Los penaltis dan el ascenso a un rácano Mensajero y mandan al Pontevedra a la repesca (1-0)

Pontevedra
31 de mayo 2015

El gafe tradicional que parece perseguir al Pontevedra en las fases de ascenso hizo su aparición en un Pasarón abarrotado, donde un Mensajero ultradefensivo, amparado en su mayor oficio, hizo del "otro fútbol" un arte para anular las virtudes de los locales, que distaron mucho de su mejor nivel, dejando escapar un partido que parecía sólo podía ser ganado por los de Luisito

Tanda de penaltis en el Pontevedra-Mensajero
Tanda de penaltis en el Pontevedra-Mensajero / Diego Torrado
Declaraciones del entrenador del Pontevedra CF /

El gafe tradicional que parece perseguir al Pontevedra en las fases de ascenso hizo su aparición en un Pasarón abarrotado, donde un Mensajero ultradefensivo, amparado en su mayor oficio, hizo del "otro fútbol" un arte para anular las virtudes de los locales, que distaron mucho de su mejor nivel, dejando escapar un partido que parecía sólo podía ser ganado por los de Luisito.

Los canarios supieron aguantar. La tolerancia arbitral hizo también su parte, permitiendo las constantes interrupciones, pérdidas de tiempo y demás estrategias, que luego no tuvieron compensación en el oportuno descuento, más bien corto, aplicado por el colegiado.

Claro que eso no puede ser excusa. Al fútbol también se juega así. El oficio da victorias, aunque sean sin brillantez y aburriendo al personal, pero el Mensajero supo sufrir y se lleva el ascenso. Al Pontevedra le queda una siempre complicada repesca. No está todo perdido, pero la desilusión ha sido enorme y el camino por recorrer para lograr el objetivo se ha vuelto más árido y largo.

La decepción local contrastaba con la alegría visitante. El fútbol había sido injusto con el fútbol y con un Pontevedra, pero sobre todo con una afición que dejó muy claro que no merece esta larga travesía por las catacumbas.

Por lo que respecta al partido, mientras el Mensajero apostaba por el mismo once inicial del partido de La Palma, Luisito hacía una pequeña e inesperada revolución, con cuatro cambios. De entrada Pablo Carnero se quedaba en el banquillo, como consecuencia de las molestias en los isquiotibiales sufridas durante la semana, para dejar sitio a Jorge. Luego Anxo aparecía como lateral izquierdo, buscando profundidad y recorrido por la banda, con Jacobo por delante suya y, quizás la mayor sorpresa, la presencia de Tomás en la medular, apostando por la calidad del canterano en el manejo del balón.

Con esas premisas, tensión e intensidad pero poco fútbol. Fue la tónica de una primera parte de claro color local aunque con escasa llegada a la zona de peligro. Los canarios dejaron claro desde el pitido inicial que su objetivo pasaba por conseguir que se jugase lo menos posible, recurriendo a ese "otro fútbol" que algunos llaman "oficio", consistente en perder todo el tiempo posible e intentar cortar el ritmo de juego.

Lo consiguieron pero sólo en parte, ya que el Pontevedra se hizo dueño del balón, aunque pecó de falta de pegada en las tres ocasiones de las que dispuso, todas ellas en las botas de un Jorge, que no acertó con el remate. La primera llegaba a los 11 minutos, en un gran centrto de Tomás. La segunda a los 24. En este caso el que centró fue Mouriño, pero Jorge mandó el balón desviado. Y la tercera y más clara a los 38 minutos, tras una gran jugada deJacobo que le habilita para que encare a Kilian. Sólo ante el meta canario su disparo se marchó fuera.

Fue toda la pólvora de la primera parte en lo que se refiere al lado local. Del Mensajero únicamente se supo que tenía "prohibido" pisar del centro del campo hacia arriba. Ni un corner, ni una falta lateral, ni una llegada al área, limitándose a despejar y confiar en que los minutos fuesen pasando para hacer valer el solitario gol de la ida.

Pero si la primera mitad había sido un ejemplo del "otro fútbol", la segunda la superó con creces. Baste apuntar que posiblemente exageremos si de los primeros 15 minutos el balón estuvo en juego más de tres. Lesiones reales o simuladas, interrupciones constantes y nada de juego. El Mensajero no quería y el Pontevedra no podía, abrumado por la ansiedad a medida que se consumían los minutos.

