Cuidadoras de gatos callejeros, la labor silenciosa al caer la noche

Pontevedra
23 de agosto 2023

A través de dos voluntarias de la asociación Difusión Felina conocemos el día a día de las personas que desinteresadamente se ocupan de alimentar y cuidar a las cerca de 200 colonias de gatos callejeros en la ciudad de Pontevedra y alrededores

Susana Boullosa y Eva de Dios junto a la colonia felina de Arzobispo Malvar
Susana Boullosa y Eva de Dios junto a la colonia felina de Arzobispo Malvar

La cita es a las nueve de la noche en una de las cerca de 200 colonias felinas registradas en la ciudad de Pontevedra. Mientras cientos de personas disfrutan de su tiempo de ocio en el Campillo de Santa María, en la calle que discurre a sus pies, Arzobispo Malvar, una voluntaria de la asociación protectora de animales Difusión Felina cumple cada día una estudiada rutina.

Su nombre es Eva de Dios. En el encuentro con PontevedraViva llega acompañada de Susana Boullosa, voluntaria también de Difusión Felina y además secretaria de la asociación. Esta última trae el transportín que utilizan para realizar los rescates de gatos. "Es que la última vez que me llamó Eva fue para rescatar a una gata y lo traje por si acaso". Con esa gata, de nombre Eyra, arranca este relato.   

"Yo venía de trabajar, eran las diez y media de la noche y me llamó, que acababa de encontrar un bebé en mal estado, que le faltaba un trozo de boca. Me vine para aquí y avisé a mis compañeros", comenta Susana. Rápidamente se movilizaron varios miembros de la asociación, "porque no siempre hay veterinarios de urgencia en Pontevedra y a veces tenemos que marcharnos a Vigo, no es el primer gato que se muere por culpa de eso", se lamenta la voluntaria. "Lo recogimos, marchamos volando para el veterinario y gracias a dios la gatita se recuperó y se fue felizmente a una casa". 

Difusión Felina no revela el destino final de estos gatos hasta que la familia adoptante autoriza su difusión en redes sociales, un apoyo indispensable para dar a conocer el trabajo de la asociación. Este mismo lunes en una publicación en el Facebook de Difusión Felina le ponían cara a la familia adoptante de Eyra, y también a la de Celeste, Silvo y Ortiga, Lucero y Fortuna, Mourentina, Milo y Morgana. 

Eva de Dios reconoce que "yo nunca fui de gatos, yo fui de perros; mi padre también, cuando veía un perro abandonado me lo traía casa, a veces los dueños aparecían y yo me hartaba a llorar". La seguimos mientras alimenta a una de las tres colonias de las que se ocupa. Para nuestra sorpresa, confiesa que le tiene miedo a los gatos. La explicación de nuevo tiene nombre propio, el del gato Yovito.

"Había un gato en un muro de la calle Formigueira y durante mucho tiempo entre una vecina y yo le dábamos de comer porque nuestras ventanas daban a esa finca. Como empezaron a construir, me preocupaba qué iba a pasar con el gato", señala Eva. Como el felino ya era mayor, 18 años, decidió acogerlo en su casa. 

"Al quinto o sexto día, le llamé para comer y él se lanzó a las piernas, y ahí fue donde me dio el primer arañazo. Cogí la colchoneta de la perrita, el gato rebotó, conseguí llegar hasta la puerta y llamé a Adopciones Galicia. A los tres días apareció una pareja para adoptarlo, pero les volvió a hacer lo mismo. De Difusión Felina, una voluntaria, María, me preguntó: ¿si te lo castro, lo quieres?, y me volví a hacer cargo del gato. Al castrarlo ya no atacaba, con tal mala suerte que tenía tumores en el estómago, me duró dos años y tuvieron que sacrificarlo. Cuando vino a despedirse la vecina, también la arañó, pero creo que fue porque lo cogió por la barriga y le debía doler por los tumores".

