Al igual que hiciera días atrás el colectivo Vaipolorío, este miércoles un grupo de vecinos del lugar de Pintos, en la parroquia pontevedresa de Marcón ha presentado en la Unidad de Carreteras del Estado sus alegaciones a la Evaluación Ambiental de la nueva autovía A-57, que unirá Pontevedra con Vigo, en el tramo entre Vilaboa y A Hermida, la conocida como circunvalación de Pontevedra.
Este grupo de afectados señala el "enorme impacto ambiental" que a su juicio genera esta carretera en las poblaciones que atraviesa, así como en los "recursos ambientales y en el patrimonio de toda la ciudad".
Desde el punto de vista técnico piden al Ministerio de Fomento que tenga en cuenta las infraestructuras que ya existen "liberando el tramo de peaje entre Pontevedra y Vilaboa gran parte del problema quedaría solucionado con un menor coste para los ciudadanos" e incluso la inminente construcción de la ronda urbana "que tiene prácticamente el mismo recorrido que la futura A-57 solo que un poco más próxima al centro".
Entre otros argumentos para apoyas su tesis estos vecinos apuntan la innecesariedad de esta autovía en el actual contexto de crisis, la reducción del tráfico de vehículos o los rescates de viales de peaje por parte del Ministerio.
"Los habitantes de las zonas de A Ermida, Pintos, Tomeza y Vilaboa se verán seriamente perjudicados por el deterioro irreparable del entorno y por el impacto severo de especial gravedad en el patrimonio artístico y etnográfico en sus dos extremos: al sur, en Vilaboa, sobre el Camino de Santiago y la Vía Romana XIX y al norte en el lugar de Pintos sobre el Camino Real de Ribadavia (Ruta de los Arrieros)", señalaron.
Otro motivo de gran preocupación es el problema de abastecimiento del agua, la degradación de los acuíferos y de las minas de las cuales dependen en gran medida la mayor parte de los vecinos y que serán suprimidas con el trazado.
Igualmente el colectivo ecologías Vaipolorío destaca la afección que el nuevo vial tendrá sobre la flora y la fauna, incidiendo negativamente en los manantiales de las zonas afectadas, que dejarán de ir al cauce del río Gafos y pasarán a ser subterráneas.