La esperanza radicaba en que los canarios acusasen el esfuerzo. Y lo hicieron a partir del minuto 65, justo cuando Luisito decidió que era hora de arriegar con el renqueante Pablo Carnero. El Pontevedra tenía problemas en la construcción de juego. Jorge volvía a avisar en un remate de cabeza alto, a centro de Tomás.

Pero la ocasión más clara la tuvo Kevin Presa al recibir un balón rechazado en el área. Lo mandó fuera cuando se cantaba el gol. Marcaron los canarios, pero el árbitro había pitado antes por mano de Nata. Fue la única aproximación al área de un Mensajero que seguía fiando todo a la falta de acierto del rival.

Jacobo enganchó una volea que se marchó fuera, minuto 77. Y cuando todo parecía perdido para el Pontevedra llegó el gol que mandaba el partido a la prórroga y hacía estallar de júbilo Pasarón. A tres minutos de los 90, en la mejor jugada del partido, casi la única, Tubo pone un centro preciso y Jorge remata de cabeza, esta vez sí, a la misma escuadra.

Los primeros 15 minutos de la prórroga únicamente sirvieron para confirmar que al Mensajero se le había acabado la gasolina hacía tiempo, de la misma manera que el Pontevedra no tenía su tarde en el aspecto rematador. Eso sí, si alguien buscaba el gol eran los granates, que dispusieron de una nueva ocasión en centro de Fran Fandiño que Pablo Carnero remató de cabeza alto.

Lo sucedido en la segunda parte de la prórroga no puede tener más calificativo que el de antifútbol. Con el juego interrumpido constantemente por las simulaciones de lesiones de los jugadores visitantes, sólo faltaba que hasta el árbitro de la contienda hubiese de ser atendido por calambres, de ahí los cinco minutos de añadido, que incluso parecieron pocos.

Hubo un gol anulado a Jorge, nada más comenzar esta segunda parte, por fuera de juego. Y absolutamente nada más. Los canarios se quedaban con 10 hombres por doble amonestación de Fede, y luego con 9, por lo mismo con Iray Barreto, ya en el añadido, pero consiguieron su objetivo de llegar a los penaltis.

A todas luces un premio absolutamente inmerecido para la racanería futbolística que exhibieron sobre el cesped, pero del que supieron sacar petróleo por su mayor acierto desde los once metros, logrando un ascenso asentado exclusivamente en una demostración de oficio, frente a un Pontevedra víctima de sus nervios, que no supo leer el partido.

Jorge, Pablo Carnero y Kevin Presa, transformaban sus lanzamientos, deteniendo Kilian los disparos de Mouriño y Tubo. Por el Mensajero Rayco lanzó alto el primer lanzamiento de su equipo, pero Yeray, Jaime, Juanda y finalmente Silvano, batían a Edu y daban el ascenso al equipo canario.

PONTEVEDRA CF (1+3): Edu (1); Adrián (1), Campillo (2), Capi (2), Anxo (1); Kevin Presa (3); Mouriño (1), Tomás (2), Álvaro Muñiz (1), Jacobo (3); y Jorge (2).

Sustituciones: Tubo (2) por Álvaro Muñiz, minuto 57. Pablo Carnero (1) por Tomás, minuto 67. Fran Fandiño (1) por Adrián, minuto 91.

CD MENSAJERO (0+4): Kilian (3); Fede (2), Dani Hernández (1), Jaime (2), Juanda (2); Yeray Pérez (2), Silvano (2), Rayco González (2), Iray Barreto (1); Iván Linch (1) y Natanael (2).

Sustituciones: Alfredo (1) por Dani Hernández, minuto 57. Dani López (s.c.) por Iván Linch, minuto 71. Guille (1) por Dani López, minuto 79.

Árbitro: César Ramos Domínguez (Asturias), auxiliado en las bandas por Israel Bárcena Rodríguez y Enrique Gao Aladro. Expulsó por doble amonestación a los jugadores visitantes Fede (minuto 110) e Iray Barreto (minuto 121). Amonestó a Kevin Presa, Tubo, Mouriño y Jacobo, por el Pontevedra, y a Juanda, Dani Hernández, Rayco González, Guille, Alfredo y Nata, por el Mensajero.

Goles: (1-0) Minuto 87: Jorge.

Incidencias: Estadio Municipal de Pasarón. Partido de "vuelta" de la eliminatoria de campeones por el ascenso a Segunda División B. Lleno, con unos 12.000 espectadores. El Mensajero logra el ascenso al imponerse en las tandas de lanzamientos desde el punto de penalti.