La corporación municipal de Pontevedra ha mostrado este viernes su rechazo a la prisión permanente revisable. El PP se ha quedado solo en su apoyo a la máxima pena privativa de libertad que recoge el Código Penal español. Lo ha hecho entre duras críticas del resto de los partidos que le han acusado de jugar con el sufrimiento de las familias.
El edil José Luis Martín ha defendido la moción presentada por el PP y ha explicado que se aprobó en su día ante la "continua exposición" de la sociedad española a los "más crueles crímenes" y la ausencia de una figura legal que castigara "en proporción" estos casos de "extrema gravedad".
Ha añadido que es una pena "habitual" en todos los países europeos y que, en España, cuenta con un apoyo "aplastante" de los ciudadanos. Así, Martín ha asegurado que el PP es el único partido que "se solidariza" con las víctimas y ha vaticinado que el Tribunal Constitucional, tras estudiar los recursos presentados en su contra, dará su visto bueno a esta medida.
Esta argumentación desató las críticas del resto de la corporación que, en sus respectivas intervenciones, mostraron su "solidaridad" con las familias de las víctimas que solicitan que no se derogue la prisión permanente revisable.
El portavoz de Marea, Luis Rei, ha censurado la moción del PP y ha afirmado que hacer "demagoxia" con el sufrimiento de las familias "é o máis ruín que se pode facer en política". María Rey, edil de Ciudadanos, también acusó a los populares de utilizar a las víctimas "con fines partidistas" y pidió regular el cumplimiento íntegro de las penas.
Desde las filas socialistas, Agustín Fernández ha señalado que esta moción era fruto de la "miseria política" de los populares, por "xogar coa dor das familias" para poder "desviar do foco mediático" el hecho de que el Partido Popular está "podrido" por la corrupción. El sistema represivo español, sin esa figura, es "máis que suficiente", ha dicho.
Vicente Legísima, edil del BNG, también ha lamentado que los populares utilicen el dolor y los de estas familias y ha recordado que los sentimientos de repulsa y venganza son "fácilmente manipulables", por lo que el Gobierno no debe gobernar a base de "impulsos" ya que, en caso contrario, España se convertiría en un estado "vingativo".