi tres minutos en abrir la lata mientras la sequía del Cisne la rompía Carlos Pombo a los casi 5 minutos de juego (20-15).

Se produjo en ese momento un intercambio de golpes por parte de ambos conjuntos, rota por el juego rápido del Cisne y un sublime Carlos Álvarez que aparecía para poner en aprietos al Anaitasuna con el 21-19 en el partido.

Paró el tiempo el Quique Domínguez, pero sus jugadores no supieron aprovechar el inmediato ataque del que dispusieron. Erraron en el lanzamiento, pero en el siguiente ataque de los blancos apareció bajo palos un determinante Juan Bar, que evitaba que su rival se colocara a tan solo un gol del empate.

Sin embargo, otro bajón de los visitantes provocado por pérdidas sin sentido y la precipitación permitió a los navarros recuperar su renta de seis tantos (26-20) y obligar a Javier Márquez a pedir tiempo muerto y tratar de revertir la situación de los suyos. No fue así, sino que Anaitasuna volvió a golpear anotando el 27-20.

Adelantó su defensa el Cisne, todavía con esperanzas de sacar algún beneficio del duelo y demostró que nunca se rinde peleando cada balón como si fuera el último, solo frenados por un Juan Bar que seguía apareciendo cuando su equipo más lo necesitaba (30-27).

Y es que pudieron los blancos con un buen contragolpe colocarse a dos tantos a falta de dos minutos para la conclusión, pero fue precisamente el guardameta de Anaitasuna el que paró el lanzamiento de Mateo Arias para evitar, una vez más, la gesta de un Cisne que demostró de lo que es capaz y al que solo la precipitación y los nervios de redebutar en Asobal lo condenaron (32-29).