Susana advierte que cuando se coge un gato hay que hacerlo "con mucha precaución, los gatos no muestran el dolor y no sabes lo que le puede estar pasando". Por eso en Difusión Felina, cuando van a realizar un rescate, las personas voluntarias llevan, además del transportín, unos guantes protectores, una toalla para envolverlo, agua y una lata de "comida fácil" para atraer al gato y a la vez alimentarlo, por si lleva mucho tiempo sin comer.

Estos rescates son, por desgracia, numerosos. Tanto es así que Difusión Felina se ha visto obligada a frenar sus actividades en verano. "Hemos tenido que paralizar momentáneamente porque solo entre abril y mayo cogimos más de 75 bebés y rompimos. Las casas de acogida, el dinero que teníamos, todo fue para ellos". 

El perfil del voluntariado sigue siendo mayoritariamente femenino y un rango de edad a partir de los 40 años. Eva de Dios llegó a Difusión Felina por un cúmulo de casualidades, cuando una vecina le pidió que la acompañase a alimentar a su colonia. "Es una señora mayor, y como se cayó varias veces, me pidió que me hiciese cargo de sus gatos". 

En su ronda diaria, Eva porta un carnet que expide el Concello de Pontevedra y que identifica tanto a la alimentadora de gatos como a las colonias felinas de las que se ocupa. "Los gatos solo pueden ser alimentados por personas registradas en el Concello". Una medida necesaria para evitar que particulares les den comida a gatos callejeros sin control, con el riesgo de infecciones y de aparición de ratas. También el registro sirve para denunciar los problemas que surjan en las colonias, en las que a menudo se encuentran con hallazgos desagradables, como el envenenamiento reciente de varios felinos en Lérez y Mollabao.

Eva se reparte entre una colonia de gatos en el entorno de la basílica de Santa María, a la que acude a las 16:30 horas, y dos en Arzobispo Malvar, que atiende entre las 20:00 y las 22:00 horas, un horario extenso porque una vez que les pone la comida tiene que vigilar para que no se la coman las gaviotas. "Todos los días, llueva o truene, en invierno me pongo la gabardina y el gorro, y con dos paraguas para que la comida no se les moje con la lluvia". 

La comida la lleva en un carro de la compra, en el que también transporta botellas de agua y recipientes. "Estas latas voy al Mercadona a buscarlas, es la única comida que me comen, aparte del pienso". Cada cierto tiempo, Difusión Felina pone en marcha campañas de recogida de alimentos en la puerta de los supermercados de la ciudad, pero no alcanza para todas las colonias a las que atienden. "Yo a veces me lo saco de mí para darle de comer a los gatos, también la señora Tita (la anterior encargada de sus colonias) me ayuda", comenta Eva. En este punto sorprende descubrir que no solo alimenta a los gatos, ya que en una de las colonias conviven con un zorro. "Al zorro le traigo un táper de pollo cocido, para que no se acerque a la comida de los gatos, porque le tienen miedo y si no salen corriendo". 

También la secretaria de Difusión Felina insiste en las dificultades que afrontan los voluntarios. "La gente lo pasa muy mal, porque tener una colonia con diez gatos ya es, pero tenemos gente con 10 o 15 colonias y todo lo que ello conlleva, y eso no hay sueldo que lo aguante". El año pasado el Concello de Pontevedra les cedió alimento, "pero nada llega", se queja. "Somos la Seguridad Social de los gatos", pero en este caso sin recibir ninguna partida regular de dinero público.  

Como voluntario, casa de acogida temporal, una adopción, aportando alimento o simplemente con una donación a partir de un euro. Cualquier ayuda es bien recibida por Difusión Felina, que subsiste gracias al apoyo de los voluntarios. Quien desee colaborar, en sus páginas de Facebook (www.facebook.com/difusion.felinapontevedra) e Instagram (@difusionfelinapontevedra) se pude acceder a toda la información.