Cada tarde, a las ocho, como en prácticamente toda España, los vecinos de San Antoniño, en Barro, salen a aplaudir para dar las gracias a los sanitarios que ayudan en la lucha contra el coronavirus, pero en su caso el agradecimiento tiene una banda sonora diferente, que se ha convertido ya en el ritmo del confinamiento en el barrio. Juntan las palmas al son de la canción country ‘The Gambler’, de Kenny Rogers, acompañando la música que sale del equipo de sonido de su DJ particular desde hace cinco semanas, Johnny Güimil.
Profesor de música e integrante de la agrupación Os do Val do Lérez, este vecino de Barro ha pinchado música a diario desde el 15 de marzo, 37 días sin descanso en los que ha organizado todo tipo de veladas. Este martes hará la sesión 38, una noche temática muy especial que tendrá como leitmotiv el mítico programa infantil ‘Xabarín Club’ e incluirá canciones de Herdeiros da Cruz o de Manquiña que han marcado la infancia y adolescencia de varias generaciones de gallegos.
El espíritu de esta sesión 38 será el mismo que el de las 37 anteriores. "Todos los días buscamos algo diferente, apenas se repite música y temática", explica Johnny a PontevedraViva. Esta búsqueda de la variedad, con la que evita la rutina en el confinamiento de sus vecinos, le ha llevado a organizar sesiones temáticas sobre Italia, México o el Reino Unido, otras en las que todas las canciones que sonaron llevaban las palabras amor o libertad. Además, en los últimos fines de semana ha incluido en su programación musical de cuarentena sesiones vermú, además de las citas nocturnas.
Cada día, propone a través de sus redes sociales la temática y la respuesta de sus vecinos es inmediata, todos se vuelcan y es habitual que sus ventanas y balcones se llenen de una decoración específica y que los propios ciudadanos se vistan acordes a la ocasión. En la noche temática italiana hubo gondoleros y en la mexicana, proliferaron los gorros típicos, por ejemplo y los días que dedica la sesión a una cultura particular "incluso hace comida o cena italiana" o la que toque.
Esa implicación queda reflejada en fotos y vídeos que sus seguidores le hacen llegar y él acaba publicando en sus redes sociales. En esas publicaciones se ve reflejado que las sesiones de Güimil no se quedan en Barro, sino que cruzan fronteras. Empezaron conectándose a sus directos sus amigos de otros puntos de la provincia de Pontevedra o de Galicia y de países como Argentina, Serbia o Hungría y, a partir de ahí, se han unido conocidos y nuevos seguidores que cada día llevan el ritmo del confinamiento de Barro a cientos de personas.
Además de ponerle ritmo a las noches y los mediodías del barrio, las sesiones musicales también crean comunidad. Así, han permitido tejer relaciones entre la ciudadanía en las que los propios comerciantes y hosteleros de Barro han querido participar. Johnny empezó "sorteando cosas que tenía por casa" para dinamizar sus sesiones y, de repente, los comerciantes empezaron a ofrecerse para colaborar. Ahora, "cada vez son más los comercios y empresas que colaboran donando productos para sorteos" y hacen un sorteo diario en el que participan sobre 250 personas.
Se sortean packs de vino, vales para supermercados, cortes de pelo o incluso cenas en restaurantes de la zona para cuando se levante el confinamiento y estos negocios puedan recobrar su actividad.
En estas cinco semanas de sesiones musicales ha habido momentos especialmente emotivos como el cumpleaños del propio Johnny, en la que todos sus vecinos se volcaron y les dejaron a la puerta de casa regalos variados, desde cervezas a chocolates. Además, llevaron las felicitaciones a ventanas, patios de luces y balcones con dibujos y felicitaciones dirigidas al artífice de su momento de ocio de cada día.
Johnny se implica al máximo y los vecinos lo saben y quisieron agradecer de esta forma su trabajo. Tal y como él mismo explica, dedica unas cinco horas a cada sesión y sorteo diario, entre preparar la música, leer los comentarios de los seguidores y asignar números para el sorteo.
Hay días en que reconoce que acaba muy cansado y los domingos, dado que ya hace sesión vermut, ha decidido suprimir el concierto nocturno, pero no se plantea dejarlo, sino seguir hasta el final, pues sabe que su iniciativa aporta mucho a la comunidad y, además, él mismo "también distraigo la cabeza". Además, el ha permitido tejer redes con vecinos a los que ni conocía y dar pasos impensables hace dos meses como crear un grupo de whatsapp de todo el barrio. El otro día se le rompió un cable, lo hizo público y, a los pocos minutos, un vecino al que ni conocía el dejó uno en la puerta de casa.
Todas sus sesiones pueden seguirse a través de su perfil de Facebook.